Un rumor confirmado la semana pasada por la emisora alemana Bayerischer Rundfunk demuestra que los hechos más insignificantes pueden tener efectos trascendentales para la humanidad. El diario cuenta que cuando Adolf Hitler era un niño y jugaba a vaqueros en las orillas del rio Inn, en la frontera entre Alemania y Austria, se resbaló y cayó al agua helada. Sin imaginar las consecuencias de su acción, un joven de apellido Kuehberger, que más tarde se convertiría en sacerdote, se lanzó y lo salvó de morir ahogado. Este acto de heroísmo cambió el siglo XX pues, de haber perecido, Hitler no se habría convertido en uno de los peores dictadores de la historia, el Holocausto judío no hubiera ocurrido y se habrían salvado más de 60 millones de víctimas de la Segunda Guerra Mundial. La nota surgió cuando historiadores alemanes encontraron recortes de prensa de 1894 que confirman lo que se rumoraba desde hace tiempo. Esta anécdota ya había sido narrada por la comunidad religiosa de Kuehberger y había aparecido en un libro sobre la niñez del líder nazi, pero era en general desconocida. En todo caso, puso a todos en Alemania a preguntarse ¿qué hubiera pasado…?