Con una larga trayectoria al servicio del periodismo en Norte de Santander, el nombre de Cicerón Flórez Moya es todo un referente del oficio. Por sus manos han pasado las historias de los principales acontecimientos de Cúcuta, Norte de Santander y el país, las mismas manos que han tocado a varias generaciones de periodistas y que le confieren el título -en su caso ineludible e indelegable- de Maestro. El pasado martes ello se refrendó, una vez más cuando se le otorgó el gran premio Simón Bolívar a la vida y obra de un periodista. El mismo que hace por lo menos 50 años está intrínsecamente ligado al destino del diario La Opinión, del que hoy es subdirector. Precisamente el rotativo le entregó, por esa vida consagrada, el reconocimiento ‘Bandeja de Plata’ en julio pasado. Fue por ello que en las páginas del periódico se quiso darle un homenaje al Maestro y fue la pluma del escritor e historiador Otto Morales Benítez la que exaltó la trayectoria de Flórez. La comparó con un itinerario que había cumplido “con constancia de ejemplar señorío y de devoción por sus deberes democráticos; de ciudadano que orienta a la comunidad; de hombre que viene de la poesía y ella le sirve para escribir, soñando con los designios superiores del espíritu. Su trabajo es de muchos y fértiles años”.  Sin embargo fue un viaje que inició en el mar. Cicerón Flórez presume de haber llegado a este mundo en una embarcación que, justo entonces, se mecía al vaivén que le imponía una tormenta. Sin embargo, la credibilidad de la historia queda en entredicho cuando se sabe que ocurrió un 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes. “Pero la cédula no miente. El 28 de diciembre de 1936 fue su primer aliento. Condoto, Chocó, es la referencia del pueblo natal, donde atracaría horas después ese barco, que sin saberlo, llevaba a bordo un niño que bautizarían con nombre de pensador: Cicerón Ángel”, explicó la nota del diario cucuteño que daba cuenta del más reciente galardón. El texto reseña que el Maestro Flórez inició el bachillerato en el Pascual de Andagoya, de Buenaventura (Valle), y lo terminó en el Instituto Universitario de Caldas, en Manizales. Hizo un curso especial de periodismo en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), en Quito, Ecuador. Su primera vinculación con un medio escrito fue en diario El Mercurio, publicado en Bogotá en los años 50 bajo la dirección de Alberto Lleras y la jefatura de redacción de José Font Castro. Flórez llegó a Cúcuta en 1957 invitado por María Helena de Crovo –ministra de Trabajo durante la administración López Michelsen– y su esposo, el poeta chileno Andrés Crovo. Su labor, entonces, se enfocó en dirigir el semanario El Mural, donde se convirtió en el jefe de redacción, cuya corta vida –un año – abrió paso al semanario La Opinión con la guía del expresidente Virgilio Barco Vargas, Eustorgio Colmenares Baptista… Y la pluma de Cicerón Flórez Moya. En 1960 se fundó el diario La Opinión bajo la gerencia de Colmenares, la dirección del médico Alirio Sánchez Mendoza y la jefatura de redacción de Flórez. En muchas ocasiones fue encargado de la dirección del rotativo y en la actualidad se desempeña como subdirector. Tras pasar también por corresponsalías, emisoras e incluso fundar una revista, Flórez encontró en la docencia a otra de sus pasiones. En un reconocimiento más, en junio pasado, la Universidad de Pamplona resumió lo que será ya es legado vivo del Maestro, que “ha sido mentor de varias generaciones de periodistas que ven en él un ejemplo a seguir y un modelo de honestidad en el manejo informativo”.