La semana pasada se estrenó en Cannes la esperada ‘Mad Max: Fury Road’, en la que Tom Hardy asume el rol protagónico que Mel Gibson llevó por primera vez a la pantalla en 1979. Las críticas para la película han sido positivas por la dirección, los fantásticos automóviles y las actuaciones de Charlize Theron y de Hardy. Pero  el camino para el actor, cuya fama crece como espuma, no fue nada sencillo. El londinense de 37 años, que también hizo parte de la saga de Batman de Christopher Nolan en el rol del villano Bane, aseguró sentirse “afortunado de estar vivo” por la fuerte lucha que libró contra la adicción a la cocaína y el alcohol. Tanto así que, según afirmó, en un punto de su vida hubiera vendido a su madre por una ‘roca’ de crack. Así lo hizo saber en una entrevista a la revista neozelandesa Essentials. En esta también criticó cómo Hollywood lo volteó a mirar solo cuando sumó músculos y encajó en roles de hombre fuerte, un hecho que lo sorprende considerando que se describe como “un pequeño burgués de Londres”. Felizmente casado con la también actriz Charlotte Riley, el actor ahora vive sobrio y tranquilo.