Charles Webb, el reconocido chef americano, nacido en Chicago, que le ha dado la vuelta al mundo cocinándole a la realeza, a billonarios y a celebridades, es un enamorado de Colombia. Dentro de sus comensales se destacan estrellas de Hollywood como George Clooney y Angelina Jolie, artistas como el meastro Fernando Botero. Y ha trabajado en restaurantes como Noma, en Copenhague, uno de los más importantes del planeta, con tres Estrellas Michelín.
Creció en San Antonio, Texas, y en Guanajuato, México. Y al país arribó hace unos días no solo para promocionar su popular programa Chef on tour, sino para recorrer una de las ciudades de Colombia que más le gustan: Medellín. En la capital paisa, Webb entrevistó personajes y se sumergió en varios espacios culturales, con un equipo de seis personas expertos en cine y habilidades digitales, con los que trabaja para grabar los contenidos de su programa. Incluso, cocinó una cena especial para destacados representantes del mundo político, social, cultural y periodístico de la ciudad.
La cita fue en La Makha, donde los comensales disfrutaron de una cena ofrecida a seis manos. Además de Webb, estaba su invitado especial, proveniente del reconocido restaurante de Barcelona El Provisional, Sergi Marqués; así como el chef del restaurante anfitrión, Camilo Rojas.
“Estoy muy emocionado de volver a Colombia, es un país hermoso, con unas características únicas en su gente, su variedad en frutas, verduras, flores, paisajes, es una maravilla”, asegura Webb que desde ya anunció que la próxima ciudad de Colombia que visitará será Barranquilla. Esto le contó el afamado chef a SEMANA:
SEMANA: ¿Qué lo trajo a Colombia?
Charles Webb: Escuchando a mis seguidores y entendiendo lo que sucede en materia de gastroturismo en varias partes del mundo y en Colombia, en ciudades como Cartagena y Medellín, veo un gran potencial. Medellín es una joya, ha crecido en muchos sentidos. Y veo que muchos turistas se sienten cómodos visitando este país. Y muchos se quedan hasta viviendo en la ciudad. Inversionistas y nómadas digitales que encuentran en este país un lugar para quedarse. Entonces, cuando comenzamos a planear la temporada 2024/2025 del programa, la primera ciudad que se nos vino a la mente fue Medellín, una de las mejores ciudades en el mundo.
SEMANA: ¿Qué sabores de Colombia lo atraen?
C.W.: Muchas cosas. Pero, más que eso, lo que me atrae es la calidad del producto. Y ver cómo los pequeños productores están creciendo. Cultivan con mucha calidad, tanto, que se puede exportar. Entonces, son personas que exportan al mundo un poco de Colombia y sus sabores.
SEMANA: Medellín se ha abierto al mundo... ¿qué le llama la atención de la transformación culinaria de la ciudad?
C.W.: Encontrar chefs que están empujando el sector con productos locales, valoran lo propio. Se inspiran con lo que ellos mismos cosechan. Esa es una gran apuesta. En Estados Unidos, los chefs no tenemos esa posibilidad. Muchas cosas toca importarlas.
SEMANA: Colombia parece vivir un buen momento gastronómico, desde hace unos tres años nuestros chefs figuran en rankings como ‘Los 50 mejores restaurantes del Mundo’
C.W.: Es impresionante: tienen El Cielo, con el chef Juan Pablo Barrientos. Selene en Cartagena. El Chato en Bogotá. Colombia vive una revolución gastronómica, que apenas está empezando. Se abren cada vez más al mundo a través del gastroturismo. Yo soy de Chicago. Y veo, por ejemplo, que ya se puede viajar Bogotá-Chicago directo. Eso es maravilloso. Y se abre una nueva ruta de Houston a Medellín. Esa fama gastronómica que ha ganado Colombia es la responsable, en parte, que se abran esas posibilidades a los viajeros. Eso me parece fascinante.
SEMANA: ¿Cómo empieza su historia con la cocina?
C.W.: A finales de los 70 mis papás se separaron y yo tenía la oportunidad de empezar a aprender a cocinar. Mi mamá estaba luchando por la familia. Y yo debía aprender a valerme por mí mismo. En la adolescencia me fui metiendo a la cocina para seguir aprendiendo, y me quemaba mucho, pero aprendí. Yo tenía una novia, que trabajaba como camarera, y ganaba muy buenas propinas. Y me fui involucrando también en todo lo que era el servicio. Eso me ayudó a pagar mis estudios en economía y finanzas. Pero no pensé que iba a hacer una carrera en la cocina. Hasta que vi caer las Torres Gemelas en Nueva York. Yo estaba a pocas cuadras de donde había ocurrido todo. Y eso me impactó tanto, que sentí que debía cambiar mi vida. Fue cuando volví al mundo de alimentos y bebidas. El resto es historia.
SEMANA: ¿Por qué la caída de Torres Gemelas fue un punto de inflexión en su vida?
C.W.: Pienso en eso 23 años después de que ocurriera todo. Y todo aquel que haya estado ese día en Nueva York, viendo todo lo que pasó, no puede ser indiferente. Uno veía esas imágenes dantescas y pensaba que era como el fin del mundo. Uno empieza a cuestionarse la vida, a replantear las prioridades, entre ellas la salud mental, de la que muchas veces no nos ocupamos. Y con la gente que sentía que podía tener un nuevo comienzo, era con personas del mundo de la cocina.
SEMANA: ¿Cómo ha llevado sus influencias latinas a su cocina?
C.W.: Mi abuelo era mexicano, mi abuela italiana. Ambas son grandes cocinas. Viví en México mucho tiempo en los años 80. Y crecí en Texas. Entonces, tengo una mezcla de todo eso. Eso lo llevo en el ADN. Me encanta usar chiles mexicanos, ajíes. Me gustan las especias y la calidad de los productos de esta región del mundo.
SEMANA: ¿Qué le falta a Colombia para llegar a ser un referente gastronómico, al estilo de México o Perú?
C.W.: Le falta visión. Y colaboración. Lo tienen todo para llegar a ese nivel: grandes chefs, grandes sabores, grandes productos y únicos, gran biodiversidad, gran creatividad. Si se lo proponen, pueden comenzar a escribir un nuevo capítulo del país en materia de gastronomía. Tienen que aprender a transitar ese camino. No sé por qué otros países han logrado convertir su cocina en la razón de su cultura. Como los peruanos, que se apropiaron de sus sabores y de sus costas para llevarlas al mundo. Pero, insisto, falta visión.