Con su grito de independencia, que estremeció a la realeza a comienzos del año, el príncipe Harry y Meghan Markle, los duques de Sussex, querían romper completamente con Gran Bretaña y su más preciada institución, la Corona, de modo que aquel fue un desplante mayúsculo. Incluso cuando aún desempeñaban funciones como representantes de la monarquía, los jóvenes esposos desdeñaban costumbres antiguas y respetadas, como que les hicieran la reverencia. Hay quienes aseguran que escucharon a Meghan decirle a su marido: “Harry, esto es aburridísimo, salgamos de aquí”, a los pocos minutos de llegar a un ‘garden party‘ en el Palacio de Buckingham en honor del príncipe Carlos, su suegro.

En fin, se rebelaban contra un sistema que, aseguran los Sussex, fue racista con Meghan, la primera mujer de ascendencia afro en emparentar con los Windsor, y la dejó desprotegida frente a la prensa. Gran Bretaña les parecía invivible, pero ahora surgen indicios de que empiezan a comprender las verdaderas dimensiones de no contar con el poderoso y multimillonario amparo de la casa real.

La rigidez con que posaron William y Catherine de Cambridge, a la derecha, en el bautizo de su sobrino Archie Harrison, en julio de 2019, delató las tensiones en la familia. También posaron: sentada, a la izquierda, la duquesa de Cornualles.De pie, el príncipe de Gales; Doria Ragland, madre de Meghan; la baronesa Jane Fellowes y Lady Sarah McCorquodale, tías de Harry, hermanas de Diana de Gales. Cronistas como Emily Andrews, editora de realeza del "Mail on Sunday", aseguran que la pareja da la impresión de no poder desprenderse de lo que dejaron atrás, pues no paran de hacer públicos los mensajes que les envían a las fundaciones benéficas con las que tienen algún vínculo, como para seguir vigentes en la memoria del pueblo británico. “Todo ello los hace ver irrelevantes”, dijo la editora, quien advirtió cierto oportunismo en sus recientes declaraciones sobre temas de actualidad, como el movimiento Black Lives Matter. A Harry lo criticaron al pedir perdón por la discriminación racial “como si fuera un líder mundial, cuando es el epítome del privilegio blanco”, señaló un analista.

Los diarios británicos pintan un cuadro melancólico de lo que están pasando los duques, aislados, a causa de la pandemia, en la mansión de doce habitaciones del rapero Tyler Perry en Los Ángeles, sin poder arrancar esa nueva vida por la que se enfrentaron a siglos de tradición.

Pasan sus días encerrados en esta mansión de doce habitaciones que le pertenece al rapero Tyler Perry. Allí, hacen yoga, ven televisión, preparan su propia comida y sacan a pasear a los perros  Tuvieron que posponer para 2021 el lanzamiento de su nueva fundación, Archewell. También han tenido problemas con el registro de esa marca, que cobijaría hasta un programa de televisión, por fallas en el trámite, dijo la prensa local. El príncipe, hijo menor de Diana de Gales, ha visto paralizados, por la covid-19, sus planes de trabajar en turismo sostenible, con socios como Visa y Booking.com, aunque para muchos no tiene autoridad moral al respecto, dados sus frecuentes vuelos en avión privado, con los cuales contribuyó a la contaminación antes que atajarla.  Los observadores creen que los duques siguen siendo muy llevados de su parecer y lo malo es que adoptan decisiones que podrían perjudicarlos. Para la muestra, se sumaron al debate acerca del boicot a Facebook por permitir mensajes de odio y noticias falsas.

El peligro de echarse de enemigo a un gigante de Silicon Valley como este consiste en que dichas empresas son las más dadas a pagar a oradores de alto perfil, precisamente el rol con que ellos, cobrando hasta un millón de dólares por discurso, pretenden generar los cuantiosos recursos que necesitan para llevar una vida igual o, al menos, parecida a la que les daba la familia real. “Silicon Valley no olvida los ataques en su contra”, dicen los expertos.  Diversas fuentes indican que las cosas están siendo más difíciles para Harry, pues dejó a su familia y amigos. Aunque no le molesta Los Ángeles, se siente perdido allí porque no encuentra su papel. Así mismo, extraña la milicia, la única instancia de su vida que le ha permitido sentirse como una persona normal, por encima de su condición de miembro de la realeza. Extraña, particularmente, a los policías que lo custodiaban en su patria, muchos de los cuales terminaban por convertirse en sus mentores.

El duque se cuestiona su decisión de dejar la familia real, al ver cómo el aislamiento afecta a su hijo, Archie, ya que no tiene contacto con otros niños, cuando en Inglaterra cuenta con varios primos. El biógrafo real Thomas Quinn afirma que a eso se suma el hecho de que “Meghan es una dinamo, siempre está cargada de energía positiva, y termina arrastrando a Harry, lo cual, antes que una ventaja, ha sido un problema desde el comienzo de la relación”. En cuanto a Meghan, muchos la ven como la autora de las ideas desacertadas, a juzgar por las revelaciones aparecidas en el marco del pleito legal que sostiene con el "Mail on Sunday". En el Reino Unido se ve como un descaro que diga que más bien es el país el que tiene una deuda con ella, pues su matrimonio, ampliamente promocionado, le reportó más de 1.000 millones de dólares, por el turismo y el comercio que generó.

La duquesa de Sussex también está ofendida con el personal que trabajaba para ellos porque no le hacía caso. Pero sus exempleados aseguran que ella estaba en control del mínimo detalle y que era difícil negar los rumores de una mala relación porque eran verdad. “Los Sussex son víctimas profesionales. Lo que les pasa siempre es por culpa de alguien, nunca de ellos”, dijo un testigo.  No tener una residencia propia también les amarga la vida, pero mientras todo se resuelve y pueden validar su legítimo deseo de libertad, salen muy poco, hacen yoga, preparan su propia comida, pasean a los perros, ven televisión y perfeccionan su organización benéfica. * Puede leer más artículos de Jet-Set aquí.