La historia más famosa de niños acogidos por animales como si fuera uno de ellos quizá sea la de Tarzán. Sin embargo, en la vida real estos casos también pueden ocurrir y un buen ejemplo de ello es la historia de Oxana Malaya, la joven ucraniana que, desde hace varios años, ha sido objeto de documentales, como este del programa 60 Minutes, de Australia:
Como se aprecia en las imágenes, Oxana presenta un comportamiento bastante similar al de los perros. La verdad es que ello no se debe a una imitación o el deseo de hacer reír a los demás, sino que, desde muy niña, estrechó un fuerte lazo con un grupo de caninos que, al parecer, cuidaron de ella. Los diversos programas dedicados a su drama la muestran ladrando, jadeando con la lengua afuera o andando en cuatro patas, como lo hacen los caninos. Resulta curioso, pero detrás de esa conducta se esconde un conmovedor drama.
Oxana nació en 1983 en una granja que había caído en la miseria en el pueblo de Novaya Blagoveschenka. Según ella misma lo ha contado, sus padres eran alcohólicos y el recuerdo más vívido que tiene de su madre es orinarse involuntariamente por el miedo que le tenía, pues la golpeaba violentamente siendo bebé. La pareja, recordó así mismo, era muy pobre y con muchos hijos, así que no tenían muchas camas para todos. En 60 Minutes la mujer contó lo que pasó una noche de 1986, cuando solo tenía tres años. En medio de una de sus frecuentes borracheras, sus progenitores pelearon fuertemente y la dejaron afuera de la casa bajo el manto de la noche.
“Se olvidaron por completo de mí”, aseguró Oxana, antes de agregar que, en busca de calor, se refugió con los perros de la granja. Con ellos, aseguró, se comunicaba, imitando sus ladridos. Un vecino notó lo que pasaba y dio aviso a las autoridades, que rescataron a la niña cuando ya contaba ocho años. Primero, fue internada en un orfanato, donde le enseñaron a comer con las manos, caminar erguida y comunicarse con sus congéneres. Sin embargo, pronto se hizo evidente que la experiencia que había vivido a tan temprana edad afectó sus capacidades, de manera que solo alcanzó la edad mental de un infante de seis años. Debido a ello, fue puesta al cuidado de la clínica Baraboy, un centro para personas con discapacidad.
En 2014 llegó hasta allí la antropóloga Mary-Ann Ochota, con la misión de hacer un documental, y manifestó que había algunas inconsistencias en la historia de Oxana. En realidad, señaló, la niña fue llevada al orfanato al año de nacida y allí permaneció hasta la adolescencia.
La versión de Ochota es que las condiciones de aquel sitio eran muy precarias, típicas de las limitaciones de la Unión Soviética, de la cual hacía parte Ucrania. Específicamente, el orfanato tenía pocos recursos y personal, pero sí muchos pequeños desamparados qué atender. En ese contexto, los niños recibían muy poco estímulo, aparte de que ellos mismos se mecían en la cuna o se daban golpes en la cabeza.
Oxana, entonces, empezó a frecuentar los perros del lugar, los cuales le daban el calor físico y emocional que no le brindaban los adultos del internado.
La verdad quizá nunca salga del todo a la luz y hoy el paradero de Oxana no es del todo claro. Se cree que sigue en la clínica Baraboy, donde fue grabada para diversos programas de televisión, ya que no tiene a nadie que la proteja en el mundo exterior. Por un lado, su madre desapareció, mientras que su padre, si bien la fue a ver al centro, parece que no pudo hacerse cargo de ella.
Quienes han conocido a la joven relatan que, efectivamente, tiene problemas para comunicarse con los demás, pues su lenguaje es “extraño”, pero que la impresión al verla por primera vez es mejor de lo esperado. “Habla llanamente, como su fuera una orden. No hay cadencia, ni ritmo, ni musicalidad en su discurso, ni inflexión en el tono”, reveló la psicóloga británica Lyn Fry, quien en 2006 tomó parte en un documental sobre el caso de Oxana para la estación de televisión británica Channel 4.
Fry es experta en niños salvajes y también dio a conocer que Oxana no está en el espectro autista y tiene una faceta chistosa, pues le gusta hacer reír a los demás. También ha tenido novios, pero Fry cree que nunca será capaz de establecer una relación sentimental duradera, todo a consecuencia de los crueles antecedentes de su infancia.