Entre las noticias del mundo del espectáculo que más hicieron ruido en el primer semestre de este año, sobresalió la de Sharon Stone y su revelación de que la escena de Bajos instintos que la convirtió en un ícono del cine fue fruto de un engaño por parte del director Paul Verhoeven.

Así lo aseguró en su libro de memorias The Beauty of Living Twice (La belleza de vivir dos veces). Durante la filmación de la escena en que la asesina Catherine Tramell habla con la Policía, recuerda, unos técnicos le dijeron que el color blanco de sus pantis reflejaba mucho la luz y arruinaba la toma, así que le pidieron que se los quitara y ella aceptó.

Semanas después, en una audición privada antes del estreno, se encontró con la sorpresa de la atrevida secuencia, en que insinúa sus encantos. Para los estándares del cine serio hace tres décadas, algo así era muy picante y, para los más puritanos, rayaba en lo porno.

Furiosa, le dio una bofetada al director y se fue a hablar con su abogado, Marty Singer, quien le dijo que la película no podría ser lanzada con esa escena sin su consentimiento y que su sindicato, el Screen Actors Guild, la respaldaría. Pero al director eso no lo intimidó. “Yo solo era una actriz, solo una mujer. ¿Qué opciones podía tener?”, razonó Stone.

Entonces, pensó detenidamente. Recordó todo lo que había hecho para obtener el papel y que sabía la clase de película que estaba haciendo. En últimas, aceptó que la escena quedara, “porque era correcta para la cinta y para el personaje, y porque, después de todo, yo la hice”, escribe en sus reminiscencias, en las cuales también evoca cómo, desde antes de su debut, Bajos instintos había desatado la locura entre el gran público.

Ahora, cuatro meses después, Verhoeven por fin rompe su silencio y desmiente completamente a Stone, o al menos dice que sus remembranzas son completamente distintas a las de ella.

No hubo casualidad y la actriz para nada fue tramada por él sobre las escenas, sino que todo se dio deliberadamente y de común acuerdo entre ellos, aclara.

“Ella sabía exactamente qué estábamos haciendo”, le expresó a Variety el realizador holandés, conocido en el panorama del cine mundial por la osadía sexual de sus filmes.

Verhoeven narró que le había contado a Stone que, cuando era estudiante, conoció a una mujer que solía cruzar las piernas sin ropa interior en las fiestas. Una vez, un amigo de Verhoeven le dijo a la joven que cuando hacía eso se le veía la vagina y ella le contestó: ‘Claro, para eso lo hago’. “Entonces Sharon y yo decidimos hacer una secuencia similar”, apuntó el director.

Verhoeven hizo énfasis también en que a pesar de ese desacuerdo, él respeta mucho el trabajo de la estrella en la película y que permanecen en buenos términos.

“Sí, ha habido muchos puntos de vista sobre este asunto, pero como la dueña de la vagina en cuestión soy yo, los demás puntos de vista son basura”, dice la estrella de Hollywood.

“El asunto del panti no afecta para nada la maravillosa manera en que ella encarnó a Catherine Tramell (…) Aún tenemos una relación muy grata. A menudo intercambiamos mensajes”, fueron las palabras del holandés.

No se sabe cómo responderá Stone a estas nuevas declaraciones de Verhoeven, pero hace unos meses ofreció su tajante visión del tema, al manifestar: “Sí, ha habido muchos puntos de vista sobre este asunto, pero como la dueña de la vagina en cuestión soy yo, los demás puntos de vista son basura”.

Las malas lenguas aseguran que Sharon, de 63 años, en este momento, no tiene tiempo para Verhoeven, pues está mucho más entretenida con su nueva relación con el rapero RMR, de 25 años.

Verhoeven, por su parte, ha vuelto por sus fueros con Benedetta, cinta sobre monjas lesbianas que causa revuelo en el Festival de Cannes.