Corría 1976 cuando uno de los más consagrados músicos y compositores de aires bailables en Venezuela, le dio por componer un villancico cuyo primer verso se inmortalizó en todo el continente: “En mi burrito sabanero voy camino de Belén”.
Dicen que Hugo Blanco lo escribió de un solo plumazo y, emocionado como pocas veces, se obsesionó con grabarlo, pero no había conseguido la voz perfecta; sin embargo, el destino lo cruzó con Ricardo Cuenci, quien entonces tenía apenas 8 años y relató en una entrevista con La Cata Musical, un popular programa en YouTube dirigido por César Muñoz, cómo conoció a Blanco y cómo se convirtió, en un abrir y cerrar de ojos, en la voz que le dio vida a uno de los villancicos más populares de América Latina.
“Estaba grabando Hugo Blanco en un estudio y me decían que yo tenía muy buena voz. Empecé a cantar en los pasillos, a silbar, estaban grabando y el que estaba cantando no les gustaba y dijeron: “¿Quién está allá afuera? ¿Te sabes la letra?’ y me hicieron cantar, yo no pronunciaba la s, decía burrito tabanero y así salió El burrito sabanero”, contó con una evidente nostalgia.
El tema fue prensado en un disco de 45 revoluciones por minuto, y se llamó inicialmente El burrito de Belén, y fue interpretado por Cuenci, acompañado por un grupo de niños que hacía parte del coro infantil de Venezuela, que, para efectos de la grabación, se llamó La Rondallita. Comenzó por popularizarse, increíblemente, en las rocolas de Venezuela, hasta convertirse en un hit cuando llegó a Puerto Rico, y desde allí a toda América Latina.
Un empresario de conciertos de ese país, Carlos Feliciano, llamó a Hugo Blanco para contarle del furor de la canción y le propuso que grabaran un disco completo, de 33 revoluciones, conocido como un L.P. o Long Play, porque la gente exigía ver a los niños en vivo. Blanco le dijo que no podía, porque se requerían 12 canciones y él tenía grabadas apenas seis.
Hábilmente, Raúl Cabrera, director del coro, propuso que grabaran las seis canciones con letra por el lado A del disco, mientras que por el lado B prensaran los mismos temas, pero en versión instrumental. Esa decisión provocó que la gente se aprendiera rápidamente la letra del villancico y lo volviera más célebre todavía. Entonces, Cuenci y el coro navideño del cual hacía parte comenzaron a viajar y brindaron innumerables conciertos.
El productor que los recibió en Puerto Rico fue Edgardo Díaz, quien por esa época fraguaba la creación del legendario grupo Menudo, que enloqueció a las adolescentes en los años ochenta. Díaz quedó impresionado con la voz de Cuenci, pero lo descartó por ser muy joven, ya que todos los integrantes del grupo tenían entre 12 y 14 años.
“Tuve una oferta con el grupo Menudo, en ese tiempo el grupo estaba formándose y teníamos una amistad con Edgardo, me vio cantar y me dijo que si yo quería pertenecer a Menudo, pero yo era muy niño y al final todo quedó ahí. Imagínate, si yo hubiese estado con Menudo, otro gallo fuera cantado, estaría todavía cantando, ayudando a mi familia y no estaríamos en la situación en la que estamos ahorita. Ya adulto, yo dije: ‘Bueno, lo que no fue...”
Y tenía razón: como todo en la vida, el cuento de hadas acabó, y con el correr de los años, Cuenci cayó en el olvido, y de la fama solo quedaron los aplausos porque, según dijo, jamás le dieron un centavo de regalías ni le pagaron por sus presentaciones en vivo. “Nosotros nunca, ninguno de nosotros recibimos nada, ni reconocimientos. Te cuento esto con mucho sentimiento, porque quisiera justicia conmigo, ahora tengo gente detrás de mí que necesita bastante ayuda y yo lo quiero hacer trabajando, no mendigando y, discúlpame la palabra, porque me gusta trabajar, eso es lo que quiero”, aseguró visiblemente triste.
Conmovido, el conductor del programa de YouTube anunció que desde ese momento encabezaría una colecta pública en la que cualquier persona puede donar dinero para ayudar a Cuenci (haga clic aquí), quien pasa por serios problemas económicos.
“Durante más de cuatro décadas, todos los hispanos hemos celebrado y hemos disfrutado de estas navidades, junto a la voz y el trabajo que Ricardo hizo cuando era un niño; y creo que entre todos podemos hacer algo por él, como un gesto de agradecimiento a su contribución invaluable a nuestra cultura latina”, aseguró César Muñoz, quien se comprometió a difundir también otras iniciativas para ayudar al cantante, cuya voz es sinónimo de ternura navideña.