SEMANA: ¿Cómo es ser abogada penalista y cantante al mismo tiempo?
Mariel Colón: Es una pregunta un poco difícil de contestar. Lo que puedo decir es que lo estoy disfrutando al máximo. Estoy dichosa de poder ejercer mis dos pasiones: la música y la abogacía. Es difícil, porque no te sobra tiempo para más nada, son dos carreras que demandan mucho de mí. Pero cuando a uno le apasiona algo siempre saca el tiempo.
SEMANA: ¿Cómo llegó al derecho penal?
M.C.: No puedo hablar de mi vida de abogada sin contar mi vida como cantante. Mi papá era director musical de grandes artistas en Puerto Rico y siempre estuve bien conectada con la música desde pequeña. Tomaba clases de canto, lo acompañaba a ensayos musicales. Mi mamá trabajaba en el sector de la salud y ambos querían que yo tuviera una carrera un poco más tradicional, con estabilidad económica, pues la vida en la música es dura. Entonces, para complacer a mis papás, estudié leyes pensando en que lo que yo quería era ser abogada de entretenimiento: copyright, propiedad intelectual, cosas así.
SEMANA: ¿Y qué pasó ahí?
M.C.: Comencé a tomar esas clases y me di cuenta de que no era lo que me gustaba, que no quería estar en un escritorio sentada de nueve a cinco escribiendo contratos. Me puse a investigar y explorar otras ramas del derecho para ver qué me podía gustar. Y es ahí cuando encontré mi pasión por el derecho penal. A muchos les puede sorprender esta respuesta. Pero un abogado criminalista, al igual que un fiscal, tiene que contar una historia. Es narrador, poeta y su trabajo es convencer a la audiencia, que es el jurado, de esa historia. Es un performance. Muchos abogados criminalistas tomamos clases de actuación para prepararnos para un juicio. Las cortes se convirtieron en mis escenarios.
SEMANA: ¿Y los acusados?
M.C.: Hay algo especial en defender a una persona acusada de un crimen y es que en este momento todo el mundo le da la espalda. El underdog, le dicen en inglés. Es decir, el indefendible. A mí, la realidad, me llaman mucho la atención los retos. Por eso encuentro otra pasión en las leyes criminales.
SEMANA: En este camino llegó a defender al número uno, el Chapo Guzmán, el criminal más conocido del mundo hispano.
M.C.: No sé si sea el más conocido. Me gradué de Derecho en Nueva York. Y en Estados Unidos, cuando uno se gradúa, no se es inmediatamente abogado. Tienes que hacer un examen. Si lo pasas, ahí te conviertes en abogada. Si no, debes repetirlo. Lo presenté en febrero de 2018, y tardan hasta cuatro meses en darte respuesta. Mientras estaba en ese proceso, busqué un trabajo como asistente. Allá se le conoce como un paralegal. Vi un anuncio de una firma de abogados penalistas que requerían a un asistente que hablara español. Era lo único que pedían. Y me postulé.
SEMANA: ¿Y de qué se trataba el trabajo?
M.C.: En la entrevista me hablaron de un cliente que estaba preso en una cárcel federal y estaban preparando el juicio. Pero el cliente no hablaba inglés y necesitaban un paralegal que fuera a verlo, tradujera los documentos del inglés al español y lo ayudara a prepararse para el juicio. Solo cuando acepté el trabajo me dijeron que se trataba del señor Guzmán. A mí me sonaba el nombre, pero no caí en cuenta de quién era realmente. Solo lo supe cuando entré a Google. Lo vi como una oportunidad profesional grandísima para aprender muchísimo. Es un caso que cualquier persona quisiera para su carrera como abogado.
SEMANA: ¿Y cómo se convirtió finalmente en su abogada?
M.C.: Comencé a trabajar con el señor Guzmán como paralegal. Dos meses después, más o menos, me dieron los resultados del examen de abogada. Y lo pasé. Al convertirme en abogada profesional, el señor Guzmán decidió contratarme. Me salí del despacho en el que estaba, abrí mi propio despacho y me quedé con él, representándolo. Él tenía cinco abogados y yo formaba parte de ellos.
SEMANA: ¿Cómo fue ese primer encuentro con el Chapo Guzmán?
M.C.: Nunca había ido a una cárcel federal. Como estudiante de Derecho, fui a muchas cárceles estatales. Y no son muy diferentes en cuanto a la seguridad. Me parecía un caso fascinante. En ese primer encuentro, me dejaron encerrada como 20 minutos en un cuarto pequeño mientras lo buscaban. En ese momento sentí lo que era en realidad estar encerrado, perder control completo de tu libertad. Cuando él salió, lo pusieron en otro cuarto dividido por un cristal. Lo primero que hizo fue poner su mano en el vidrio. Y yo la mía. Fue como un saludo. Desde ese momento la relación creció. Y ya llevo siete años con él.
