La inesperada y triste partida del cantante Darío Gómez deja un luto profundo la cultura musical de Colombia y sobre todo la popular. El llamado Rey del Despecho, que acompañó con sus melodías a millones de colombianos en sus momentos más tristes, falleció este martes en la Clínica Las Américas de Medellín.

El ídolo de muchos colombianos y quien recorrió todas las tarimas más importantes de Colombia y de a nivel internacional se hizo conocido gracias a la sinceridad y empatía de sus canciones, con las cuales hacía estremecer a sus seguidores.

Llevaba una carrera bastante amplia y a sus 71 años de edad aún era partícipe y protagonista en los conciertos de música popular, donde cobraba una cifra que se acercaba a los 45 millones de pesos por show.

No obstante, esta cifra puede parecer poca teniendo en cuenta que hay artistas del mismo género popular que cobran más de 100 millones de pesos; sin embargo, esto se debe a que los otros cantantes tienen costosos contratos con sus mÁnagers, además de contar con agrupaciones de músicos bastante numerosas.

Otros de los ingresos que se generan en medio de los conciertos de música popular y también en la vallenata son los saludos en vivo, por los cuales el fallecido artista Darío Gómez cobraba la suma de 400 mil pesos por cada llamado.

Así fue su vida y carrera musical

Lejos de cualquier palacio que responda a su apelativo de ‘rey’, Darío Gómez llegó al mundo el 6 de febrero de 1951, en San Jerónimo, Antioquia, en un humilde hogar campesino.

Muy joven descubrió que su cantar, literalmente, era otro talento, y empezó a componer versos a los 14 años. La casita vieja fue la primera canción que salió de su inspiración mientras estaba en el colegio.

Trabajó como mecánico mientras conseguía apoyo para incursionar en la música. Tenía 12 hermanos, por lo cual era tan difícil decirles a sus padres que se iría de la vereda Los Cedros para cantar.

Sin embargo, su abuelo materno le regaló un tiple y se aventuró con su voz, sus composiciones de joven y su amor a la música, a buscar oportunidades en Medellín, Armenia y hasta en Venezuela.

De tanto probar suerte, un día la vida lo llevó hasta la puerta de Codiscos a finales de la década de los 70. En la disquera vieron en su talento un diamante por pulir y le dieron la oportunidad de grabar con su hermano Heriberto Gómez a dúo, bajo el nombre de Los Legendarios. Empezó a tocar el cielo del éxito cuando le dedicó a su hermana Rosángela Ángel perdido, quien había fallecido, y en medio del dolor logró vender más de medio millón de copias.

“Voy por esta senda triste, la senda de mi amargura, buscando un ángel perdido que no le hallé su ternura”, iniciaba la canción.

Desde 1977 y hasta 1982 se mantuvo en la agrupación. Se convirtió en director artístico de la disquera y con autoridad quiso probar suerte con la música parrandera y el grupo que llamó Los Viejitos Verdes. En 1985 debutó como solista.

Codiscos fue su trampolín. Se atrevió a irse de una de las más importantes empresas musicales de Colombia y fundar su propia productora, Discos Dago. Ahí se convirtió en el rey de los despechados, cantándole al desamor y la traición.

Su mayor éxito fue Nadie es eterno (1989), bajo el trabajo discográfico “Nuestro ídolo”. De ahí en adelante, todo lo que compuso se volvió himno en los bares, cantinas y reuniones. Entre comillas, Sobreviviré, Corazonada, La tirana, Daniela, Me río de ti o Mi renuncia han sido coreadas por miles de personas en el mundo.

Su carrera artística le ha brindado más de seis millones de discos vendidos.