Todo inició una mañana de 2021. Felipe Arias, reconocido periodista y presentador del canal RCN, hacía el primer noticiero de la mañana cuando empezó a sentir una opresión en el pecho. “Con el pasar de los minutos sentí que el dolor era cada vez más intenso en el pecho y que ya empezaba una oclusión en la garganta. Alerté a mi compañera de set y le dije que me estaba sintiendo mal”.
Después del noticiero tenía una entrevista muy importante que no quería perder. “La inicié, pero empecé con una sudoración muy grande, y me sentí con menos aire hasta que dije voy a terminar esta entrevista. Le dije a la productora me estoy sintiendo mal y voy a mandar a comerciales para que me ayudaran”.
En ese momento llamaron a su esposa, quien los alertó sobre un posible infarto. Pidieron una ambulancia, pero finalmente lo llevaron en un carro del canal a la Clínica Colombia. “Cuando abrí los ojos me dijeron que estaba en reanimación, que tenía un infarto agudo al miocardio y que me iban a salvar. Yo les decía que no me dejaran morir, porque estaba pasando un túnel escabroso, veía y sentía cosas a nivel espiritual muy grande”.
Entre las causas que cree fueron el detonante del infarto están el sedentarismo, algo hereditario, y la alimentación. Sin embargo, la carga que tenía en el corazón, aseguró, pudo ser la principal responsable.
“En mi profesión de periodista he tenido una carrera muy loca. Cubría tomas, secuestros, atentados, masacres, liberaciones, estaba cargado de muchas cosas y entré en una especie de puja y competencia en donde pensaba que tenía que ser el primero. Hoy entiendo que lo primero que tengo que ser es un buen ser humano”, sostuvo Arias.
Así mismo, explicó que esas noches en la Unidad de Cuidados intensivos fueron de reflexión, de llanto y de súplica. “Aprendí que uno debe ser de equilibrios, balances y de un corazón sano. Nosotros vamos guardando resentimientos y cargas. Por eso mi llamado es a que soltemos y explotemos de vez en cuando”.
Por último, Arias culminó su intervención diciendo que hoy su corazón está más limpio, con un equipaje más leve y con mejores hábitos de vida. “Hago ejercicio, aprendí a valorar la vida, un beso, un abrazo y a poner como prioridad la parte espiritual”.