Es difícil encontrar dos personas tan diametralmente opuestas como Arturo Gómez hramillo y Jorge Cárdenas Gutiérrez. El primero es esencialmente un hombre cerebrado. El segundo es un hombre de acción. Gómez es introvertido y parco. Cárdenas extrovertido y locuaz. Sus estilos de trabajo no son menos diferentes. Silencio y orden inmaculado respira la oficina de Gómez y bullicio y agitación la de Cárdenas, quien invariablemente está hablando por teléfono mientras las otras líneas lo solicitan. Sin embargo, por una curiosa paradoja, estos hombres tan disímiles han conformado durante casi 20 años un equipo de trabajo tan armonioso, que ha podido manejar acertadamente al gremio cafetero, que tantos dividendos le ha traído al país. Ahora, como consecuencia de la renuncia irrevocable de Gómez Jaramillo a la gerencia general de la Federación Nacional de Cafeteros, Jorge Cárdenas ha pasado de su condición de delfín --la que sostuvo durante 19 años-- a monarca de la primera industria colombiana. La discreción con que se ha manejado la Federación Nacional de Cafeteros en el pasado, ha desdibujado el enorme poder que ésta tiene. Sin embargo, no sería inexacto calificarla como un "estado dentro del estado". A través del Fondo Nacional del Café tiene lo que podría considerarse un ministerio de Hacienda propio, con recaudo de impuestos que se manejan independientemente del resto del erario público. Su red de oficinas comerciales en el exterior constituye prácticamente un ministerio de relaciones alterno, y el manejo de los Comités departamentales sería su ministerio de gobierno. Controla, además, la Flota Mercante Grancolombiana, diversas entidades financieras, almacenes de depósito y múltiples actividades. Se ha criticado tanta concentración de poder y es probable que si se partiera de cero no se repetiría la creación de un ente tan poderoso dentro del Estado. Pero la Federación de Cafeteros tiene a su favor la mejor de las justificaciones: que ha funcionado. En un país donde la ineficacia, la desorganización y la burocratización son la regla general en todas las entidades oficiales, la Federación ha logrado, no obstante su tamaño paquidérmico, un nivel de administración superior al de cualquier entidad comparable.NI UN TINTO El hombre que hoy tiene en sus manos todo el control del gremio cafetero, nunca había tenido nada que ver con el café --ni siquiera le gustaba el tinto- antes de entrar a la Federación 20 años atrás. De familia antioqueña, Jorge Cárdenas es el mayor de seis hermanos. Su padre, Rafael Cárdenas, ingeniero, trabajó en Coltabaco hasta su muerte temprana, y de ahí en adelante la familia fue manejada por la mano matriarcal de su madre, doña Concha Gutiérrez. Uno de los hermanos, Juan Rafael, siguiendo la tradición del padre, se graduó de abogado y es hoy vicepresidente de Coltabaco. Jorge Cárdenas terminó derecho y ciencias políticas y, posteriormente, obtuvo un master de administración en los Estados Unidos. A su regreso, en 1958, fue nombrado asistente del gerente del Banco de Bogotá en Medellín, y a partir de ese momento empezó su acelerada carrera como economista y administrador, que lo fue apartando cada vez más de lo que era su auténtica vocación: la política. En 1960, lo llamó Alberto Lleras para ofrecerle el cargo de Jefe de Servicios Generales de la Presidencia. Hasta ese momento había vivido en Medellín, con su esposa Cecilia y sus dos hijos mayores. Por aceptar el ofrecimiento del doctor Lleras partieron hacia Bogotá por un año, pero se quedaron 22. En Bogotá nacieron los otros dos hijos. Doña Cecilia se graduó en economía y en 1962, a los 31 años, Jorge Cárdenas fue nombrado vicepresidente financiero de Ecopetrol. A los pocos meses Samuel Arango Reyes, entonces presidente de la empresa, se retiró temporalmente y pasó a reemplazarlo Cárdenas Gutiérrez, quien debió enfrentar, desde ese puesto, uno de los momentos difíciles de su carrera, al estallar una de las huelgas más recias de los trabajadores del petróleo. "Hasta el chofer de él estaba en huelga --recuerda doña Cecilia--. Yo iba a dejarlo al trabajo, y tenía que verlo pasar por una calle larga que tenía a lado y lado una fila de huelguistas" Antes de dejar la empresa en manos del nuevo gerente, Cárdenas dejó firmada la convención colectiva que puso fin a la huelga.Al año siguiente, Jorge Cárdenas recibió la carta que abría de ligarlo, hasta hoy, a la Federación de Cafeteros. Era de Ignacio Betancur Campuzano, entonces gerente encargado, quien le ofrecía el cargo de primer gerente auxiliar. Como es tradicional en los altos cargos de la entidad, que tienen un carácter prácticamente vitalicio, éste sólo había sido ocupado por dos personas antes que él: Arturo Gómez Jaramillo e Ignacio Betancur Campuzano. Cuando Cárdenas asume el cargo, empieza a trabajar estrechamente ligado a Arturo Gómez Jaramillo, quien llevaba 5 años ejerciendo la gerencia general. De él aprende los gajes del oficio, los intríngulis del negocio cafetero y el talento diplomático que requiere el cargo. Locuaz e hiperactivo, lo que más le admira Cárdenas a Gómez Jaramillo es la ecuanimidad y la tranquilidad.Cárdenas Gutiérrez tiene fama de ser un hombre sencillo. Su "hobby" son los amigos: a estar con ellos dedica buena parte de su tiempo libre. A partir de las seis de la mañana, cuando hace la primera llamada del día, siempre sostiene la bocina de teléfono en la mano, mientras con la otra realiza una más de sus mil actividades. Tiene sentido del humor y sabe utilizarloa su favor. Cuentan que en alguna oportunidad tenían que viajar en avión todos los "capos" de la Federación para asistir a un congreso. Era la época en que en los aeropuertos indefectiblemente vacunaban contra la viruela a cualquiera que no mostrara un certificado de vacunación reciente. A pesar de las protestas, fueron pinchando a Leonidas Londoño, a Hernán Jaramillo Ocampo y a todos los demás. Cuando le tocó el turno a Jorge Cárdenas, sacó la tarjeta Diners y le dijo a la señorita: "¿Ve estas banderitas? Pues aquí dice que en todos estos países me han puesto la vacuna" Fue el único que pasó indemne. Le gusta la pintura y es aficionado a coleccionar obras de artistas nacionales. Inició esta actividad tiempo atrás, cuando un amigo y paisano suyo logró que le comprara un cuadro, Cárdenas dudó mucho en pagar por él los $1.400 que pedía el pintor, porque era la misma suma que pagaba de alquiler. Finalmente lo hizo y hoy no se arrepiente: el cuadro es de Fernando Botero. La transición de mando que hoy se lleva a cabo en la Federación de Cafeteros no es producto del azar, sino de una paciente y bien planeada sucesión que ha tomado largos años. Jorge Cárdenas ha llegado a manejar el renglón más importante de la economía del país no sólo por sus méritos personales, sino también como resultado de la propia dinámica interna de la Federación. Seguramente a ningún otro nombramiento puede aplicársele, como a éste, la sentencia bíblica: "Estaba escrito".-