El pasado 9 de enero, Kate Middleton celebró su cumpleaños número 42. Y no fue una fecha fácil: para entonces, ya había sentido su salud disminuida y tenía programada una cirugía abdominal para el martes 16 en The London Clinic, que el mundo solo conoció hasta ese mismo día.
Dos semanas más tarde, el 29 enero, el Palacio de Buckingham informó que a la princesa le habían dado de alta y que regresaría a su domicilio en Windsor –a unos 40 kilómetros de Londres– para proseguir con su recuperación. Sin embargo, para esa fecha, las razones por las cuales había sido intervenida quirúrgicamente eran un completo misterio.
Desde entonces, las especulaciones sobre su real estado de salud no cesaron, pese a que la corona británica había comentado que se esperaba que la princesa de Gales retomara sus actos públicos hasta después de Semana Santa.
Lejos de calmar a la prensa, durante semanas el paradero de Kate era la pregunta que rondaba al mundo, aun en medio de la grave noticia del cáncer del rey Carlos III, que también se conoció a comienzos de este año. Los ojos seguían puestos en la princesa, una de las integrantes de la monarquía más populares, como consecuencia de su intensa agenda en numerosas causas sociales. Lo que explica por qué mediciones recientes, la ubican con una aceptación cercana al 60 por ciento entre el pueblo británico, incluso por encima de su propio suegro y de su esposo heredero al trono, el príncipe William.
En el transcurso de los días siguientes a su misteriosa operación, los incesantes titulares de prensa por todo el planeta apuntaban en varias direcciones: algunos hablaban de un divorcio, tras más de una década de matrimonio. Otros, que se habría revivido un viejo amorío de William con una modelo cercana a la familia real. Otros más, insinuaban que Kate se había sometido a un procedimiento estético que no había salido como se esperaba. Y no faltaron los que incluso informaron que la princesa estaba en coma.
El círculo más cercano a Kate intentó aplacar las especulaciones y el pasado 10 de marzo, Día de las Madres en Inglaterra, compartió una foto en la que se veía a la princesa de Gales, sonriente y vital, junto a sus tres pequeños hijos, que pronto se hizo viral. Pero, con la misma velocidad, quedó al descubierto que no era del todo real. Expertos de agencias de noticias internacionales dijeron que la imagen estaba retocada.
La polémica también se encendió luego de que el tabloide The Sun divulgara un video con las supuestas primeras imágenes grabadas de la princesa Kate tras su operación. Según testigos citados por el periódico, la princesa de Gales había sido vista en público el fin de semana del 16 y el 17 de marzo pasados, junto con su esposo, William, con aspecto “feliz, relajada y saludable”.
No obstante, la verdad resultó más dolorosa que millones de titulares sensacionalistas. Tal como lo informó la propia Kate Middleton al mundo, mediante un video este viernes, la razón de su prolongada ausencia en la vida pública es un cáncer.
¿Qué tipo de cáncer tendría?
Según el diario The Guardian, el diagnóstico le llegó a Kate tras la cirugía en enero y “una serie de análisis de sangre, exploraciones y biopsias”. El medio, uno de los más serios de Reino Unido, pudo establecer que la princesa “comenzó un tratamiento de quimioterapia preventiva a finales de febrero”, casi un mes después de haber pasado la convalecencia de su operación. Además, el periódico indicó que la enfermedad “todavía se encuentra en las primeras etapas y la decisión sobre cuándo podría completarse estará sujeta al consejo médico”.
Sin ofrecer mayores detalles sobre la naturaleza de su cáncer, la princesa contó en su video que tras la “cirugía abdominal importante” que vivió en enero, se pensó que su condición “no era cancerosa. La cirugía fue exitosa”, dijo.
Sin embargo, “las pruebas después de la operación confirmaron que había cáncer. Por lo tanto, mi equipo médico me recomendó someterme a un tratamiento de quimioterapia preventiva y ahora estoy en las primeras etapas de ese tratamiento”, aseguró Kate con voz serena.
En su mensaje, que dejó en shock a Reino Unido –un país en el que se diagnostican con cáncer unas 393.000 personas cada año–, Kate no ocultó el impacto que la noticia de su enfermedad representa para su familia: “William y yo hemos estado haciendo todo lo posible para procesar y gestionar esto de forma privada por el bien de nuestra joven familia”, declaró la princesa, madre de George, Charlotte y Louis, de 10, 8 y 5 años, respectivamente.
Médicos citados por The Guardian indican que el cáncer a una edad temprana es poco común: “La mayoría de los casos de cáncer ocurren en personas de 50 años o más. Sin embargo, el número de menores de 50 en todo el mundo a los que se les diagnostica la enfermedad ha aumentado casi 80 por ciento en las últimas tres décadas”.
Desde ya, la prensa británica apunta a tres escenarios, dado que la operación en enero pasado se dio en la zona abdominal: estómago, páncreas o hígado. En cualquiera de esos casos, se trata de tipos de cáncer muy agresivos, que requieren duros tratamientos de quimio y radioterapia.
Mientras se conocen más detalles, el pueblo británico ha colmado de mensajes de esperanza a la princesa. Y no pocos destacan en Middleton su natural facilidad para integrarse en la vida de la familia real. Una tarea nada fácil, dada la turbulenta historia reciente de los Windsor.
Hija de un piloto y una azafata de British Airways, muchos evocan los orígenes de Kate, que creció en el seno de una familia trabajadora, cuyos padres dejaron sus respectivas profesiones para montar un negocio de comercialización de artículos de fiesta, que vendieron solo hasta el año pasado tras caer en una quiebra inevitable.
Pero sería gracias a los días prósperos de ese negocio que una joven Kate logró estudiar en el colegio de élite Marlborough College, y cursar la carrera de Historia del Arte en la Universidad St. Andrews, en Escocia. Fue allí donde conoció, en 2001, a su esposo, el príncipe William.
Ambos tenían amigos en común y compartieron apartamento junto a otros compañeros. Su relación se hizo pública en 2004, cuando ella acompañó al heredero a la Corona a un viaje de esquí en Suiza, al que también acudieron el ahora rey Carlos III y el hermano de su esposo, el príncipe Harry.
Con el príncipe William se casó en una boda de cuento de hadas en 2011. Y con la devastadora noticia de este viernes, el heredero al trono británico queda en medio de dos grandes batallas contra el cáncer: el de su esposa y el de su propio padre.
Ahora, con el doloroso recuerdo de su madre, la fallecida princesa Diana, y además peleado y distanciado de su hermano Harry, el futuro rey de Inglaterra debe estar viviendo los días más amargos de su vida.