El año pasado, 524.983 jóvenes colombianos culminaron sus programas de educación superior, según el Ministerio de Educación Nacional. Ingresar con éxito al mundo laboral es ahora su principal objetivo, pero las barreras son enormes. De acuerdo con cifras del DANE, en el segundo trimestre del 2022 la tasa de desempleo de jóvenes entre los 15 y 28 años fue del 18 por ciento.

“Alrededor del 70 por ciento de los estudiantes que se gradúan de un pregrado se encuentran cotizando actualmente en el mercado formal de la economía en el país. El 30 por ciento restante están en la informalidad o desempleados”, afirmó Wilfer Valero, subdirector de Desarrollo Sectorial del Viceministerio de Educación Superior, durante el foro.

Valero señaló que la pandemia tuvo fuertes efectos sobre la empleabilidad de los jóvenes profesionales: “Veníamos en un promedio de tasas de cotización del 70 por ciento para recién graduados, con la crisis esta tasa cayó cerca de 7 puntos”.

El funcionario explicó que desde el seguimiento hecho por el Observatorio Laboral para la Educación (OLE), del Ministerio de Educación, se encontró que “los recién graduados resaltan la experiencia como el principal problema para insertarse en el mercado laboral”.

Jorge Eduardo Londoño Ulloa, director del Sena, también coincidió en que la experiencia es uno de los retos más grandes para que los jóvenes puedan acceder a su primer empleo. Asimismo, advirtió que aspectos como la pertinencia entre lo que se imparte en las universidades y las exigencias del empresariado, además de las brechas de aprendizaje existentes en la ruralidad, limitan la entrada de los recién graduados al mercado laboral.

“Nuestra labor cotidiana nos exige que los currículos sean actualizados de acuerdo a las comunicaciones e interacciones que tenemos con las empresas”, añadió Londoño Ulloa, quien hizo énfasis en la necesidad de coordinar los aprendizajes con los requisitos del mundo laboral.

Por su parte, Daniel Gómez, vicepresidente del Consejo Privado de Competitividad, señaló la importancia de establecer una relación estrecha entre la oferta y la demanda de habilidades. Para el vicepresidente otro punto a trabajar es la promoción de alternativas de programas que se dan en ciclos más cortos, pues “hay un excesivo énfasis en la educación universitaria tradicional”.

Lina Espinosa, directora de educación para la empleabilidad de PROtalento, puntualizó en la urgencia de que las organizaciones educativas formales e informales tengan un diálogo con las empresas frente a las habilidades específicas que requieren. Para Espinosa algunas de las habilidades que se deben fortalecer en las instituciones de educación superior son el inglés, el trabajo en equipo, la comunicación y el liderazgo.

Al respecto, Valero coincidió en que “hay un desajuste entre las competencias que se están formando en los diferentes programas de educación superior y las competencias que están siendo requeridas por el sector productivo”.

Sobre el anuncio de crear 500.000 nuevos cupos en el sistema de educación superior, realizado por el ministro de Educación en el foro, Valero resaltó que la gran tarea es identificar hacia dónde se deben orientar las apuestas en educación superior con el objetivo de garantizar una oferta pertinente.

“Son 500.000 proyectos de vida, por eso hay que entender la pertinencia de la educación superior, no sólo como la posibilidad de insertarse al mercado laboral, sino cómo una forma de potenciar los proyectos de vida de los jóvenes”, finalizó Valero.