Cuando en Hollywood se habla de comedia el nombre de Robin Williams sale a relucir. Y no es para menos. Este polifacético actor le ha dado vida a personajes tan hilarantes como el extraterrestre Mork, la hiperactiva Mrs Doubtfire y el alocado científico Phillip Brainard, interpretaciones que lo han convertido en uno de los mejores comediantes de Hollywood. Esta capacidad de generar carcajadas fue lo que cautivó al director Tom Shadyac, quien sin pensarlo dos veces le pidió a Williams que protagonizara la vida de Hunter 'Patch' Adams, un irreverente médico norteamericano que en la década de los 60 revolucionó la práctica de la medicina .Aunque Williams interpreta una vez más su típico papel de payaso, lo cierto es que en esta ocasión no tuvo que exagerar ninguna característica de su personaje ya que, para sorpresa de muchos, el verdadero 'Patch' Adams es un cómico de tiempo completo. A sus 53 años el controvertido médico se viste con ropa sicodélica, lleva el pelo largo, se pinta un mechón de azul y usa arete. Durante las consultas usa una enorme nariz roja, se pone sombreros de fiesta e inunda el cuarto del paciente con serpentinas y globos de colores.Su peculiar forma de ver la medicina descansa sobre el supuesto de que esta ciencia no se puede limitar a sanar los dolores físicos sino que debe satisfacer las necesidades emocionales de los enfermos. Lo anterior sólo es posible cuando se emplea la capacidad curativa de la risa, mecanismo que los seres humanos han reservado para los momentos alegres sin tener en cuenta que es una excelente herramienta de catarsis en los momentos de crisis. Si bien hoy los científicos han corroborado los postulados de 'Patch' en lo que se refiere a la relación directa de la risa con el aumento de los niveles de la endorfina _hormona que controla el estado de ánimo_ en la década de los 60 sus colegas no veían con buenos ojos estas prácticas poco ortodoxas y en más de una ocasión lo catalogaron como un enfermo mental.Pero las críticas no lograron menguar sus ánimos y desde muy joven 'Patch' se dedicó a promocionar la risa como el más efectivo de los medicamentos. El mismo ya había experimentado las ventajas de dicho tratamiento a los 18 años, cuando tras permanecer varios meses recluido en un hospital siquiátrico por sus tendencias suicidas, descubrió que los pacientes que se sentían amados y respetados por las personas que los rodeaban desarrollaban más defensas para combatir enfermedades que parecían incurables. Este deseo lo impulsó a fundar en 1971 el Instituto Gesundheit!, una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo es brindar asistencia médica gratuita a todas las personas que lo soliciten.A pesar de las similitudes que guarda la película con la realidad la verdad es que la vida de 'Patch' dista mucho del melodrama dulzarrón que se ve en la pantalla. Mientras Williams enfrenta en la cinta a una serie de personajes malencarados y amargados que tarde o temprano terminan por ceder ante el encanto del médico-payaso, el verdadero 'Patch' ha tenido que luchar contra críticos punzantes _entre los que se encuentra su ex esposa Linda_ que lo acusan del mal manejo del Gesundheit!.El descalabro económico que presenta el instituto es tan grande que todavía no se han podido construir el hospital ni los centros de atención especializada. Como era de esperarse, el médico ha cifrado todas sus esperanzas en la difusión de la película, que se estrena en Colombia esta semana y en Estados Unidos ha recaudado la nada despreciable cifra de 150 millones de dólares. Hasta el momento la principal contribución ha corrido por cuenta de la Universal Pictures, que como retribución a la ayuda de 'Patch' en la producción ha donado al centro 500.000 dólares. Este dinero se suma a las modestas ganancias que Patch ha recogido por cuenta de la publicación de sus dos libros sobre su filantrópica obra.No obstante la puesta en marcha de Gesundheit! requiere más capital y de no solucionarse a tiempo este agudo problema no sería raro que, paradójicamente, el payaso termine por hacer a un lado sus bromas y no tenga más remedio que sentarse a llorar.