"Soy culpable. Lamento lo que hice, me siento muy mal", declaró ante una Corte en Lima el holandés Joran van der Sloot, de 24 años, momentos antes de ser condenado a 28 años en prisión por el brutal asesinato de Stephany Flores. En la sala, nadie creyó en su arrepentimiento. Al fin de cuentas es un jugador profesional de póquer y, como tal, experto en engañar a sus adversarios. Durante el juicio pasaba con facilidad de mostrarse afligido a reír a carcajadas y a bromear con su abogado en los recesos. Ya había agotado todas sus cartas para salir libre, así que se la jugó por una sentencia anticipada y admitió su delito. Van der Sloot llegó a Lima a mediados de 2010 para participar en el campeonato Latin American Poker Tour. Llevaba una mala racha en los casinos y quería recuperar sus finanzas. Pero en la noche del 30 de mayo el naipe tampoco estuvo a su favor. Ni siquiera tenía para pagar su hotel, así que intentó seducir a su compañera de mesa, Stephany Flores, de 21 años, quien había ganado 2.500 dólares. Entonces la invitó a su hotel a seguir jugando en internet. Tres días más tarde una camarera encontró su cadáver en estado avanzado de descomposición, al lado de la cama. El holandés robó parte del dinero de Stephany y huyó hacia Viña del Mar, en Chile. Lo más impactante del caso estaba por comenzar. Al ser capturado, el holandés admitió y describió el crimen con una frialdad que conmocionó a la opinión pública peruana. Sin inmutarse, relató paso a paso la forma como la estranguló. Stephany había encontrado en el portátil de Van der Sloot un mensaje en el que lo llamaban asesino. Asustada por la verdadera identidad del holandés, intentó salir de la habitación, pero el hombre reaccionó con violencia. La joven le lanzó un puño y él, de casi dos metros de estatura y contextura gruesa, le respondió con un codazo en la cara. Stephany cayó inconsciente y el apostador comenzó a apretar su cuello. Al ver que seguía respirando, le metió una camiseta en la boca. Stephany había muerto tras descubrir un oscuro secreto. Exactamente ese día se cumplía el quinto aniversario de la desaparición de Natalee Holloway, una estadounidense de 18 años que en su viaje de graduación visitó Aruba y fue vista por última vez con Van der Sloot. Aunque la policía lo detuvo, no pudo ser juzgado porque el cuerpo de la joven nunca apareció.En esa oportunidad el holandés esquivó la justicia, pero se convirtió en un paria en su país y las autoridades y los periodistas no le perdieron la pista. De hecho, en 2008 una cámara oculta lo grabó mientras le confesaba a un reportero encubierto que aquella noche Holloway había tenido una especie de ataque cuando bebían en la playa y él, asustado, había desechado el cuerpo en el mar. El video fue visto por 7 millones de espectadores en los Países Bajos y se convirtió en el programa no deportivo más popular en la historia de la televisión holandesa. Van der Sloot aseguró que todo era mentira, pues estaba drogado y no sabía lo que decía. Siguió libre e incluso en 2010 trató de lucrarse con la tragedia de los Holloway al exigirles 250.000 dólares a cambio de revelarles el paradero del cuerpo de su hija. Aunque la madre de Natalee lo denunció, alcanzó a pagarle los 10.000 dólares que usó para viajar a Perú. Los dudosos antecedentes de Van der Sloot, sumados a su más reciente confesión ante la Policía peruana, lo convirtieron en el villano del momento. Los diarios nacionales lo llamaron "monstruo", "asesino en serie" y "psicópata", y el padre de Stephany, Ricardo Flores, un influyente empresario y excandidato presidencial, lideró una cruzada para que lo sentenciaran a cadena perpetua. Varios chamanes desfilaron por la puerta del penal de Lurigancho haciendo rituales y rezos para que el jugador de póquer nunca recuperara su libertad y recibiera un castigo espiritual. El juicio también atrajo la atención de la prensa internacional y más de 70 periodistas de Alemania, Holanda, Estados Unidos e Inglaterra asistieron a la primera audiencia.Sin embargo, no todos odian al holandés. Mientras avanzaba el juicio le llegaron a la cárcel decenas de cartas, obsequios y propuestas de matrimonio. La radióloga estadounidense Mary Hamer llegó aún más lejos: no solo es la guía espiritual de Van der Sloot, sino también su billetera. Hamer paga los abogados del criminal y patrocina sus lujos en la cárcel, que van desde un teléfono con acceso ilimitado a internet hasta un televisor 3D. Incluso, para su cumpleaños le regaló libros de Deepak Chopra y la colección de las obras completas de Gandhi y la madre Teresa. También se atrevió a solicitarle por escrito al presidente Ollanta Humala indultar al acusado y se comprometió a inscribirlo en un programa para que aprenda a controlar su ira. Para ella, Van der Sloot padece estrés postraumático y por eso no debería ser juzgado. Según la evaluación psicológica que le practicaron durante el juicio, Van der Sloot es un hombre calculador con tendencia a manipular y a asumir el rol de mártir. Carlos Alfredo Cárdenas, miembro del Colegio de Abogados de Lima, coincide con este dictamen. "El asesino fue muy hábil al mostrarse como una víctima y por eso salió muy bien librado con su condena, ya que en el código penal peruano el hurto seguido de muerte se paga con cadena perpetua", le explicó a SEMANA. "Esto sin contar que por lo flexible de las leyes peruanas, si trabaja o estudia puede cumplir solo un tercio de la pena". Así las cosas, luego de cumplir nueve años tras las rejas, el holandés podría recuperar su libertad y volver a las apuestas. Al fin y al cabo, ya demostró que a la hora de 'cañar' es todo un experto.