La novela en la familia real de Inglaterra continúa diez meses después de que el príncipe Harry y Meghan Markle anunciaran su sorpresiva decisión de renunciar a la monarquía. Ni la pandemia, ni las supuestas señales de reconciliación, ni las decenas de publicaciones sobre el caso han mermado el interés de los británicos o de la prensa internacional, que todas las semanas sacan noticias sobre el tema.
Las revelaciones más recientes, de hecho, han revolucionado al Reino Unido debido a la credibilidad de la fuente: Robert Lacey, uno de los historiadores y expertos en la realeza más respetados de Inglaterra, asesor de la serie The Crown, quien acaba de publicar su nuevo libro Battle of Brothers (Batalla de hermanos). Allí se enfoca en la pelea de los príncipes William y Harry, pero en el camino cuenta detalles no tan conocidos sobre los problemas de Meghan Markle con el resto de la familia y el staff de la reina Isabel.
Luego de hablar con múltiples personas, incluidas varias del Palacio de Buckingham, concluye que la pelea se remonta varios años, hasta cuando eran adolescentes. Para entonces ambos habían crecido unidos por el trauma del fallido matrimonio de sus papás, lleno de infidelidades y de filtraciones escandalosas en la prensa, y por la trágica muerte de su mamá.
Pero eso los había afectado de diferentes maneras. William, mucho más reservado y cerrado que su hermano, había desarrollado un sentido de responsabilidad y de pertenencia por la monarquía. Harry, por el contrario, comenzó a sentir cierta rebeldía y problemas de ansiedad y de salud mental.
Lacey cuenta que todo se descontroló en Eton College, el prestigioso internado en el que el mayor de los hermanos tenía un grupo reservado de amigos con los que solía salir de fiesta y emborracharse, muchas veces en el sótano a prueba de bombas de Highgrove, la casa del príncipe Carlos. Cuando Harry se unió al colegio, a sus 14 años, su hermano lo recibió con gusto en el grupo. Su intención era buena, pero lo afectó a largo plazo: el pequeño príncipe tuvo acceso a alcohol sin control y a drogas, como la marihuana, a las que se aficionó.
Sus gustos se filtraron a la prensa varios años después y el escándalo estalló justo cuando William había salido de Eton y andaba en un año sabático. Los tabloides comenzaron a tratar a Harry como un príncipe rebelde y loco, y a su hermano William, quien lo había arrastrado a ese mundo y no había hecho nada por apoyarlo, como el ejemplo de príncipe perfecto. Eso no le gustó para nada al menor.
Su resentimiento creció con el famoso escándalo de ‘Harry el nazi’, cuando una foto suya disfrazado de oficial de Hitler le dio la vuelta al mundo. La prensa nuevamente lo atacó sin piedad, mientras su hermano William, quien le había ayudado a escoger el traje y se había reído con la ocurrencia, había salido indemne. Desde ese entonces Harry comenzó a sentir que en el palacio cuidaban al extremo la imagen de William, mientras que a él lo dejaban en segundo plano, la eterna tragedia de los hermanos menores de los herederos al trono. La actitud de William, que parecía poner su propia imagen por encima del bienestar de su hermano, no ayudaba mucho.
La llegada de Meghan Markle, varios años después, profundizó las heridas. Lacey cuenta que Harry la recibió como un bálsamo en medio de sus problemas de salud mental y que no pudo evitar compararla con su difunta madre, la princesa Diana. Cuando la presentó a su familia y habló de las intenciones de boda, todos la aprobaron, incluidos el príncipe Carlos y la propia reina Isabel. Menos William.
Como lo reportó también Finding Freedom, el libro con la versión oficial de Harry y Meghan, el cauto príncipe, que había tardado diez años en pedirle matrimonio a su esposa Kate Middleton, estaba preocupado por la velocidad a la que avanzaba la relación entre su hermano menor y la actriz norteamericana. Cuando se lo hizo saber a Harry, este lo tomó como una afrenta contra su prometida y reaccionó airadamente.
En el libro Lacey cuenta que a partir de ese momento ambos tuvieron discusiones fuertes sobre el mismo tema. Pero la gota que derramó el vaso llegó cuando William, buscando desesperadamente detener la boda, acudió a su tío Charles Spencer, el hermano menor de Diana, para que convenciera a Harry de que no se casara tan pronto. El menor de los príncipes recibió y escuchó a su tío, pero luego explotó con furia contra William. Sentía que su hermano estaba interponiendo su visión como heredero al trono y responsable de la monarquía por encima de la de hermano mayor.
Desde entonces las cosas cambiaron. Harry se casó finalmente en 2018 y William estuvo a su lado, pero ya existía un abismo entre los dos. En los siguientes meses ambos vivieron una especie de montaña rusa, llena de distanciamientos y acercamientos más pragmáticos que sinceros. Lacey asegura que Meghan y Kate no fueron enemigas ni se llevaron mal.
También dice que la reina Isabel sentía cierta simpatía por la nueva pareja y que consciente de su intención de vivir una vida lo más normal posible, tenía pensado mandarlos por un año a vivir a Sudáfrica, para que tuvieran un respiro y luego retomaran labores. Incluso señala al peor enemigo de la pareja dentro de la familia: sir Edward Young, el secretario privado de la reina desde hace dos años.
El autor también enumera los desafíos que Meghan, una mujer interesada en el activismo político y social, le puso a la monarquía inglesa, acostumbrada a que sus miembros sean neutrales, sin colores políticos. Decidió esconder el nacimiento del pequeño Archie Harrison y lanzar una marca comercial (Sussex Royal) sin el permiso de la reina, como se acostumbra.
Pero a William lo que más le molestó fue que en la edición de la revista Vogue editada por ella, impulsara libremente temas como el asunto racial, la igualdad de géneros, el #MeToo y otros asuntos. Estos, por más loables que suenen, implican tomar partido por una agenda liberal y progresista, todo un pecado para un miembro de la realeza. Intentó hablar con Harry sobre sus preocupaciones al respecto, en una reunión de la que todas las fuentes hablaron pero de la que nadie sabe los detalles. Y la cosa se descontroló: su hermano las recibió como otra bofetada y se alejó aún más.
Los hermanos se separaron definitivamente con el famoso Megxit, la renuncia de Harry y Meghan a los deberes reales, A William solo le informaron 10 minutos antes publicar la noticia. La reina los llamó a todos a una famosa cumbre en su casa de Sandringham para negociar los detalles de la salida de la pareja, y decidió invitar a sus nietos y a su hijo Carlos a un almuerzo previo a la reunión para limar asperezas. Pero William se negó a ir.
Luego, cuando llegó a la reunión, no le dirigió la palabra a Harry y solo habló sobre los temas contractuales. Al final salió sin que hablaran a solas. Según cuenta Lacey, por esos días le dijo a un amigo: “he apoyado a mi hermano toda mi vida, pero ya no puedo hacerlo más”. Al parecer esa percepción no ha cambiado.