Juan Mario de la Espriella, conocido desde hace dos décadas como Juancho de la Espriella, es uno de los acordeonistas más queridos por los colombianos y durante sus 28 años de carrera musical ha hecho historia al lado de Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, Martín Elías, Diomedes Díaz, entre otros.
“En mis comienzos artísticos con Peter Manjarrés fui Juan Mario hasta que un querido locutor de Valledupar me dijo que tenía que ser Juancho de la Espriella para que fuera más sonoro. Eso fue en mi cuarto álbum con Peter y ahí me quedé con ese nombre artístico”, cuenta.
Realmente quienes lo llaman Juan Mario son quienes lo conocen desde la infancia aunque reconoce que el Juancho ya es común en el país.
Aunque desde pequeño fue traído a Bogotá, siempre llevó el vallenato en sus venas y quiso digitar el acordeón, pero su familia no quería que lo hiciera. Confiesa que tuvo que acudir a un regalo para poder comprar su primer acordeón.
“Yo empecé a desarrollar el gusto por el acordeón, mi papá tenía un amigo que se llamaba Rodrigo Ortega y él le dijo a mi papá que me enviara para que me enseñara. Me iba para allá los domingos y no tenía acordeón por lo que se convirtió en una obsesión para mí. Como tenía una cadena de oro que me dio una tía, casi que la empeñé porque me prestaron, di la cadena y compré un acordeón usado que costó 90.000 mil pesos. Mi papá vio eso y recuperé la cadena”.
Además, al terminar el colegio su familia le preguntó qué estudiaría en la universidad y sólo se le ocurrió ingresar a la carrera de Comunicación Social. Sin embargo, duró muy poco. “Desde que agarré el acordeón no quise hacer nada más que tocarlo. Mi familia me preguntó qué quería estudiar y me salió decir que periodismo. Me metí en la Universidad del Externado, me pagaron la matrícula que fue cara y duré quince días”.
Agregó: “Mi familia entendió que quería tocar y pues aceptaron el tema, no fue tan duro porque yo lo había advertido. Yo iba a clase, pero mis compañeros descubrieron que yo tocaba y nos íbamos a parrandear. Yo no quería estudiar”.
Durante la charla reveló detalles sobre cómo conoció a Peter Manjarrés, cómo empezaron esa unión musical y cómo se dio la separación que, aunque en buenos términos, dio lugar para que cada uno tomara un rumbo distinto y que los lanzó al éxito nacional e internacional. Además, la unión que tuvo con Silvestre Dangond y el sueño que logró conseguir con Diomedes Díaz.
Lo más importante para Juancho de la Espriella es que el vallenato ha sido un género que se ha mantenido durante décadas en el país a pesar de la llegada de otros ritmos que han cautivado a las nuevas generaciones.
“El vallenato desde los años 70 empezó a entrar a la capital del país y al interior y nunca ha salido. El vallenato ha soportado la llegada de muchos géneros y nunca se ha perdido el interés. Recientemente Silvestre Dangond le metió más de 50 mil personas al estadio de Bogotá así que el vallenato tiene una importancia muy grande y nunca ha sido desbancado”, contó en Sin Filtro.
Por ejemplo, sobre el reggaetón confesó que no le gusta y que la música que hicieron sus colegas en el vallenato nunca pasará de moda. “La generación anterior a la mía es muy superior. El vallenato de antes es muy superior y creo que cada vez la música en los diferentes géneros es más desechable. No me gusta el reggaetón, pero a mi hijo le encanta. Ahora, no me gusta pero respeto los gustos de los demás”.
Finalmente dijo que las uniones en la música vallenata son similares a los matrimonios y que por eso se debe cuidar, proteger, querer y respetar para que perdure esa alianza.