Hace cinco años, cuando se conmemoraron 20 años de la desaparición de la princesa de Gales, se encendió un polvorín porque Channel 4 lanzó un documental titulado Diana: In Her Own Words, en el cual ella hacía revelaciones candentes, incluidas las de tipo sexual.

El testimonio había sido recogido, entre 1992 y 1993, por su instructor de voz, Peter Settelen, en una serie de videos que eran el plato fuerte del programa. Por su parte, familiares de Diana, como su hermano Charles Spencer, o amigos como Rosa Monckton, se oponían a que todo ello saliera a la luz, porque podía afectar a sus hijos, los príncipes William y Harry, o porque pertenecía a la esfera estrictamente privada. Mientras tanto, un sector abogaba por la emisión, bajo el argumento de que se trataba de un testimonio de relevancia histórica que permitiría conocerla mejor.

El documental, en últimas, salió a la luz y causó la sensación esperada porque, entre otras cosas, respondió a una vieja pregunta por resolver: ¿había sexo entre Carlos y Diana? La respuesta de la princesa en los videos es afirmativa, aunque no se calló los bemoles. “El instinto me decía que lo nuestro era raro. No sé, pero la iniciativa no partía de él. Hacíamos el amor como una vez cada tres semanas y eso me dejaba pensando hasta que descubrí que él seguía un patrón porque antes de casarnos también se veía con su amante (Camilla Parker Bowles) cada tres semanas”, relató Diana Spencer en los videos.

De todos modos, se le oye decir más adelante: “Hubo una relación sexual entre nosotros, pero la chispa se apagó hace como seis, siete años”, lo cual da a entender que sus últimas intimidades se dieron hacia 1987. Para comprender las confidencias, vale recordar que los videos fueron grabados entre 1992 y 1993, un momento crucial en el destino de la princesa, pues se había separado de Carlos y se disponía a dejar atrás el infierno que vivió como miembro rebelde de la familia Windsor. En efecto, el propio Carlos le confió a Nancy Reagan, primera dama de Estados Unidos, que su matrimonio con Diana había sido una “tragedia griega”.

El desastre se gestó antes del casamiento, acaecido en 1981. En tanto que el mundo soñaba con la que se conoció como “la boda del siglo”, la hija del conde Spencer, de solo 19 años, era decepcionada por su real prometido, quien le reconoció que había sido amante de Camilla Parker Bowles, una mujer casada. Carlos no tuvo el menor cuidado para evitar que Diana se enterara de que él le mandaba regalos a su querida o que lo oyera diciéndole frases como: “Pase lo que pase, siempre te amaré”. En efecto, hoy está casado con Camilla. Diana se obsesionó con la amante del príncipe y empezó a mostrar cambios súbitos de humor. Luego la atacó la bulimia, la cual, afirma en los videos, comenzó el día en que Carlos le hizo ciertos comentarios. Luego de tocarle el talle, le dijo: “Estás algo rellenita aquí”.

“Eso disparó algo en mí”, confesó Diana, al culpar a Carlos de un trastorno que le duró años. Comenzó a comer y vomitar hasta cuatro veces al día y si en la primera prueba del traje de novia tenía 73 centímetros de cintura, el día del matrimonio estaba en 59. Lady Di expresó en los videos que Carlos se sentía celoso de lo popular que ella se volvió en su país y en el mundo desde antes de casarse.

“Mi esposo me hacía sentir deficiente en todas las formas posibles y cuando intentaba tomar aire, él me hundía de nuevo”, expresó Diana en los videos. Para el mundo era una especie de diosa, pero de puertas para adentro, se despreciaba a sí misma y nunca dejó de sentirse una extraña en la familia real. Se hería con cuchillos e intentó suicidarse varias veces cortándose las muñecas o lanzándose por un ventanal. La propia reina Isabel presenció cómo, estando embarazada del príncipe William, se botó por unas escaleras.

A propósito de su suegra, Diana cuenta en las grabaciones: “Fui sollozando donde la reina y ella me contestó: ‘No sé qué debes hacer, Carlos está desesperado’. Esa fue toda su ayuda”. La llamada “princesa del pueblo” también manifestó que quería irse de la realeza y lamentaba que su propia familia, los Spencer, no la ayudaban. Nadie la entendía, era su queja general.

Los Windsor, por su parte, seguían a Carlos en la idea de que la bulimia era la causa de lo mal que iba el matrimonio. Por su propio hijo William, Diana supo que su marido la tildaba como “la mujer más egoísta que he conocido”. Él, así mismo, pensaba que ella nunca lo amó, sino que se casó halagada porque un hombre mayor (él le llevaba 13 años) la cortejaba. Un bando de amigos y aduladores del heredero al trono le declaró la guerra a Diana y difundió que ella planeó seducir al príncipe interesada en su posición, sedienta de fama y, sutilmente, hizo que la cortejara.

Pero ella contó la historia de un modo muy distinto. Sostenía que fue el príncipe quien se le abalanzó en una de sus primeras citas, luego de que ella le mencionara lo solo que debía sentirse, durante un asado al que asistieron en 1980. Contaba además que él la asediaba por teléfono y cuando estaban juntos no se le despegaba, “estaba encima de mí como una erupción en todo el cuerpo”. Empero, los amigos del príncipe aseguran que casi no tenían contacto físico y que en las cerca de 13 veces que se vieron durante el noviazgo siempre estaban con otras personas.

Diana relató que concibieron al príncipe Harry tras una fiesta, en lo que fue una especie de noche tregua en medio de sus ya claros conflictos conyugales. “Sí, lo hicimos”, le dice a su instructor. El romance se reavivó durante el embarazo, en especial durante las seis semanas antes del parto, en las cuales Carlos estuvo especialmente cercano y atento con ella.

Cuando Harry nació, el príncipe se decepcionó porque quería una niña y tampoco le agradó mucho que fuera pelirrojo. Finalmente, terminó por adorar al principito (hoy la oveja negra de los Windsor), pero el matrimonio nunca se recuperó. En 1989, al ver lo cabizbajo que vivía Carlos, sus amigos lo volvieron a juntar con Camilla, a quien no había podido desposar en los años 1970 porque a la casa real le parecía “recorrida” y no tan de alcurnia como para ser reina de Inglaterra.

Diana aseguraba además que Carlos tenía el permiso de su padre, el príncipe Felipe, para serle infiel, pero la verdad es que ella igualmente tenía romances extramatrimoniales. En 1992 se separaron y se divorciaron en 1996, tras una guerra de difamación y de aireo de trapos sucios ante el mundo, que marcó la peor crisis de la familia real desde la abdicación de Eduardo VIII, en 1936.

Nunca se sabrá qué habría sido de Diana si no hubiera muerto prematuramente, a los 36 años, aquel 31 de agosto de 1997, pero, de acuerdo con los videos, ella se veía viviendo fuera de Inglaterra: “Sé que un día, si sigo las reglas del juego de la vida, seré capaz de tener las cosas que siempre he anhelado y ellas serán mucho más especiales porque estaré vieja y sabré apreciarlas mucho más”.