Su excelencia, Mariscal de campo, Presidente vitalicio de Uganda, Conquistador del imperio británico, Rey de Escocia, Señor de todas las bestias de la tierra y peces en el mar. Esta es la lista de títulos que se confirió Idi Amín Dada, dictador de Uganda entre 1971 y 1979. También le decían 'Big Daddy' (Gran papá)por sus 1,96 metros y sus más de 110 kilos. Si se trata de títulos le van mejor Asesino de Kampala y Calígula de Africa. La semana pasada, después de años de silencio en su exilio en Arabia Saudita, su historia volvió a ser recordada. A sus 80 años los medios informaron que la vida del ex dictador se acercaba a su fin. Sus familiares empezaron a pedir al gobierno que le permitiera a Amín pasar sus últimos días en su tierra. Y el presidente, Yoweri Museveni, contestó: "Si regresa respirando o consciente lo arrestaré por sus crímenes cometidos en el país". A Idi Amín se le responsabiliza de un régimen de terror en el cual fueron torturados y asesinados más de 300.000 ugandeses. Se trataba de "un presidente que ordenó la transmisión televisada de la decapitación de sus oponentes, precisando que debían vestir de blanco 'para verles mejor derramar su sangre", como escribió el periodista Riccardo Orizio, quien entrevistó a Amín en su libro Talk of the Devil. Además narra que "junto a una de sus mansiones se halló un campo de exterminio donde prisioneros escuálidos sobrevivían royendo los huesos de los que iban muriendo". Tenía fama de caníbal y los biógrafos cuentan que se comía el hígado de sus adversarios. "Esta costumbre puede corresponder a las tradiciones de guerreros que comían vísceras para apropiarse del valor de sus enemigos", explicó a SEMANA Samuel Decalo, autor del libro Coups and Army Rule in Africa. Cabezas decapitadas y diferentes órganos, al parecer de sus adversarios, aparecieron en las neveras de la casa presidencial. Idi Amín ingresó a los 18 años al ejército colonial británico, cuando todavía Uganda formaba parte del imperio. Al independizarse Uganda en 1962 el poder quedó en manos de Milton Obote y Amín se convirtió en comandante de las fuerzas armadas. El 25 de enero de 1971 aprovechó que Obote viajó a Singapur y le dio un golpe de Estado. Así el poder quedó en manos de un boxeador campeón de pesos pesados entre 1951 y 1960, que había estudiado hasta segundo de primaria, prácticamente analfabeta y que admiraba a Adolfo Hitler. "Su inglés era pobre, leía muy mal y le era difícil hasta firmar documentos ya preparados", escribió en The Monitor, de Uganda, Henry Kyemba, ex secretario privado y ex ministro de salud de Amín. Kyemba afirma, además, que el dictador improvisaba discursos para prometer cielo y tierra. Era imposible para sus ministros cumplir las promesas de Amín, "y quien no lo hiciera era considerado un saboteador y su enemigo". Amín le dijo en una oportunidad a su ministro de finanzas,"Eres un estúpido. Si no hay dinero la solución es simple: imprime más billetes". El ministro huyó a Londres pues no quería terminar descuartizado, flotando en el lago Victoria y alimentando a los cocodrilos como el canciller Michael Ondaga. Según las biografías la policía secreta de Amín cortaba trozos de carne a los prisioneros y obligaba a sus compañeros a comerla. Amín se inventó un método más cruel: le prometía a un preso el indulto si mataba a otro con un mazo y cuando cumplía lo encadenaban para que otro le hiciera lo mismo. Además de los deportes, las mujeres eran su pasión. Tenía la costumbre de comer 40 naranjas diarias para elevar su virilidad (algo que al parecer funcionaba pues se dice que tiene alrededor de 48 hijos) y que sufría enfermedades de transmisión sexual. En una oportunidad corrió el rumor de que había consumido los genitales de una joven que se negó a satisfacer sus deseos. Kay Amín, una de sus cinco esposas. apareció mutilada en el baúl del carro de su amante, quien también fue asesinado. El dictador ordenó que le cosieran las extremidades al revés y mostró su reconstrucción diciendo: "Ya saben lo que les ocurre a las malas mujeres". En 1972 Idi Amín expulsó a 80.000 indios por "orden de Dios". Lo mismo hizo con los asiáticos y los judíos, a quienes expropió los bienes. "Afirmó que lo hizo por fomentar el espíritu nacionalista pero como estas personas eran los mayores comerciantes destruyó la economía", explicó a SEMANA Peter Schwab, profesor del Purchase College y escritor del libro Africa, un continente que se autodestruye. "Sólo ahora Uganda está resurgiendo pues desde 1986 los asiáticos recuperaron sus propiedades", contó a esta revista Elijah Mushemezá, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Makerere. En 1978 decidió invadir Tanzania. El dictador ofreció a Julius Nyerere, el pequeño presidente de ese país, enfrentarse en un ring. Pero este último envió sus fuerzas hacia Kampala. Amín, huyó a Libia el 11 de abril de 1979. Desde entonces no ha vuelto a pisar suelo ugandés, tierra que trata de olvidarlo, como afirmó a SEMANA David Kibirige, periodista de The Monitor en Kampala: "La cultura africana no condena ni a los enfermos ni a los muertos".