Por Adair Lamprea Esta semana, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, lo dijo sin titubeos: "Estamos en guerra. Una guerra sanitaria, pero el enemigo está ahí. Invisible, escurridizo". Con esa frase anunció una de las medidas más drásticas que han vivido los franceses en el último medio siglo: el confinamiento casi total. A pesar de eso, a días de la medida, la situación es cada vez más grave. Este miércoles, 89 personas más habían muerto en las últimas 24 horas (Francia llegó así a 264 personas fallecidas). Pero la gravedad está ahí latente, 921 pacientes están en reanimación en hospitales y se debaten entre la vida y la muerte.  "Estamos en guerra. Una guerra sanitaria, pero el enemigo está ahí. Invisible, escurridizo", Macron Los protocolos dados por el Gobierno evidenciaron la necesidad de estar en casa por lo menos durante 15 días, con reglas estrictas a respetar y con desplazamientos reducidos. Las salidas solo son autorizadas en caso de urgencia, para compras esenciales de alimentación y de tipo médico, y hay algunas autorizaciones para las personas que no pueden realizar el teletrabajo y necesitan desplazarse. Se trata de un ejercicio casi de confianza, y cada quien solicita los respectivos permisos haciendo una "atestación de honor", que tendrán que presentar ante las autoridades civiles y militares.

Ante el anuncio del confinamiento, Paris entró en shock. Entrar a un supermercado podía tomar en esas primeras horas una hora de fila. Al superar eso, se pide que entre cada cliente haya una distancia de al menos un metro. Era bastante sorprendente ver la fila para pagar así, con ese espacio. Paris, que es una ciudad que lo tiene todo, no pudo contener el pánico y en los estantes de los supermercados los productos básicos de la canasta familiar, arroz, pastas, salsas, harina, enlatados, productos de aseo y limpieza se van rapados.  Ver las tiendas de barrio y pequeños supermercados sin nada es triste. Las panaderías, por ejemplo, un símbolo de esta ciudad, al mediodía ya no tienen nada. Y entonces, muchos gastan el poco tiempo que pasan en la calle, buscando dónde comprar qué comer en la noche. Esto nos hace sentir miedo y temor a lo que se avecina.

En París han pasado cosas sin antecedentes en la historia. Por ejemplo, la basílica del Sagrado Corazón en Montmartre cerró sus puertas. Nunca lo había hecho desde 1914. A su vez, la misa se puede seguir hoy por redes sociales, algo a lo que nadie estaba acostumbrado. Muchos parisinos a su vez están saliendo en masa al campo, donde creen que se resguardan mejor de la pandemia. Llegaron en masa a municipios en los que antes vivía muy poca gente y arrasaron con lo poco que había en los comercios de esos pueblos.  Quedate en casa: médica colombiana desde España

Sin embargo, algo que nos mantiene tranquilos a algunos, es la manera como el Estado francés y su sistema hospitalario hace todo lo posible para que los pacientes que necesiten ser hospitalizados, tengan todos los servicios necesarios de una manera organizada. Por ejemplo, exigiendo el aplazamiento de cualquier tipo de cirugía que no sea de urgencia, con el objeto de liberar el mayor número de camas en cuidados intensivos. El personal hospitalario como médicos, estudiantes de medicina, enfermeras y auxiliares motivados a dar todo para evitar que continúe esta propagación. Y, como en todo el mundo, se han convertido en los héroes de esta nación. Mi esposa Ágnes, que es enfermera, lo es para mí.  "Estamos en guerra. Una guerra sanitaria, pero el enemigo está ahí. Invisible, escurridizo" Algunas clínicas privadas han puesto en marcha la solicitud del Gobierno de liberar camas en caso de necesitarse, sin estimar pérdidas económicas, comienzan a manifestarse en apoyo y solidaridad anotando que lo importante son las vidas. Sin embargo, en la región nordeste de Francia hoy se prevé como en China, la construcción de un hospital de campaña con el objeto de mantener una capacidad mínima de atención.

Escuchar un presidente decir a su pueblo que no importa cuánto cueste económicamente salvar vidas da alivio. Macron le ha hecho sentir a la gente que están las garantías para luchar y confrontar este flagelo de manera solidaria y respetando las reglas de higiene y precaución. Por ejemplo, ha manifestado que desplegará ayudas de urgencia como el seguro de desempleo, el cual normalmente corresponde a un 70 por ciento del salario, y ha dicho que para que sea el 100 por ciento, el Estado cubrirá el 30 por ciento restante. También ha hablado de ayudas a las empresas y microempresas que tengan préstamos con el objeto que nadie se declarare en quiebra. A esos empresarios y microempresarios les serán reducidos los alquileres y las facturas de servicios públicos durante todo el período de crisis.

Después de pasar las primeras noches en confinamiento, lo único que puedo decir es que Macron y Angela Merkel tienen razón. Hay que ganarle esta guerra a ese virus presente por allí y por allá. Muchos sentimos que vivimos en un libro de Stephen King, donde el miedo a la muerte y a estar confinados, ocasiona un éxodo hacia regiones no infectadas para pasar en un principio estos 15 días alejados de este enemigo. "Muchos sentimos que vivimos en un ibro de Stephen King, donde el miedo a la muerte y a estar confinados" París se ha desocupado como si fuera un sitio fantasma, resguardado por las fuerzas civiles y militares, patrullando y evitando que el enemigo avance cada día más. Quienes tenemos familia en Colombia, pensamos y nos angustiamos de cómo el Estado responderá a esta pandemia y de si los ciudadanos tendrá la solidaridad y la grandeza que se necesita para superarlos. Queremos decirles desde el otro lado del oceáno que por favor se tomen esto muy en serio, que no salgan de casa. Los índices de trabajo informal y la necesidad harán que la pandemia encuentre el mayor vector de proliferación, ayudado del paseo de la muerte en los hospitales y clínicas. Es el momento de unirse contra este enemigo.  El pedido de los médicos colombianos por el coronavirus