La sensación editorial del año en el país es la publicación, esta semana, de las cartas de Mitterrand a Anne, un libro con más de 1.200 cartas enviadas a su amante secreta (y, desde 1974, madre de un hija suya) Anne Pingeot, entre 1962 y su muerte en 1996. Las cartas muestran una faceta del presidente que nunca dejó entrever su imagen pública. Las cartas rebosan amor, ternura y devoción, y están escritas en un lenguaje que tiene maravillados a los críticos literarios. No sorprende que el lanzamiento del libro, que coincide con el centenario del nacimiento de Mitterrand, haya generado un estallido de nostalgia por el gran hombre, en cuya comparación parecen marchitarse los presidentes de hoy en día. Mitterrand era senador socialista y ex ministro cuando conoció a Anne Pingeot. Él tenía 46 y ella 27 años menos. Extractos de "Cartas a Anne" 25 de julio de 1965: "La fortaleza de mi amor proviene de lo que estos largos meses nos han dado en entendimiento intelectual, curiosidad compartida, placer sutil, comunión estética, atracción a las cosas esenciales y simples de la vida culminando finalmente en lo que luego llega como una tormenta en julio... la evidencia de esa unidad en la que se entremezclan el alma y el cuerpo". 16 de julio de 1970: "Adoro tu cuerpo, la alegría que fluye a través de mí cuando poseo tu boca, la posesión que me quema con todos los fuegos del mundo, la explosión por ti de mi sangre en las profundidades del corazón, tu placer que estalla del volcán de nuestros cuerpos, una llama en el espacio, la quemazón". Ella era hija de una prominente familia católica de la ciudad de Clermont-Ferrand, y fue su padre quien inicialmente se hizo amigo de Mitterrand. La primera carta registrada es de octubre de 1962, cuando promete a Anne mandar una copia de un libro sobre Sócrates. Dos años después, está claro que los dos se han convertido en amantes, cuando los formales vous dejan paso al íntimo tu. Las cartas dejan pocas dudas de que Anne era la mujer más importante en la vida de Mitterrand. Desde 1944 él estaba casado con Danielle Gouze, con la que tenía dos hijos, Jean-Christophe y Gilbert. A lo largo de su carrera política Danielle, quien también tenía sus propias ideas políticas fuertes, fue su compañera oficial. Pero tras bambalinas él estaba alimentando, y estaba siendo alimentado, por su amor por Anne, quien se convirtió en especialista en escultura del siglo XIX y curadora del Museo Orsay, en París. A pesar de la diferencia de edad, compartían intereses en la literatura, Francia, el arte y las ideas, y Mitterrand evidentemente sentía que Anne era alguien con quien podía comunicarse casi en un plano espiritual. "Cerca de ti, unido contigo, en ti -eso es lo que soy. Es la paradoja increíble: existo en el mismo momento en que me disuelvo en ti", escribe poco después de convertirse en amantes, en 1964. El la llama Nanoon, Nannour y Animour. Ella lo llama Cecchino. Entre los afectos y el erotismo, también hay política y acontecimientos del día a día, mientras Mitterrand (con un ojo puesto en que las cartas se publicarían) cuenta su ascenso hacia la presidencia. Las cartas son más frecuentes hasta 1974, cuando nace su hija Mazarine. Desde ese momento, los tres tienen una cierta vida doméstica (aunque secreta) así que hay menos necesidad de escribirse cartas. Al final de su vida, enfermo de cáncer, Mitterrand escribe a Anne desde la isla de Belle-Ile: "Mi felicidad está en pensar en ti y amarte. Siempre me has dado más. Has sido mi oportunidad en la vida. ¿Cómo podría mi amor no seguir creciendo todavía? Las reacciones en Francia han sido casi entusiastamente positivas. Como dijo un editorialista en el diario financiero Les Echos: ¿Quién hubiera pensado que un día Mitterrand tocaría nuestros corazones?". Para los leales a Mitterand, las cartas no son solo una prueba de que su héroe era también un gran estilista literario. También disipan en parte la caricatura extendida de Mitterrand como un cínico casi-faraón. Para muchos otros, son un recordatorio, fueran cuáles fueran las limitaciones de Mitterrand, de qué era tener un presidente a la altura del puesto. Ha habido diversión en las comparaciones jocosas con dos ocupantes más recientes del palacio del Elíseo y sus menos elevadas declaraciones amorosas: "Con Carla [Bruni], ¡es de verdad!", dijo Nicolas Sarkozy. Y Francoise Hollande, que dijo a través de un comunicado oficial: "por esto declaro que he puesto final a mi vida compartida con Valerie Trierweiler". En cuanto a Anne Pingeot, que tiene ahora 73 años, su discreción continúa siendo total. Tras conservar las 1.218 cartas en cajas de zapatos durante todos estos años, aceptó que se publicaran solo con la condición de no participar en la promoción del libro. No habrá entrevistas. Algunos dicen que ella quiere que aflore la verdad. Durante años, los franceses la vieron como una víctima: la amante obligada a esconder su amor y, cuando murió Mitterrand, a llorar sola con su hija. Con este libro, ella se vuelve un personaje central en la historia de la Francia moderna.