Cada 29 de septiembre se recuerda el ‘Día Internacional de la Concienciación sobre reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos’, una conmemoración que en este 2023 se da en medio de una crisis alimentaria desencadenada por el covid-19 y problemas climáticos en América Latina y el Caribe.
Y las cifras son preocupantes: en América Latina y el Caribe, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO —que presentó un completo estudio sobre el tema este viernes—, se pierde el 11,6 por ciento de los alimentos. Esto equivale a 220 millones de toneladas de alimentos cada año, unos 330 kilogramos per cápita. Y esto representa una estimación económica cercana a los 150 mil millones de dólares cada año.
En el mundo, se estima que el 13 por ciento de los alimentos se pierden en la cadena de suministro, desde la postcosecha antes de la venta al por menor, y un 17 por ciento se desperdicia en los hogares, servicios de alimentos y el comercio minorista.
Los niveles más altos de pérdidas ocurren en alimentos ricos en nutrientes, como frutas y verduras (32 por ciento), así como carne y pescado (12,4 por ciento). Los números son alarmantes, tomando en cuenta que existen 43,2 millones de personas que sufren de subalimentación en América Latina y el Caribe y, además, es la región con el costo de una dieta saludable más alto en comparación con el resto del mundo.
En Colombia el panorama no es menos crítico. Se calcula que se pierden 9,7 millones de toneladas de alimentos al año, mientras que casi un tercio de los hogares vive en inseguridad alimentaria grave o moderada.
Y con la comida que se bota en Colombia cada año, se podría darle de comer a toda la población de Panamá, más toda la de Uruguay y Luxemburgo, con tres comidas al día durante un año, calcula la FAO.
Y paradoja es compleja en un país como Colombia, donde unos 20,4 millones de personas no logran acceder a los alimentos que necesitan cada día, que están bajando la calidad de lo que comen saltándose comidas, pidiendo alimentos prestados o endeudándose para adquirir alimentos, según denuncia el organismo.
Es que, tal como lo revelan entidades como la FAO, 219 menores de cinco años han muerto por desnutrición y más de 560.000 niños tienen desnutrición crónica, todo mientras “Colombia bota la tercera parte de los alimentos”.
Colombia tiene hambre
Es que en Colombia, aunque se produce más de lo que se consume, hay personas que no logran acceder a los suficientes alimentos para satisfacer sus necesidades y llevar a cabo una vida sana porque no tienen los recursos suficientes. Este concepto se llama inseguridad alimentaria y en Colombia, según una encuesta del Dane y la FAO, revelada en julio pasado, el 28,1 por ciento de los hogares vivió en esta situación el año pasado.
Esto quiere decir que 28 de cada 100 hogares colombianos tuvieron que disminuir la cantidad y calidad de los alimentos consumidos, al menos una vez durante los últimos 12 meses, debido a la falta de dinero. Además, para el 4,9 por ciento de ellos la prevalencia de inseguridad alimentaria fue grave, lo que significa que en cinco de cada 100 hogares al menos una persona se quedó sin comer durante todo un día debido a que no tenían recursos.
La peor parte se la llevan los hogares de La Guajira (59,7 por ciento), seguido de los de Sucre (47,9 por ciento), Atlántico (46,1 por ciento), Magdalena (45,3 por ciento), Chocó (43,2 por ciento) y Cesar (41,1 por ciento). Estos tienen las mayores prevalencias de inseguridad alimentaria moderada o grave. (ver gráfico)Después aparecen los departamentos de Arauca (39,3 por ciento), Córdoba (38,9 por ciento), Nariño (37,1 por ciento) y Vaupés (36,1 por ciento). Y siguen los de Bolívar (32,1 por ciento), Vichada (30,7 por ciento) y Guaviare (30,4 por ciento).