El VIH ha sido, durante décadas, uno de los mayores retos para la salud pública mundial. Aunque la ciencia ha avanzado significativamente, las personas que viven con esta condición aún enfrentan dificultades, desde los síntomas físicos hasta el estigma social. Sin embargo, la esperanza de vida y las condiciones para quienes viven con VIH han mejorado significativamente, especialmente en regiones como América Latina y el Caribe, donde los avances médicos cambiaron el panorama de la enfermedad.
¿Cómo el VIH afecta la vida diaria?
El VIH es una infección que ataca el sistema inmunitario, debilitando las defensas del cuerpo contra infecciones y ciertos tipos de cáncer. Si no se trata, el VIH puede evolucionar al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), la fase más avanzada de la enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus se transmite a través de líquidos corporales como la sangre, el semen y las secreciones vaginales, y aunque la mayoría de las personas no presentan síntomas iniciales, algunas desarrollan fiebre, dolor de cabeza y fatiga en las primeras semanas después del contagio.
Con el tiempo, si la infección no es tratada, el sistema inmunitario se deteriora, aumentando el riesgo de padecer enfermedades como la tuberculosis, infecciones graves y ciertos tipos de cáncer. Para muchas personas, vivir con VIH significa enfrentarse a una lucha continua no solo con la enfermedad, sino con los efectos secundarios del tratamiento y los problemas de salud asociados que pueden surgir con los años.
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El estigma social: una barrera más allá de la enfermedad
Vivir con VIH no es solo una experiencia médica sino una lucha constante contra la discriminación. Estudios realizados en varios países, como el de Maggie Campillay y Maribel Monárdez de la Universidad de Atacama, en Chile, titulado ‘Estigma y discriminación en personas con VIH/SIDA, un desafío ético para los profesionales sanitarios’, evidencian que el estigma hacia las personas con VIH/sida sigue presente en la sociedad y en el sistema de salud.
Según este estudio, “reconocer la existencia de prejuicios y discriminación en el entorno social y sanitario en personas con VIH/sida, permite asumir que es un problema complejo”. Estas actitudes afectan la calidad de vida de las personas que viven con el virus y dificultan su acceso al tratamiento, la adherencia al mismo y la educación sobre la prevención.
De acuerdo con esa investigación, las mujeres con VIH enfrentan una doble carga: el prejuicio relacionado con la enfermedad y la discriminación por género. A menudo son vistas como vulnerables, y su diagnóstico suele estar acompañado de juicios morales que intensifican el rechazo social.
“Las mujeres han informado colectivamente dolorosas experiencias negativas, incluyendo situaciones con miembros de su familia por considerarlas no aptas para cuidar a sus propios hijos a causa de la enfermedad; evitando el contacto físico cercano con ellas como consecuencia del temor a la transmisión. Por esto, las mujeres con VIH/SIDA se han visto anímicamente afectadas, pues aunque existe el deseo de revelar su estado serológico a su familia, esto paradójicamente las hace más vulnerables al estigma y la discriminación”, explica el texto publicado en la Revista de Bioética y Derecho, en el año 2019.
Esta estigmatización es una barrera importante que todavía afecta la vida cotidiana de las personas con VIH, dificultando la búsqueda de apoyo y la aceptación social.
Mejoras en la esperanza de vida: un cambio notable en Colombia y Latam
En medio de estos desafíos diarios, los avances en el tratamiento del VIH han transformado radicalmente la esperanza de vida de las personas que viven con el virus, especialmente en América Latina y el Caribe. Un estudio publicado en The Lancet HIV en 2021 reveló que entre 2003 y 2017 la expectativa de vida de las personas en tratamiento en países como Argentina, Brasil, México y Perú aumentó significativamente.
Según el informe, en 2003, un joven de 20 años en tratamiento podía esperar vivir hasta los 51 años. Para 2017, esa cifra aumentó a 70 años, acercándose al promedio general de la población, que es de 78 años. Este incremento en la esperanza de vida refleja los avances en la atención médica y el acceso a los tratamientos antirretrovirales (TAR), que han sido clave para mantener bajo control el virus y permitir que las personas con VIH lleven una vida plena.
En Colombia, el panorama es similar: la cobertura de tratamiento antirretroviral en 2023 alcanzó el 83,49 %, y en la región Caribe, esta cifra fue del 88,02 %, como recoge Cuenta de Alto Costo, citando cifras oficiales del sistema de salud. Esto significa que la mayoría de las personas diagnosticadas con VIH en el país tienen acceso al tratamiento, lo que ha mejorado tanto su calidad como su esperanza de vida.
“De las personas viviendo con el VIH que reciben tratamiento, el 72,27 % presentó una carga viral menor de 50 copias/ml,” lo que se considera indetectable, es decir, intransmisible por vía sexual en la fórmula “indetectable = intransmisible” (I=I). “En el 83,44 % fue menor a 1.000 copias/ml. La región Caribe tuvo la mayor cobertura con un 88,02 % de las personas recibiendo TAR”, señala el informe del último año.
Acceso a tratamientos y apoyo social
Uno de los principales factores que han permitido un cambio en la vida de las personas con VIH es el acceso cada vez mayor a los tratamientos antirretrovirales. Estos medicamentos, que deben tomarse diariamente de por vida, detienen la replicación del virus en el organismo, evitando que el sistema inmunitario se debilite.
Según explica la OMS, los pacientes con VIH que están bajo tratamiento y mantienen una carga viral indetectable no pueden transmitir el virus a sus parejas sexuales, lo que ha reducido significativamente la propagación del VIH. En Colombia, a pesar de los avances, aún persisten barreras en el acceso al diagnóstico temprano y, en consecuencia, al tratamiento oportuno, especialmente en poblaciones vulnerables.
Datos del sistema de salud dan cuenta de que el 58,56 % de los casos de VIH en el país pertenecen a poblaciones clave, como hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres y consumidores de sustancias psicoactivas. Estas poblaciones enfrentan mayores barreras para acceder a los servicios de salud, tanto por discriminación como por falta de recursos.
A nivel global, ONUSIDA estima que, en 2023, 39.9 millones de personas estaban viviendo con VIH, y aunque se ha ralentizado el número de nuevas infecciones, el acceso al tratamiento sigue siendo clave para reducir las muertes relacionadas con el sida. La cobertura mundial del tratamiento antirretroviral es uno de los logros más significativos en la lucha contra la enfermedad, pero todavía queda mucho por hacer para garantizar que todos los pacientes reciban el apoyo necesario.
La atención oportuna es fundamental para tratar la enfermedad de forma efectiva. Detectar e identificar los síntomas frecuentes del VIH es clave para obtener un diagnóstico temprano. Según la OMS, como en muchos casos el virus puede presentarse con signos similares a los de la gripe, como fiebre, dolor de cabeza, erupciones en la piel y dolor de garganta, es esencial estar alerta a estas señales y buscar orientación médica después de tener sospecha o alguna exposición de riesgo.
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