Es increíble cómo en menos de una semana el rapero Kanye West se ha quedado sin dos de sus más grandes aliados en el mundo de la alta moda, todo por sus impertinencias tanto a la hora de diseñar su última colección de ropa, como de dar declaraciones en las pocas plataformas masivas que aún le quedan.
La situación es simple. Desde que West mostró unas camisetas con la frase “White lives matters” en el último desfile de su marca Yessy GAP, el mundo se le vino encima y con toda la razón, pues dicha frase va en contra de todo el movimiento de “Black lives matters”, cuya repercusión social y política cada vez es más relevante.
Ahora, muchas luminarias de la farándula internacional alzaron su voz en contra de West, quien ni corto ni perezoso empezó a denigrar defendiendo su derecho a la libre expresión y allí fue cuando llevó su polémica más allá de lo pensado, publicando comentarios que fueron catalogados como “racistas y antisemitas” mencionando a la comunidad judía como impulsora del odio hacia él y por eso “se veía venir una guerra”.
Esa fue la gota que rebosó la copa e hizo que iniciara un efecto dominó en cuanto a la censura del rapero se refiere. Primero fue Instagram, red social que le suspendió el perfil oficial al rapero por ir en contra de su estricta norma de uso, donde no permite ni el más mínimo atisbo de racismo o posible instigación al odio.
Luego vino el turno de Twitter, red social donde migró Kanye luego de su veto en Instagram, despachándose sobre sus declaraciones indefendibles, logrando así también la suspensión de su perfil en dicha plataforma.
Pero Kanye no se quedó quieto y aprovechando los últimos espacios masivos que le quedaban, como el podcast Drink Champ, siguió hablando disparates, lo que enfureció a los pocos amigos que le quedaban en la industria de la moda y así inició su éxodo de dicho círculo empresarial.
Balenciaga fue la primera marca en sentar el precedente y borrar todo tipo de rastro del rapero en sus redes sociales, defendiendo la lucha contra el racismo, la inclusión y los derechos de la mujer. Semanas más tarde, su casa matriz, Kering, anunció tajantemente que la marca de alta costura “ya no tiene ninguna relación ni planes para futuros proyectos relacionados con este artista”, luego de varios años de relación con Ye e incluso de haberlo invitado como invitado especial de apertura de su último desfile en París.
A este pronunciamiento le siguió el rumor de que Adidas, marca con la que West vende sus tenis Yessy, podría estar pensando seguir el ejemplo de Balenciaga, cortando de raíz sus compromisos comerciales con Kanye y dejando atrás uno de sus productos más rentables actualmente.
Pero ahora no es otra marca la que le da la espalda al intérprete de “Stronger”, es nada más y nada menos que la editora en jefe de la revista Vogue Estados Unidos, Anna Wintour, una vieja amiga del rapero que lo ha tenido en cuenta para su revista en infinidad de ocasiones y quien ahora le dice “no más” al comportamiento inaceptable que el cantante insiste en mantener.
Según le reportó un trabajador de Vogue al portal Page Six, Wintour está harta de los comentarios “antisemitas” de West en contra de los judíos y no va a dejar pasar por alto el detalle de sus camisetas, por lo cual no volverá a invitarlo a nada que tenga que ver con su revista, luego de tratar de defenderlo cuando una de sus editoras, Gabriella Karefa-Johnson, alzó su voz en contra del rapero.
Wintour y West habían sido amigos desde 2009, año en que la “biblia de la moda” lo invitó por primera vez a la MET Gala. A partir de ese momento compartieron centenares de eventos y su amistad creció al punto de que Wintour le concedió la portada de su revista al matrimonio del rapero con la mediática Kim Kardashian en 2014.
La última muestra de amistad de Anna con West fue incluir unos lentes de sol de la marca del rapero en uno de los últimos editoriales de moda de la revista, semanas antes del fatídico episodio de “White lives matters”.