El único principio que ha acompañado toda la carrera política de Boris Johnson es su propio interés. Quienes lo vieron escalar en el Partido Conservador, o Tory, y fueron sus compañeros en sus años de periodista, afirman que para llegar a primer ministro construyó una imagen pública que contradecía sus opiniones en privado. Pero nada importaba si ello le permitía sobresalir entre la multitud. De tal visibilidad habla muy bien su constante aparición en tabloides, en cuyas páginas su imagen de hombre de letras, divertido y estadista se ha mezclado con la de adúltero, pervertido e imprudente.
Durante sus años como estudiante de Humanidades en Oxford conoció a la acaudalada socialite Allegra Mostyn-Owen, hija de William Mostyn-Owen, director de la casa de subastas Christie’s, y de la escritora italiana Gaia Servadio. La boda, en 1987, conjugó la crème de la crème de Inglaterra e Italia, pero la unión no funcionó porque él necesitaba a su lado a una mujer dispuesta a sacrificar sus propias aspiraciones en beneficio de su carrera.
Se casó en 1987 con Allegra Mostyn-Owen, hija del director de la casa Christie’s. Ella lo dejó cuando supo que la traicionaba con Marina Wheeler. Todo acabó seis años más tarde, cuando Allegra descubrió su affaire con la abogada Marina Wheeler, hija de sir Charles Wheeler, un legendario corresponsal de la BBC. Apenas unas semanas después del divorcio, Johnson se casó con Wheeler, ya embarazada de Lara Lettice, la primera de los cuatro hijos que tendrían juntos. Entre 1999 y 2005 el político fue editor de la revista The Spectator y tuvo una larga aventura con la columnista Petronella Wyatt. Durante el romance, ella tuvo un aborto espontáneo y otro voluntario, pagado por Johnson. En 2004, cuando el amorío con Wyatt fue la comidilla, el líder conservador Michael Howard lo obligó a renunciar al cargo de vicepresidente de su partido.
Johnson calificó las acusaciones de disparates y, al negarse a dimitir, fue destituido. No solo fue expulsado de la política, sino también de su casa. Por un momento se pensó que su carrera había quedado sepultada por el coletazo de su vida privada, pero en 2005 fue elegido parlamentario por el condado de Henley, y se reconcilió con Marina.
Marina Wheeler, con quien se casó en 1993, le dio cuatro hijos y le soportó todas sus infidelidades por 25 años. Se divorciaron en 2018. Al año siguiente, sin embargo, el diario sensacionalista News of the World lo pilló a la salida de la casa de la periodista Anna Fazackerley, y aunque ambos se esforzaron por negar los chismes de que se acostaban, nadie les creyó. En 2010, al cumplir dos años como alcalde de Londres, Marina le exigió que dejara el hogar, cuando el Daily Mail reveló que tenía una hija extramatrimonial con la consultora de arte Helen Macintyre. El escándalo llegó a los tribunales, ante los cuales la amante reclamaba que la prensa dejara de nombrar a Johnson como el padre de la pequeña. Sus alegatos no fueron atendidos, pues en 2013 un juez determinó que el público tenía derecho a saber acerca de la conducta indiscreta del burgomaestre.
Según se reportó hace poco, ese no habría sido el único desliz de Johnson a su paso por la Alcaldía, sino que se enredó también con Jennifer Arcuri, empresaria estadounidense y exbailarina de pole dance que recibió subvenciones de un fondo público de la capital británica por 126.000 libras esterlinas para sus negocios. En una entrevista para la televisión de su país, Arcuri no desmintió una relación con el primer ministro, y en otra afirmó que en una ocasión, en su casa, Johnson le pidió que le mostrara algo de su rutina con la barra.
A Johnson se le acusa de haberle concedido subvenciones gubernamentales por unos 165.000 dólares a la empresaria Jennifer Arcuri, con quien se acostaba. Como siempre, Boris negó las habladurías y se declaró completamente orgulloso y satisfecho de su gestión como alcalde. Su actual pareja es Carrie Symonds, directora de comunicaciones del Partido Conservador. La relación se divulgó antes de que él se divorciara de Marina Wheeler, quien en 2018 se cansó de 25 años de infidelidades, separaciones y reconciliaciones. Symonds, 24 años menor que Johnson, es hija de Matthew Symonds, uno de los fundadores del diario The Independent.
Con ella, parece que la relación tampoco está exenta de altibajos. En junio pasado, la policía fue alertada por gritos, golpes y ruido de platos rotos en la casa donde vivía juntos. Los oficiales que atendieron el caso no encontraron motivos suficientes para actuar y los involucrados no se pronunciaron al respecto. Por lo pronto, la prensa especula sobre una tercera boda de Johnson, el tercer primer ministro divorciado desde 1721, al tiempo que ella, con sus 31 años, es la pareja más joven de un hombre en el cargo desde 1846. Johnson es otro político que se ha visto en el ojo del huracán desde que el movimiento #MeToo desató una ola de delaciones de acoso sexual. Recientemente, Charlotte Edwardes, periodista del Sunday Times, denunció en un artículo que él la manoseó durante un almuerzo privado en las oficinas de The Spectator en 1999. El primer ministro, como siempre, lo refutó, pero miembros de su partido y de su gabinete, como Matt Hancock, secretario de Salud, salieron en defensa de ella.
Con la actriz y ministra griega Melina Mercouri cuando estudiaba en Oxford, donde era muy popular. Por esa época experimentó con marihuana y cocaína. En 2016, cuando Johnson empezaba a perfilarse para el cargo más importante de la política británica, su examante Petronella Wyatt dio a entender que detrás de todas estas temerarias actuaciones se esconde una profunda soledad: “Hay una parte de Boris que quiere ser primer ministro porque el amor de su familia y de los votantes conservadores no es suficiente. Quiere ser amado por el mundo entero”. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.