SEMANA: ¿Cómo lo describe?
M.C.: Es una persona muy agradecida. Muy caballeroso y amable. Nunca me dejé llevar por lo que decía la prensa de él, esperé a forjar mi propia opinión cuando lo conocí. Lo que él haya podido hacer, de lo que se le acusó y de lo que se le encontró culpable, es irrelevante para mí. Yo lo veo como alguien muy amable, caluroso y sincero.
SEMANA: Como abogada penalista, ¿qué reto tenía profesionalmente frente a alguien que, sin duda, obtendría la condena máxima en Estados Unidos?
M.C.: Para cualquier abogado penalista es un reto tener un caso tan mediático. Todo el mundo sabía quién era el acusado a la hora de elegir un jurado. No hallamos a un jurado que no supiera quién era él, y de una manera negativa. Tuvimos que batallar con prejuicios. Y en un juicio así nada es una sorpresa. Si es encontrado culpable, ya la opinión pública lo había condenado. Es difícil defender a alguien en esas circunstancias. De todos modos, se hizo lo que se pudo. Dimos lo mejor de nosotros. Llevamos el caso hasta el Supremo de Estados Unidos, pero no quiso escuchar el caso. Seguimos luchando por sus condiciones de confinamiento para mejorarlas.
SEMANA: ¿Y qué se puede ganar en un caso así con casi todo en contra?
M.C.: Depende. En el caso de él, obviamente, no se podía ganar nada. Se exponía a una cadena perpetua. Entonces, uno se arriesga. Eso fue una decisión muy personal de él y uno lo representa de la mejor manera posible.
SEMANA: ¿Cuáles son las condiciones actuales de él?
M.C.: Él se encuentra con unas reglas, que se llaman las reglas SAM, que le prohíben tener algún tipo de contacto con alguien de su familia, ni la esposa. Ni siquiera a través de una carta, excepto con sus dos hijas, que tienen 3 años. Solo pueden ir a verlo si es conmigo. O sea, la única persona realmente con la que él tiene contacto adulto soy yo.
SEMANA: ¿Cómo ha sido la relación con la esposa del Chapo?
M.C.: Emma Coronel es una amiga y se convirtió en clienta. Mientras duró el juicio del señor Guzmán en Nueva York, ella se mudó para apoyarlo y estar cerca del caso. En todo ese proceso nos volvimos buenas amigas. La llevaba a la corte, la recogía, la llevaba al súper. Luego, pasó lo de su caso y me pidió que la representara.
SEMANA: Usted ha sido una de las personas más cercanas a esos grandes amores del Chapo: Emma y sus dos niñas. ¿Cómo ha podido llevar la relación con ambas?
M.C.: No le puedo transmitir mensaje a él por parte de ellas. Por ejemplo, si ella le dice que lo ama, no le puedo decir eso porque las SAM lo prohíben. No le puedo pasar mensajes de terceras personas, son reglas difíciles. Si lo hago, puedo perder mi licencia e ir presa. Ellos dos no han podido comunicarse. Y eso lo reflejo en un tema musical, La señora, que le compuse a la señora. Cuando ella salió de la cárcel el año pasado, yo quería educar a la sociedad y recordarle a la gente que debe creer en las segundas oportunidades. Ella fue a la cárcel, pagó su tiempo y ahora busca renacer. Es una joven de 34 años y, cuando entró a la cárcel, puso muchos sueños en pausa. Ahora busca retomar esa vida y renacer.
SEMANA: ¿Cómo ha sido recibida La señora?
M.C.: Me sorprende lo bien que ha sido recibida, especialmente en México. Siempre habrá personas que critiquen lo que haces, pero en su mayoría todos han sido mensajes de apoyo. Es curioso que quienes más lo han apoyado y que más me escriben son mujeres.
SEMANA: ¿Qué viene en su carrera?
M.C.: El tema La señora fue un tema particular, sentía que debía hacerlo; era relevante educar a las personas. No creo que por el momento haga otro tema de algún otro cliente. Me gusta cantar de despecho y situaciones personales que uno ha tenido, como el desamor. Por el momento, estoy trabajando en un EP, que incluirá unos cuantos temas, en el que se va a enfocar todo lo que es el regional mexicano, con sus diferentes estilos, como ranchera, corridos tumbados y una canción un poco más country. En Colombia quiero tocar algunas puertas. Me encantaría conocer a Yeison Jiménez y a Luis Alfonso también.