Belky Arizala es un referente del modelaje en Colombia. Nacida en Cúcuta, esta administradora de empresas se dio a conocer cuando representó a su ciudad como reina de belleza. Era 1996 y desde entonces se le abrieron las puertas en el mundo de las pasarelas, en una época en la que las mujeres afrocolombianas eran una excepción entre las top models, no una regla.
Un año más tarde representó a la capital nortesantandereana en el concurso Top Model Colombia, en el cual ocupó el segundo lugar. Su trayectoria en concursos de belleza incluye también su participación en Elite Model Look Colombia de 1998, International Female Model en Aruba e Intermodel México en el 2000 y Miss Turismo Universo en 2001.
Hoy, más de dos décadas después, se desempeña como CEO del Grupo Empresarial familiar Arizala Segura y de la fundación El Alma No Tiene Color. Pero, más allá de los cargos ejecutivos, muchos consideran a esta Naomi Campbell colombiana como una maestra de varias generaciones de modelos que buscan seguir sus pasos y asumir el modelaje como una profesión, no como un hobby.
En esa cruzada por profesionalizar cada vez más el oficio, la empresaria cucuteña estuvo hace unos días en la reciente edición de Colombiamoda para seguir en la exigente búsqueda de una nueva generación de top models en el país.
Mujeres entre los 14 y los 35 años de edad, “dispuestas a asumir esta carrera con los sacrificios y esfuerzos que implica. Porque infortunadamente muchos ahora creen que ser modelo es pararse frente a una cámara en la web para desnudarse y ganar dinero. Cada vez que lo digo, me han criticado y me han insultado en las redes sociales, pero saben que lo que digo es verdad: las de las webcam no son modelos. No deberían llamarse así”, dice enfática.
Para Belky, “por culpa de ellas se piensa que quienes están en este medio son mujeres fáciles, unas prostitutas. Una modelo de verdad no vende su cuerpo de esa manera, en este oficio hay dignidad”, le dice Belky a SEMANA.
Una nueva generación
Por eso, dice que ahora mismo se encuentra en una campaña nacional para alertar a miles de papás cuyas hijas persiguen el mismo sueño de hacer una vida en las pasarelas o el mundo de la moda. “Yo dirijo una academia y a través de los papás de muchas de mis estudiantes me entero de que las abordan supuestos empresarios con ofertas con las que, según ellos, les van a cambiar la vida. Les pintan pajaritos en el aire. Las abordan a través de redes sociales y les ofrecen supuestos contratos en la India o en Dubái. ¿Usted qué opina? Me preguntan. Y yo creo que muchas no saben esperar por una verdadera oportunidad de oro. Pero, lo grave de esos casos es que eso puede ser la puerta de entrada al infierno de las redes de tratas de personas y de mujeres, que ha dejado incluso víctimas mortales”, dice Belky.
Por eso, agrega: “A cada rato ves noticias sobre modelos colombianas muertas en otros países. En muchos de esos casos, tristemente, son esas redes las que están detrás”, denuncia Belky.
Por eso, evitar que mujeres inocentes caigan en esas redes ilegales y en manos inescrupulosas se ha convertido en una suerte de apostolado para esta reconocida empresaria de la belleza, que durante su propia carrera tuvo que aprender a esquivar esas dudosas ofertas laborales. “Yo estuve trabajando en México un tiempo, a través de una agencia seria. Y me sentí cuidada, respaldada. Me tenían mi propio apartamento, como tiene que ser. Y eso es lo que aspiro para mis alumnas; que todo lo que les ofrezcan sea con todo el rigor y la seriedad que una modelo profesional merece”, dice.
En medio de esa cruzada, hace unos días, Belky realizó un live en TikTok en el que se conectaron cerca de 118.000 personas, lo que demuestra el interés que esta profesión sigue despertando en todo el país. Duró cerca de cuatro horas. “Yo aprovecho esos espacios masivos para hablarles a las familias de la realidad del modelaje, de los retos a los que se enfrentan, que no son fáciles”, cuenta Belky.
De lo sencillo “que puede ser caer en esas redes, pero también de la fortaleza mental que se debe alcanzar en esto para tener los pies bien puestos en la tierra y no creer que los grandes contratos van a llegar de la noche a la mañana. Eso llega en muchos casos, pero toma tiempo y preparación. Y ese es el llamado urgente que les hago a esas familias”, dice.
Cuenta que en varios de esos lives ha “invitado a diseñadores colombianos de gran reconocimiento, como Hernán Zajar, para que ellos también les hablen de todo lo que se vive en este mundo del modelaje, que es muy lindo, pero que conlleva grandes sacrificios a lo largo de la carrera. Les insisto mucho en eso, así parezca cantaletosa”, dice la cucuteña.
También relata con tristeza cómo, en otros casos, las familias de las aspirantes a modelos se ven embaucadas por concursos de belleza de dudosa procedencia.
“Colombia, todos lo sabemos, es un país de reinados. Aquí tenemos reinas de todo y para todos, y también muchas niñas y jóvenes con el sueño de tener una corona puesta. Y eso lo saben muchos de los organizadores de esos concursos, que se aprovechan de los sueños y las necesidades de jóvenes humildes. Les ofrecen premios y dinero que ellas nunca terminan de recibir. Yo misma he conocido varios casos de familias que hasta hipotecan la casa que han pagado con tanto sacrificio con tal de costear el vestuario y la producción que implica ser reina. Y lo cierto y doloroso es que nunca recuperan esa inversión, que puede llegar a costar más de 50 millones de pesos. Y eso es triste, porque estamos hablando de familias humildes, en su gran mayoría. Y esos empresarios fantasma se aprovechan de eso”, asegura Belky.
En otros casos, que también ha conocido por sus alumnas, “me entero de que les pagan tarde, hasta tres meses después. Y creo que en Colombia aún a muchos les cuesta entender que esto es una profesión, como cualquier otra; un modo de vida, de sustento, como cualquier otra profesión”.
Por eso, para Belky es hora de cambiar el imaginario que se tiene esta profesión a la que le ha entregado casi tres décadas de su vida. “Espero que ese sea mi legado en esta industria: que logremos que el modelaje sea reconocido como lo que es: una profesión. Aquí no se trata solo de ponerse unos tacones y caminar bonito. No puede ser que cualquiera prenda una cámara, se desnude y entonces ya se gradúa de modelo. Nunca estaré de acuerdo con eso. A este país le falta más educación, entender que el modelaje es un trabajo tan honesto, en el que se puede construir un proyecto de vida”.