El príncipe Harry, duque de Sussex, sorprendió a comienzos de año al sostener que las historias de su vida privada, que durante años hicieron las delicias de los lectores de la prensa de los tabloides, llegaron a estos últimos porque miembros de su familia se las dieron a los periodistas en aras de sanear su imagen, así él cargara siempre con la mala fama.
Más exactamente, el hijo de Lady Di se refería a su madrastra Camila, pero también a los ayudantes cercanos a su hermano William, con quien sostiene una amarga disputa desde que se separó de la monarquía junto con su esposa Meghan Markle en 2020.
Pues bien, alegatos expresados en las últimas horas en una corte de Londres bien podrían llevar a la conclusión de que él no estaba del todo descaminado.
En un juicio contra Mirror Group Newspapers, dueño de varios de los tabloides más leídos del Reino Unido, el hijo menor del Carlos III asegura que, entre 1995 y 2011, él fue víctima de un ‘hackeo’ a escala industrial por esos medios, con el fin de obtener la información de su vida privada que alimentaba, casi que a diario, historias de su loca juventud.
Para tal efecto, sus abogados le presentaron al juez del caso 33 artículos que harían patente este argumento.
Sin embargo, el grupo de periódicos se defendió diciendo que muchas de esas historias se construyeron con información aportada por o en nombre de miembros de la familia real, de acuerdo con la declaración en el juicio de Andrew Green, abogado de la empresa. Las informaciones, agregó el apoderado, también provenían de periodistas freelance o de fuentes confidenciales “con buenos contactos en la realeza”.
De todos modos, el abogado reconoció que el grupo sí había incurrido en acciones no muy correctas para cubrir la vida y milagros de Harry, según informó el ‘Daily Mail’.
Al comienzo del juicio, la empresa periodística le pidió perdón al príncipe porque el diario ‘The People’ contrató a un investigador privado para que indagara sobre su comportamiento en Chinawhite, un bar que era favorito de las celebridades en 2004.
Harry acusa a los periodistas de haberse registrado en un hotel en Mozambique donde él se hospedaba con su novia más famosa, Chelsy Davy, quien quedó tan impactada por el acoso que Harry cree que fue una de las experiencias que pudo influir en ella para que no quisiera casarse con él.
Piers Morgan, conocido enemigo de Harry y Meghan y quien era editor del ‘Daily Mirror’ por la época de los hechos en que se centra el caso, está en el centro de las denuncias de supuestos ataques informáticos y uso de investigadores privados.
Harry no solo se refiere en su querella a informaciones que se difundieron sobre él, sino también sobre sus padres y su hermano William.
Por ejemplo, un informe que revelaba que Harry no fue a Suiza a esquiar con su familia a causa de una fiebre, fue obtenida por la cronista de realeza Jane Kerr. Eso sí, agregó el abogado de los periódicos que fue justo por la época en que Mark Bolland, subsecretario privado del entonces príncipe Carlos, era tan amigo de Piers Morgan que se hablaban por teléfono frecuentemente, además de que compartían comidas y tragos.
“Por lo tanto, la información probablemente fue revelada por el señor Bolland”, anotó la defensa del Mirror Group. Así mismo, añadió, ese dato fue confirmado por un comunicado oficial del Palacio de St. James.
Los editores también respondieron a las acusaciones con el argumento de que muchos de sus reportes sobre Harry y la familia real se basaron en informes de otros periódicos, agencias de noticias o información de dominio público.
Al respecto de un artículo que reportó que Harry consumía drogas alucinógenas, también pudo haber salido a la luz con la autorización de Bolland, lo cual le daría la razón a Harry cuando dijo que en su propia familia lo usaban de chivo expiatorio para tapar las fallas de los demás.
Harry demandó al Mirror Group en compañía de los actores Nikki Sanderson y Michael Turner, además de Fiona Wightman, esposa del comediante Paul Whitehouse.