La joven de 26 años, quien llegó de China a Canadá cuando tenía 13 años, ganó en 2015 el derecho a representar a su país de adopción en el concurso de Miss Mundo. Pero se chocó con la realidad cuando China, sede de la final mundial del certamen, le negó la entrada por su lucha en defensa del movimiento espiritual Falun Gong, reprimido duramente en ese país. A pesar del desaire, no bajó los brazos.Anastasia compitió de nuevo el pasado diciembre, cuando el anfitrión era Estados Unidos. Y aunque entró al país norteamericano sin problemas, asegura que el certamen bloqueó sus entrevistas, que solo apareció seis segundos en televisión y que siempre la ubicaron en la parte de atrás del grupo, donde era prácticamente invisible. “Fue inocente pensar que mi padre me vería desde China”, concluyó. Lin no culpó a la organización del evento, y concluyó que entendía pues “es un concurso vulnerable, y el mundo entero está atado a China económicamente”.