Entre los distintos humoristas que hay en el país, uno de los que más reconocimiento ha ganado gracias a los años que tiene trabajando en la comedia, es Pedro Antonio González González, mejor conocido por su apodo Don Jediondo, quien además de generar risas, también se ha dedicado a periodista, locutor, actor e incluso empresario.
Los inicios en la televisión los dio en 1991, cuando ingresó al programa de Sábados Felices, donde ganó gran fama gracias a las risas que ha generado entre los televidentes con el pasar de los años.
Y aunque muchos llegaran a pensar que por su humor, llegaría a tener una vida solo llena de risas, lo cierto es que no es así, y en su pasado, específicamente en su niñez, pasó duros momentos que le duelen recordar.
Así se pudo ver recientemente en medio de una entrevista que Pedro Antonio dio al programa de Los Informantes del Canal Caracol, donde abrió su corazón, para hablar de lo dura que fue su relación con su padre, revelando que nunca lo reconoció y por este motivo solo lleva los apellidos de su madre.
“Mi apellido debería ser Villamil, porque mi padre era de apellido Villamil, pero infortunadamente en aquella época no se usaba, no estaba de moda darle el apellido a los hijos que eran por fuera del matrimonio”, confesó el comediante ante las cámaras.
Añadió que ante la negativa de quién era su progenitor de darle el apellido, “entonces mi madre afortunadamente me dio el apellido González y con ese tuve y con ese tengo más que suficiente”.
En la conversación recordó como su madre, sola y con siete hijos, luchó para sacarlos adelante, como mencionó, con dedicación y “a punta de rejo... y chancleta”.
“Ella solita levantó siete hijos, ella fue madre soltera, lo que hoy llamaría en madre cabeza de hogar, a punta de rejo, porque en aquella época se utilizaba el rejo y la chancleta, la correa, lo que fuera”, expresó Don Jediondo.
Adicional, el humorista recordó como a sus 16 años tuvo que abandonar su hogar, con el fin de buscar un modo de salir adelante, aunque la decisión fue dura tanto para él, como para su madre.
“Empezando porque yo no dormí, sino que lloré toda la noche, porque cómo iba a ser la despedida y uno siempre que viajaba con mi madre se ponía feliz de escuchar el pito del bus, pero aquella vez fue muy triste porque pues me despedí de ella, era la primera vez”, confesó Pedro Antonio González.