La vida de Ben Affleck ha sido lo más parecido a una montaña rusa, y la primera vez que se subió a ella tenía apenas 7 años. Colaboraba entonces en la película de un amigo de sus padres, cuando descubrió su vocación por la actuación. Solo un año después saltó a una producción de la cadena de televisión pública estadounidense PBS, donde no solo empezó a ganar aplausos, sino también conoció a un niño apenas dos años mayor llamado Matt Damon, quien con el tiempo se convirtió en un amigo entrañable. A su lado, Affleck se volvió una estrella. Pero, a diferencia de Damon, nunca dejó de ser un hombre de contrastes. Había nacido en 1972 en California, un estado vinculado con el entretenimiento. Pero sus padres, una profesora de colegio y un trabajador social con problemas de alcohol, pronto se mudaron con la familia al frío Massachusetts. Poco antes de cumplir 20 años, Affleck abandonó la universidad y se la jugó por Hollywood. Despegó en 1997 en Good Will Hunting (El indomable Will Hunting), cinta que escribió a cuatro manos con Damon y que ambos protagonizaron al lado de Robin Williams. La obra les trajo el Globo de Oro y el Oscar al mejor guion, pero Damon supo aprovechar el éxito y, con papeles estelares en Salvando al soldado Ryan (1998) y la saga de acción Bourne (2002), se volvió un fenómeno global. Mientras tanto, Affleck, a pesar de participar en éxitos de taquilla como Armageddon y Pearl Harbor, no lograba deshacerse de la imagen de niño lindo y propulsarse al estrellato. Más bien, perdió las riendas de su vida privada y se entregó al alcohol. En 2001 terminó en la clínica de rehabilitación ‘Promises’ de Malibú. Renovado, se enamoró de Jennifer López y así no solo pasó a ser uno más en el largo listado de conquistas de la cantante, sino que también perdió el poco respeto que la crítica le tenía. En 2003 rompió con la diva del Bronx y, durante la grabación de Daredevil, arrancó un romance con la coprotagonista Jennifer Garner. Se casaron en 2005 y tuvieron dos hijas y un niño. Con el apoyo de Garner, Affleck revivió como artista y se estrenó como director de largometrajes en Adiós pequeña, Adiós. En 2012, su carrera alcanzó la cumbre con Argo, cinta dirigida y protagonizada por él y ganadora del Oscar a mejor película, que le permitió finalmente alzarse entre los grandes del cine. Pero volvieron los problemas, esta vez vinculados con su obsesión con el juego. Según él mismo aceptó, contaba cartas para ganar en blackjack y por ello varios casinos Hard Rock le vetaron la entrada. Esta faceta oscura hirió la relación con Garner y así aparecieron grietas que con el tiempo se agrandaron. Mientras tanto, Affleck seguía navegando la ola de la fama, potenciada por un nuevo éxito: Gone Girl (Perdida), de 2014. Pero el amor finalmente se quebró. El pasado martes, tras varios intentos de mantener vivo un matrimonio que cumplió su décimo aniversario justo el día anterior, Affleck y Garner se divorciaron. Según un comunicado, lo hacen en buenos términos y compartirán la custodia de sus tres hijos: Violet, de 9, Seraphina, de 6, y Samuel, de 3. La ruptura es solo el clímax de un año negro para el actor. En octubre de 2014 participó en el programa Finding Your Roots (Encontrando sus raíces), que analiza el árbol genealógico de figuras públicas. Las recientes filtraciones de comunicaciones internas de Sony revelan que Affleck les pidió a los productores encubrir que en su familia había ancestros esclavistas. Las revelaciones salieron a la luz en abril de 2015 y forzaron a Affleck a pronunciarse vía Facebook: “No quería que ningún programa de televisión sobre mi familia incluyera un hombre que tenía esclavos. Estaba avergonzado. Solo pensarlo me dejó un mal sabor”. Y añadió: “Me arrepiento de mis primeros pensamientos de que el tema de esclavitud no fuera incluido en la historia. No merecemos crédito o ser juzgados por nuestros ancestros”. Por el incidente, el programa fue cancelado el 24 de junio. Ahora, nuevamente soltero, Affleck deberá sortear las críticas o los aplausos que vengan del estreno de su esperada encarnación de Batman en 2016. Y tiene esperanzas, porque para superar días tan complejos como los que está viviendo a lo mejor no le caería nada mal andar por un tiempo con un traje y una máscara.