Así como Melinda Gates pidió “espacio y privacidad” para su familia mientras comienzan “a navegar esta nueva vida”, parece que su exmarido, Bill Gates, también decidió apartarse por un buen tiempo del mundanal ruido, y de paso de la prensa internacional, a la que no le queda más que hacer conjeturas acerca de las razones de su divorcio, del futuro de su fundación, de la repartición de bienes y hasta de sus supuestos nexos con el fallecido pedófilo Jeffrey Epstein.
El cuarto hombre más rico del mundo eligió como refugio de este nuevo escándalo un lugar acorde con su estatus, pero también con la privacidad y anonimato que necesitaba.
Según el Dayli Mail, desde que se hizo pública la decisión de Melinda de divorciarse, Bill Gates se fue a vivir a The Vintage Club, un exclusivo club de golf ubicado en Indian Wells, California.
Tal vez el millonario de 65 años se fue a comprobar lo que dicen los promotores de este club, quienes destacan que es más que un lugar: “Es un estado de ánimo que transmite una célebre tradición de lujo y genialidad que los miembros han atesorado desde los inicios del club”, promete su sitio web.
Quién sabe si refugiarse en ese club le haya cambiado el estado de ánimo al dueño de una fortuna de 146.000 millones de dólares. Es difícil conocer si vivir en esa mansión con seis habitaciones y nueve baños, por la que pagó 12,2 millones en 1990, le haya traído algo de paz a su hoy convulsionada vida.
Page Six dice que Bill ya veía venir el divorcio, por eso se adelantó y se fue a ese lugar que, según una fuente, “es perfecto para que se esconda de cualquiera que quiera interrogarlo sobre su divorcio o sus supuestos vínculos con Epstein”.
Pero Gates no está solo allí. Aunque también se especuló que había huido con su antigua novia Ann Winblad, con quien él podía pasar “un fin de semana largo” cada año, o con Zhe ‘Shelly’ Wang, una intérprete que trabajó en la fundación de los Gates y de quien se rumora es su amante, se supo que él invitó a su hija mayor a que lo acompañara.
La semana pasada, la empresaria, estudiante de medicina y jinete fue vista en el lugar con su pareja, el saltador ecuestre Nayel Nassar. Seguramente Jennifer y su novio egipcio aprovecharon la visita a Bill para celebrar juntos el cumpleaños de ella, que fue el 26 de abril.
De otro lado, este divorcio no debe ser nada fácil para los hijos de Melinda y Bill. De ellos, Jennifer, de 25 años; Rory, de 21, y Phoebe, de 18, se dice que no tienen grandes expectativas sobre la repartición de bienes, pues sus padres repitieron una y otra vez que le darían todo a su obra filantrópica, y que ellos apenas recibirían una “minúscula” suma de toda la fortuna de ese imperio.
Según Forbes, los Gates tienen 129.300 millones de dólares, pero muchos dicen que la suma asciende a 146.000 millones.
Esta mansión, hoy refugio en California, obviamente es solo una de sus tantas propiedades. En Estados Unidos tienen varias casas, entre la que se destaca la de Seattle, en el estado de Washington: Xanadú 2.0 ostenta en sus 6.000 metros cuadrados la extravagancia de seis cocinas, un salón de baile para 150 personas y un garaje, en el que Bill guarda sus 23 carros.
Parece que ningún dinero compra la tranquilidad. Así Gates esté en la lista de los magnates del mundo -detrás Jeff Bezos, Elon Musk y Bernard Arnault-, hoy nada le evita las ganas de esconderse.
Pero este trago amargo lo pasa al lado de su hija, quien también ha tenido que afrontar algunos cambios en su vida de pareja: debido a la pandemia tuvo que aplazar indefinidamente su matrimonio con Nassar, planeado para enero de 2020.