La muerte de Robin Williams conmocionó al mundo entero. Millones de personas no podían entender cómo un actor que los había hecho reír tantas veces, se había quitado la vida de la forma en la que lo hizo: con un cinturón y colgado a su propio armario.

Con el tiempo, sin embargo, se ha terminado descubriendo la razón: el actor sufría una extraña forma de demencia que había minado poco a poco su memoria, su movilidad y su ingenio, lo que lo hacía sentir ansioso y deprimido.

Por eso, su familia ha intentado convertirlo en un símbolo de la importancia de la salud mental. Y su última esposa, de hecho, ha sacado publicaciones y un documental sobre el tema, mientras que su hijo mayor Zachary (más conocido como Zak), un abogado de 37 años, ha dedicado parte de su tiempo a concientizar a la gente en temas de salud mental.

El propio Zak fue protagonista el fin de semana pasado, cuando se casó con su compañera de toda la vida, Olivia June, con quien ya tiene un hijo. La fecha del enlace, sin embargo, fue escogida en honor a su padre, fallecido en 2014: el sábado 10 de octubre, el día mundial de la salud mental.

“¡Tuve la gran alegría de casarme con mi mejor amiga @oliviajune hoy! Fue increíble y no podríamos habernos casado en un día mejor #WorldMentalHealthDay (Día mundial de la salud mental)”, tuiteó el abogado junto con una selfie con su pareja.

Ella, una científica y creadora de la red social Hey! VINA, una especie de Tinder pero dirigido a mujeres que buscan amigas, no se quedó atrás: contó en su cuenta de Instagram que escogieron la fecha dos semanas antes, para que coincidiera con la fecha, y que le pidieron a sus familiares y amigos más cercanos que se hicieran la prueba del coronavirus. La boda fue en una finca y tuvo solo unos pocos invitados.

Este no es el primer homenaje que Zach le hace a su padre. Su primer hijo McLaurin Clement, también fue llamado así en honor a Robin, cuyo segundo nombre era McLaurin.

Un símbolo de la salud mental

Los últimos meses de Robin Williams, narrados en un documental estrenado hace poco tiempo por su esposa, fueron un verdadero infierno. En su momento él no sabía que estaba sufriendo de una demencia (eso se descubrió en su autopsia), pero sí que tenía problemas de salud mental y que algo extraño le pasaba a su mente y a su cuerpo.

Los doctores hablaban de Parkinson o de Alzheimer, y le mandaban medicamentos para esas enfermedades, pero no hacían efecto. A la par que perdía la memoria, también tenía problemas de movilidad y su cuerpo no respondía con la rapidez que su mente lo exigía.

Con sus papeles graciosos, Williams se convirtió en uno de los actores más queridos de Hollywood. Aquí en Mrs. Doubtfire (1993)

Por ese motivo la filmación de Una noche en el museo 3, su última película, fue una especie de tortura en el que él no se acordaba de los guiones y ya no podía improvisar como solía hacerlo antes. El director de la cinta contó hace poco que el actor estaba tan preocupado que lo llamaba en la madrugada para pedirle perdón y preguntarle si algo de lo que había hecho servía.

Incluso cuentan que ante los ataques de ansiedad y de depresión, que aumentaron filmando la película, su doctor personal le recomendó dormir en una habitación separada de la de su esposa, algo que lo terminó sumiendo aún más en la tristeza. Williams se desesperó por no saber lo que le ocurría, por no sentirse capaz de trabajar como antes y, sobre todos, de hacer reír a la gente.

Su familia ha hecho varias cosas para visibilizar su historia. En primer lugar contactaron a un periodista del New York Times para escribir un libro sobre los últimos días de Williams y su padecimiento, y este año estrenaron el documental Robin’s Wish (El deseo de Robin), que se estrenó solo en Estados Unidos para hablar de los mismos temas. La idea es que al convertir a Williams en un ícono de la salud mental, algo así no le vuelva a pasar a nadie.