Seynimin es un pueblo sagrado para los Arhuacos, que se ha intentado mantener alejado de la “civilización”, es un pueblo orgulloso de su cultura ancestral y de sus tradiciones. La misión del pueblo Arhuaco es espiritual; ellos se encargan de balancear las energías del universo y son el canal de comunicación entre nosotros y la Tierra. Nos llaman bunachis, que en su lengua significa hermanos menores, porque ellos cumplen el papel de un hermano mayor al cuidar espiritualmente de nosotros, ya que todavía estamos aprendiendo a entender y a conectarnos con la Tierra. Además de cuidarnos espiritualmente, ellos protegen a la Sierra Nevada, o al Corazón del Mundo, como ellos la llaman. Es por eso que sus trajes se parecen al de un guerrero vestido de blanco, pues son “guerreros espirituales”. Lo más importante para los Arhuacos, además de su misión espiritual, es cuidar el medio ambiente, los ríos que representan la sangre de la tierra, las lagunas que representan la fertilidad de la mujer y los nevados que es donde se encuentra la sabiduría. Tengo la fortuna de ser una de las pocas bunachis amiga del mágico pueblo de Seynimin, es por eso que cuando ocurrió el incendio, mis amigos de la Sierra me llamaron desesperados por ayuda. Se estaba quemando el pueblo y no tenían a quién más acudir, por esa razón y con el corazón arrugado programé un viaje para ir a acompañarlos en esta tragedia. Le recomendamos: Incendios forestales tragedia que no da tregua Yo empecé a sentir la magnitud de la tragedia cuando al llegar al punto de salida para Gun Aruwun no encontré a ningún indígena, usualmente hay muchos indígenas de Seynimin en este punto de partida. Ahí entendí. Toda la comunidad Arhuaca estaba en la Sierra atendiendo la emergencia. Cuando iniciamos el recorrido, lo más notorio fue el olor a quemado que impregnaba el ambiente y el paisaje árido que nunca había visto en esta parte de la Sierra. Después de cuatro horas de camino, purificando nuestro cuerpo para llegar al pueblo, vimos la devastadora imagen negra; todas las montañas estaban en cenizas, justo en la última curva antes de llegar a Seynimin, en donde uno veía el pueblo desde lejos, esta vez, no lo pude ubicar. Está totalmente destruido. Nuestros amigos nos contaron todas las consecuencias devastadoras que les de dejo el incendio. Están muy preocupados porque todas sus fuentes de alimento se quemaron, por un lado los cultivos tales como el café, fríjol, plátano, ayo, etc., y por el otro, su fuentes de proteína animal, como las gallinas, los marranos y los cabros. Igualmente, perdieron en el incendio mulas, gatos y hasta sus mascotas los perros. Asimismo, recorrimos las ruinas que quedaron como consecuencia del devastador incendio. La escuela quedó destruida al igual que la biblioteca, no tienen pupitres, libros, lápices ni cuadernos. La escuela de Seynimin cuenta con tres profesores quienes educan a 70 niños, que quedaron sin acceso a educación. En las mismas condiciones se encuentra el puesto de salud, totalmente destruido. Es importante resaltar, que en estas comunidades tan remotas, una de las mayores necesidades es la atención sanitaria y en este momento, la comunidad de Seynimin está en riesgo de desarrollar enfermedades que no pueden ser atendidas. Aunque durante todo el fin de semana había un aire de tristeza y desolación, típicos de una tragedia; también se sentía la unión y la fuerza característica de los indígenas de la Sierra. Ellos son guerreros espirituales que ya están listos para empezar a reconstruir su pueblo, en este momento los mamos se encuentran limpiando las energías del lugar y uniendo todas sus fuerzas; pero necesitan nuestra ayuda para comenzar. Le puede interesar: Arden 800 hectáreas de la Sierra Nevada de Santa Marta Si usted quiere ayudar a la reconstrucción del pueblo Seynimin puede donar a la cuenta de ahorros de Bancolombia 115-837178-05, a nombre de Julián Pineda Burgos con cédula número 10028390. Igualmente, en la ciudad de Bogotá se están recibiendo carpas, medicamentos, hamacas, cobijas, alimentos no perecederos, útiles escolares, entre otros en la Carrera 14 # 91–01 apto. 104, a nombre de Jhorllana Romero.