La tercera cinta de Carrère, que abrió la sección paralela Quincena de Realizadores, es una adaptación de la reconocida obra de la periodista francesa Florence Aubenas El muelle de Ouistreham (2010), retrato de un grupo de mujeres del oeste de Francia enfrentadas a la precariedad económica y laboral.
Aubenas ocultó su identidad para adentrarse en este mundo de sufrimiento diario y trabajar en un ferri en el que debía hacer 60 camas en 90 minutos y limpiar retretes. Pero Carrère añadió un componente dramático al incluir una historia de amistad entre el alter ego de Aubenas (Binoche) y una de las mujeres de la limpieza.
En una entrevista con la AFP, Carrère, también periodista, habló de este nuevo ejercicio entre ficción y realidad que caracteriza su obra y que resulta en una película con evidentes similitudes con el cine social del director británico Ken Loach.
¿Se puede comparar la salida de un libro con la de un filme, especialmente en Cannes?
“Con la salida de un libro uno está solo. Siempre es un poco lo mismo. En cambio, el filme lo presento con el elenco (...) Es muy divertido. Con los actores y actrices vivimos una aventura desde el principio y Cannes es una etapa de esta aventura, que era inesperada”.
Aubenas sugirió a Binoche su nombre cuando esta le pidió adaptar el libro a la gran pantalla. ¿Por qué aceptó dirigir el filme?
“Lo hice un poco a ciegas, preguntándome si realmente era una buena idea. Pero, además, tengo la impresión de que el azar te puede acercar mucho más a ti mismo que tu propia voluntad. Es mucho más interesante no saber hacia dónde se va, como fue el caso de esta película”.
La película plantea el dilema sobre si es lícito ocultar la identidad para escribir un libro. ¿Encontró una respuesta?
“Sí, está justificado cuando el resultado es un libro como el de Aubenas. No solo es excelente, es profundamente útil. Hay un riesgo, pero Aubenas lo hizo todo para reducirlo, sabía que no debía crear una gran intimidad (con los protagonistas de su libro). En cambio, la heroína de mi filme no es Aubenas, no es periodista, sino escritora, y es menos consciente del riesgo. Yo vertí en ese personaje algunos de mis escrúpulos”.
¿Con Ouistreham espera relanzar el debate sobre la crisis social en Francia que estalló con los chalecos amarillos en 2018?
“Si la película puede suscitar, además de placer y emoción, un cierto impacto social, será formidable. Ya será algo si la gente toma conciencia de que hay que prestar más atención a la persona que te vacía la papelera. Se trata además de un tema universal (como se dice en el filme, n. de la r.). Este oficio es el futuro porque siempre será necesario y no puede deslocalizarse”.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
“Voy a empezar un libro que me tomará bastante tiempo, pero es demasiado temprano para hablar de ello. En cuanto al cine, quizá repita en algún momento. Considero que es bastante fácil trabajar conmigo, me llevo bien con los equipos y tiendo a empujar a la gente a sacar lo mejor de ellos mismos”.
¿Cómo explica esta especial admiración que profesa el público hispanohablante por su obra?
“No sé cuáles son las razones, pero me alegro. Me gustan varios autores de lengua española y percibo una cierta familiaridad, como con Javier Cercas, el colombiano Juan Gabriel Vásquez y Javier Marías, aunque a veces lo encuentro tan exasperante ¡como extraordinariamente talentoso!”.
Consagró su último libro, Yoga, a una práctica esencial en su vida, la meditación. ¿Tiene tiempo para meditar en Cannes?
“Gandhi decía: ‘Si tengo el doble de trabajo, debo meditar el doble’. ¡Pero no es mi caso! Podría levantarme a las 6 de la mañana, pero es duro...”.
por Anna Pelegri
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