Los príncipes William y Harry, hijos del rey Carlos de Inglaterra, han sido la comidilla mundial en tiempos recientes por la pelea que mantienen hace ya varios años. Pero, la verdad, es que hay un patrón de hermanos peleoneros en la dinastía Windsor.
El rey Jorge VI, no le perdonaba a su hermano Eduardo VIII que hubiera abdicado dejándole el puesto que nadie quiere en esta familia.
Y el propio Carlos no es que les haya dado el mejor ejemplo a sus hijos, pues es bien sabido que no se lleva nada bien con su hermano, Andrés, duque de York.
“El problema de mi hermano es que quiere ser yo”, habría dicho alguna vez Carlos”, de acuerdo con algunos biógrafos.
El duque, así mismo, es acusado de haber conspirado alguna vez con Lady Di para quedar como regente del príncipe William, actual heredero al trono, en caso de que Carlos no pudiera reinar antes de que el príncipe tuviera la edad para hacerlo.
El conflicto se ha agravado en los últimos años y mucho más ahora que Carlos es el jefe de la casa real, en la cual detenta un poder absoluto.
Los hermanos tienen visiones muy distintas de cómo debe ser la monarquía tras la ida de Isabel II. Carlos la quiere más compacta y austera, en tanto que Andrés desea que se abran nuevas plazas para que sus hijas, Beatrice y Eugenie, se conviertan en miembros en funciones, es decir, pagados, de la monarquía.
A raíz de la muerte de su madre, surgió entre los dos un nuevo motivo de pelea.
De acuerdo con The Times, Andrés le ha expresado a sus amigos lo molesto que está porque Carlos se quedó con toda la fortuna de Isabel y no les ha dado nada a sus tres hermanos.
Lo malo es que él está bastante necesitado de efectivo, pues con el escándalo de su amistad con el pedófilo Jeffrey Epstein, su madre lo despojó de su puesto en la realeza, el tratamiento de alteza real y todos sus títulos militares. Pero lo más grave es que se ha quedado sin ingresos y el daño sufrido en su reputación, nadie se atreve a darle trabajo. Solo cuenta con una exigua pensión de la marina. (Se rumora que tampoco es que tenga muchas ganas de eso a sus 63 años).
Leído a simple vista, sonaría como si Carlos se estuviera aprovechando de sus hermanos, pero la verdad es que si los 570 millones de dólares de la riqueza de su madre fueron a parar a sus arcas, es porque es lo correcto.
En cualquier familia, los hijos tienen derecho por igual al patrimonio que dejan los padres. Pero para los Windsor es diferente: la fortuna pasa de monarca a monarca, con el fin de que los descuentos en impuestos no la disminuyan. Por otro lado, el rey está por encima de todo y ello incluye asegurar su solidez financiera.
Sin embargo, Andrés no puede con eso y le parece insoportable tener que depender del día en que el rey quiera compartir algo de lo que dejó su madre con él y sus hermanos, Ana y Eduardo.
En efecto, se acostumbra que el rey se quede con la fortuna, pero luego les reconozca a los otros herederos algo, eso sí, a su criterio.
Carlos, por lo demás, no ha hecho, sino tomar decisiones que han aumentado el disgusto de Andrés.
Primero, poco antes de que muriera la reina, le dijo en su cara que, tras el escándalo de la mujer que lo acusó de tener relaciones con ella, a los 17 años, a instancias de Epstein, no existía ninguna posibilidad de que volviera a representar a la monarquía en nada.
Luego, le quitó una oficina que tenía en el Palacio de Buckingham, para luego ordenarle que entregue el Royal Lodge, la mansión de 30 dependencias en los terrenos del Castillo de Windsor, donde la reina Isabel puso a vivir hace 20 años al que siempre ha tenido fama de haber sido su hijo favorito.
Para hacerse una idea de su importancia, baste mencionar que el Royal Lodge fue una de las casas de la Reina Madre Elizabeth, su abuela.
Andrés no solo se ha sentido ofendido por ser echado de allí, sino porque Carlos quiere que se vaya a vivir a Frogmore Cottage, que fuera la casa de Harry y Meghan, de solo cinco habitaciones.
Este caserón, precisamente, es el motivo del más reciente round en el enfrentamiento del rey y su hermano.
Resulta que cuando se creía que a Andrés no le quedaba más alternativa que obedecer, le mandó a decir a Carlos con sus abogados que no lo puede sacar del Royal Lodge así como así, pues su tenencia de la casa no es incumbencia de la familia real, sino del Crown State, un emporio de propiedades que se utiliza para sostener a la monarquía, pero en teoría no le pertenece a la familia real y la manejan personas ajenas a sus miembros.
En otras palabras, Andrés tiene un contrato de arrendamiento con el Crown State a 75 años, de los cuales le quedan 55.
Para que se cumpla la voluntad del rey, habría que realizar un acuerdo en que intervendría el gobierno. Pero otra fuente real le dijo al Times que Carlos no insistirá con eso, pues podría ganarse el resentimiento de otros miembros del clan Windsor.