La familia real de Reino Unido informó este jueves la muerte de la reina Isabel II en su residencia escocesa de Balmoral, donde vivía hace algunos meses por quebrantos de salud.
Los duques de Sussex cancelaron sus eventos públicos y llegaron hasta este país, donde la reina se encontraba bajo vigilancia por indicación de sus médicos.
Confidencialmente, Meghan y Harry habían viajado a Europa esta semana para visitar tres de sus más queridas obras de beneficencia (una en Manchester, una Inglaterra y otra en Alemania). Como era de esperarse, no le anunciaron a su familia del viaje ni dispusieron de espacios para encontrarse con el príncipe Carlos o con William, hermano de Harry, a pesar de estar a tan solo metros de distancia en Windsor, donde ambos tienen residencia.
Los hermanos escasamente han intercambiado palabra. Más allá de los protocolarios saludos en las fiestas de jubileo de la reina en junio, no han tenido una conversación profunda desde hace más de un año.
Todo esto cambió con el grave estado de salud en que se encontraba la reina y terminó con su muerte, que se dio mientras la monarca estaba acompañada por sus seres queridos.
No fue fácil. Según los expertos en realeza, el que primero tuvo que agachar la cabeza fue el príncipe Harry, quien junto a Meghan ha sacado los trapos reales al sol en numerosas entrevistas. La primera con Oprah, mediante una entrevista en la que culparon a la realeza de racismo; la última, en ‘The Cut’, donde Meghan parece no haber pasado la página e insiste en revelar escandalosos secretos de su familia política. Ante esto, es apenas lógico que la familia real no confíe en ellos.
Teniendo en cuenta que estarían juntos, todo el mundo especulaba sobre cómo sería ese encuentro. Algunos decían que Harry tendría que bajar la guardia y pedir perdón, pero otros, entre quienes estaba Omid Socibe, el biógrafo de los Sussex, consideraron que el primer paso lo debían dar los otros miembros de la familia, haciéndose responsables de sus acciones discriminatorias.
Sin embargo, el encuentro igual se dio ante la premura del evento, aunque William no tiene ningún motivo para creer en su hermano y, en cambio, muchas razones para despreciarlo a él y a Meghan.
Richard Fitzwilliams, experto en realeza británica, le dijo al ‘Daily Mail’: “¿Por qué diablos William debería acercarse a una pareja que usa su estatus real para su trabajo, pero en cada oportunidad ataca públicamente a la familia real? Los Sussex son impredecibles y cualquier conversación bien podría repetirse, especialmente porque están amargados”.
Algo parecido opinó Phil Dampier, autor de un libro sobre el romance de los Sussex. Para él, si bien es terrible que la relación haya llegado a este punto, es hora de que “Harry y Meghan depongan las armas y piensen en un acuerdo de paz”.
Como todos recordarán, en estos dos años en que Harry ha estado viviendo en su mansión de Montecito, California (Estados Unidos), no ha escatimado esfuerzos en criticar a la familia real por el tratamiento que recibió Meghan cuando eran miembros activos de la realeza británica.
Ambos acusan a Kate, duquesa de Cambridge, de hacer llorar a Meghan antes de su boda, y a Camila, duquesa de Cornualles, por causar el divorcio de sus padres, Carlos y Diana.
Los duques han firmado millonarios contratos, precisamente para hablar de la realeza. Hay que decirlo: no le ha ido muy bien al pódcast Archetypes, en el que Meghan se dedica a hablar de boberías intrascendentes con Serena Williams y a explotar su papel de víctima.
Aun así, todos esperan que los Sussex se lucren de hablar mal de la familia real en futuros proyectos mediáticos.
Tom Bower, autor de Revenge, la última biografía de Meghan Markle, dice que “los Sussex saben que cualquier intento de encuentro será rechazado porque tanto Harry como Meghan ha sido muy ofensivos con William, Kate y Carlos ante la prensa norteamericana”.
Además, están jugando de visitantes y en Gran Bretaña no gozan de tanta admiración como en Estados Unidos, porque en el hogar de la casa real se les ve como una pareja obsesionada con promocionarse a sí misma a expensas de la Corona británica, un acto de hipocresía que no les perdonan.
Y es que el discurso que ella dio en Mánchester el lunes en la noche, para un evento de One Young World 2022, fue ampliamente criticado por mencionar la palabra “yo” más de 50 veces en solo siete minutos. Esto hizo fomentar su percepción de mujer narcisista y egocéntrica.
Es muy probable que, ahora que la reina murió, Harry evite a toda costa una confrontación que bien podría terminar en pelea. En honor a su abuela, se espera que los actos protocolarios, aparentemente, se den en buenos términos.