Iñaki Urdangarin era hasta hace poco el yerno perfecto. Alto, guapo, elegante, políglota y deportista de éxito. Hijo de familia pudiente (padre banquero y madre de la aristocracia belga), consiguió renombre como jugador de balonmano del equipo profesional del Barcelona y de la selección española. Así lo conoció Cristina de Borbón, todavía soltera a sus 32 años y muy aficionada al deporte, y tras un noviazgo de poco más de un año, se casaron en octubre de 1997.A partir de entonces, el yerno del rey lo tuvo todo para hacer lo que quisiera. Ya pertenecía a la realeza y quiso lograr el éxito como empresario. Así que, tras la boda, estudió un máster en la Esade, una de las principales escuelas de negocios españolas, y se dedicó a abrir entidades sin ánimo de lucro y a aprovechar su título nobiliario para obtener toda suerte de contratos. Entre 2004 y 2006, los gobiernos de las Islas Baleares y de Valencia le dieron a Urdangarin 5,8 millones de euros por organizar congresos sobre turismo y deporte. Fueron eventos costosos que duraron dos días y no tuvieron mucha repercusión. Consiguió todos los contratos mediante una fundación suya: el Instituto Nóos. Luego, según los investigadores, usando una red de ONG y empresas de diferentes países, desviaba este dinero hacia los paraísos fiscales de Belice y Luxemburgo, y gran parte de esos fondos terminaban en la compañía Aizoon, de la que son socios él y su esposa. Prueba de este rápido enriquecimiento fue que compraron una mansión en un exclusivo barrio de Barcelona, valorada en 6 millones de euros, a la que se trasladaron en 2005.En aquel momento los duques de Palma eran admirados dentro y fuera de la Casa Real. Pero dicen las pesquisas que en 2006 Urdangarin empezó a usar una fundación dedicada a ayudar a niños enfermos de cáncer para desviar fondos públicos y evadir impuestos. Esta supuesta ONG, llamada Fundación Deporte, Cultura e Integración Social, habría sido usada como tapadera para sus negocios, tras su repentino retiro del Instituto Nóos por "consejo" de la Casa Real. Arde la Casa Real A pesar del escándalo de corrupción de Urdangarin, la Casa Real española sigue hablando bien de él en su página web, donde afirma que el yerno del rey "ha cultivado el interés por las cuestiones sociales y culturales, amén de las deportivas". La única consecuencia reciente es que el rey Juan Carlos apartó a su yerno de la agenda oficial por considerar que su comportamiento era poco "ejemplar".Toda la prensa española se ha volcado a desentrañar los detalles de este episodio y, ante la presión, la Casa Real tuvo que admitir hace pocos días que el rey Juan Carlos y su familia sabían que el Instituto Nóos realizaba actividades lucrativas. Por esta razón, la Casa Real le ordenó a Urdangarin abandonar el Instituto Nóos y dejar de hacer negocios en España. En abril de 2009, los duques de Palma se fueron a vivir a Washington con sus cuatro hijos.Dicha revelación ha caldeado más los ánimos de la opinión pública. "Si el rey Juan Carlos ya estaba informado de estos actos de corrupción, ¿por qué no puso los hechos en conocimiento de la Fiscalía?", dijo a SEMANA el experto en casas reales Javier Elizondo. "Esto pone en duda la honestidad del rey y mancha la trayectoria de una familia real considerada hasta hace poco como una de las más íntegras y honorables", puntualizó.Por este escándalo, la Casa Real española vive uno de sus peores momentos de popularidad. En 2007, el 69 por ciento de la población la respaldaba y una reciente encuesta del diario El País reveló que esa cifra ha descendido al 49 por ciento. La Fiscalía ya tiene las pruebas necesarias para llamar a juicio en las próximas semanas a Urdangarin y nadie se quiere perder este caso. Lo que muchos esperan es que todo el barro no le caiga solo a él, sino que también salpique a la infanta Cristina, pues ella también se benefició con ese dinero, al menos a través de la empresa Aizoon. ¿Se atreverá la justicia española a tocar a la hija del rey? Cierta parte de la sociedad confía en que así sea.