Los expertos en finanzas personales suelen recomendar guardar el 10 por ciento de las ganancias, entre otras medidas, para tener una vida financiera saludable. Pero eso fue exactamente lo que no hizo María Clara Rodríguez hace algunos años, cuando su vida se convirtió en un verdadero drama.
Así lo contó recientemente en el programa La Red, de Caracol Televisión, en el cual explicó que “todo fue por el ego de trabajar en televisión y pensar que nada me iba a faltar. Entonces, comencé a vivir la vida loca y a gastar en cosas que no debía. Llegué a deber en tarjetas de crédito siete veces lo que ganaba en mi trabajo”, relató la también creadora de contenido, en lo que definió como un gesto de rebeldía y falta de pensar en el futuro.
Rodríguez reconoció que, definitivamente, no sabía administrar su dinero, ni se le pasaba jamás por la cabeza ahorrar, a pesar de que devengaba una real millonada.
Obnubilada por esos buenos ingresos, solo pensaba en derrochar en ropa, lujos y fiestas. No había capricho que no se concediera en medio de esa bonanza que, parecía no tener fin, al menos en su cabeza. A veces, por ejemplo, estaba con unas amigas y, de repente, decían: ‘¿vámonos para Miami’. Al día siguiente estaban en la Capital del Sol. Todo lo hacía así, sin ninguna clase de planeación.
Tanta extravagancia se la cargaba a sus tarjetas de crédito, cuatro en total, las cuales mantenía con el cupo siempre agotado. Cuando se vino a dar cuenta, resultó que debía la no despreciable suma de 80 millones de pesos en tarjetas y todo se le empezó a derrumbar como un castillo de naipes.
No contaba con sus ahorros, porque se los habían descontado para pagar los créditos, no tenía cómo pagar la administración del edificio donde vivía y, peor aún, estaba atrasada en las cuotas del apartamento que había comprado, la única cosa sensata que había hecho en esos alocados tiempos. Para colmo, se quedó sin ese trabajo en televisión que tanta plata le había reportado.
Sin embargo, el bombillo se le encendió rápido: Cerró su apartamento y aceptó el primer empleo que se le presentó, en una emisora de radio. “Empecé a trabajar de 3 de la mañana al medio día, con un sueldo que era el diez por ciento de lo que me ganaba en televisión, pero dije: ‘vamos para adelante, porque a mí nada me va a quedar grande’”.
Finalmente, sola, logró pagar lo que debía. “No hay nada que me dé más orgullo que poder decir que sí se puede salir de la ruina, literalmente”.
Hoy, puede asegurar que aprendió la lección, porque aprendió a manejar sus finanzas con buen criterio y nunca más se ha visto en la acuciante situación de antes.
Ahora que está entregada a la creación de contenidos en la web como influencer de maternidad y pareja, dice que experimenta una nueva vida. “Estoy reinventándome porque sé que el mundo de las redes sociales va a mil y le estoy poniendo todo el empeño a este trabajo que, lejos de ser un hobbie, es una responsabilidad muy grande”.
Rodríguez hoy tiene un bonito hogar con su esposo, Santiago González, padre de sus hijos Matilde y los mellizos Luciano y Lorenzo.