El hijo mayor de William y Kate, duques de Cambridge, cumplió ocho años. Su familia compartió una foto oficial del pequeño en sus redes sociales, como suelen hacerlo cada vez que uno de los niños de la familia apaga las velitas en un nuevo año. En esta se ve al heredero al trono sentado feliz en el capó del Land Rover, que fue uno de los símbolos de su bisabuelo, el príncipe Felipe, quien falleció recientemente. Las redes de la reina Isabel se llenaron, por su parte, de bombas para desearle lo mejor a su bisnieto.
Los padres de George han sido obsesivos en su empeño por que sus hijos (tanto George como Charlotte y Louis) tengan una infancia lo más normal posible. Pero ello es difícil cuando se está predestinado a reinar en la monarquía más prestigiosa del planeta. Hace unos días se conoció que le habían revelado a su primogénito que en el futuro sería rey.
Si bien ello sucedió el año pasado, cuando el niño cumplió 7 años, se conoció recientemente por el libro “Battle of Brothers”, en el cual Robert Lacey, respetado biógrafo de la realeza, detalla la trifulca entre William y su hermano Harry.
No hay una disposición en la realeza sobre cómo contarle a un futuro rey lo que será su vida, pero los mismos príncipes se han quejado del modo cruel o fortuito en que lo supieron. El príncipe Carlos, heredero al trono y abuelo de George, narró que se enteró por casualidad, en la Cheam School. Ese día, él y sus condiscípulos veían por televisión la clausura de los Juegos de la Commonwealth, en Cardiff, cuando su madre, la reina Isabel, anunció que lo nombraba príncipe de Gales, título reservado al próximo rey. Carlos lo recuerda como un momento incómodo, pues no le ayudaba a su anhelo de encajar y ser un alumno corriente.
La reina Isabel, por su parte, acababa de salir de una clase de natación y sintió el alboroto por la abdicación de su tío, Eduardo VIII, en diciembre de 1936, lo cual significaba que su padre, Jorge VI, sería rey, y ella, de 10 años, su sucesora. Es muy célebre la reacción de su hermana menor, Margarita, quien, lejos de sentirse envidiosa, la compadeció. “Pobre de ti”, le dijo, según la biógrafa Sally Bedell Smith.
En cuanto a William, también se percató por azar en el colegio, antes de los 10 años. Según el biógrafo Andrew Morton, un compañerito le preguntó: “¿No conoces a la reina?”, a lo cual contestó: “No te refieres a mi abuela…”. Harry, por su parte, lo bajaba de la nube, por ejemplo, cuando decía que quería ser policía. “No puedes. Tienes que ser rey”, le advertía.
William cree que hubo descuido en cómo lo descubrió, así que resolvió con Kate que George lo viviría de una forma más grata. Según Lacey, ellos se abstuvieron de mencionarle que es el tercero en la línea de sucesión al trono para que no se sintiera raro frente a los otros niños. Además, han procurado no mimarlo y le han pedido a su colegio, Thomas’s Battersea Prep School, que no le dé ningún preferencial por su rango.
William lo hizo así por el bien de su hijo, pero también por el de la monarquía, pues cree que un futuro rey conectado con el mundo de verdad, con las limitaciones y normas que deben seguir todos, es la mejor manera de asegurar que la realeza siga siendo relevante.
Los Cambridge concluyeron que, al cumplir 7 años, George no solo estaba en capacidad de saber sobre su particular destino, sino que se volvía más susceptible de que la información le llegara por boca de otros o por una casualidad, lo cual no querían. Lacey sostiene que, para eso, la pareja marcó un momento controlado y elegido especialmente. El eje de la conversación fue “la vida de servicio y deber” que le espera y lo que ello acarreará.
La infancia de George dio un giro, seguramente, pero sus padres siguen dispuestos a que su posición no irrumpa aún de una manera muy invasiva en su vida cotidiana. Al respecto, se han chocado con la tradición que, a la luz de las creencias de hoy, puede ser algo injusta. En la familia real, los herederos siempre han recibido un trato distinguido.
En tiempos de los Plantagenet o los Tudor, el futuro rey era apartado desde la lactancia del palacio real y se le establecía su propia casa, donde crecía al cuidado de niñeras, nodrizas y tutores. A George eso no le tocó, pero sí goza de privilegios que sus hermanos no tienen. Para la muestra, Isabel y Carlos pasan a menudo tiempo solo con él. La idea es que le transmitan su sabiduría, entre otras cosas, pero ello puede causar resentimiento entre sus hermanos y primos.
De hecho, se considera que en ese trato discriminatorio reside mucha de la inconformidad de Harry con la institución, a la cual renunció como miembro activo, junto con su esposa, Meghan Markle. Los Cambridge, observa Lacey, no han logrado transformar esas diferencias y se les hace difícil, pues quieren criar a sus hijos con toda la equidad posible y así evitar grietas en su relación.
George vino al mundo en 2013, tras una abrumadora expectativa de semanas, en las que un enjambre de fotógrafos se agolparon a las puertas del ala Lindo del Hospital St. Mary’s, en Londres. No era para menos: hacía 31 años no nacía un heredero al trono.
Pero, a pesar de las previsiones que William quiere tomar, no es del todo claro que su hijo reine. Para hacerlo, primero deberá presenciar el fin del reinado de su bisabuela (a quien llama Gan Gan). Con 95 años de vida y 70 en el trono (los cumple en 2022), es la monarca más longeva y con más tiempo en el trono en la historia británica.
El principito verá reinar luego a su abuelo Carlos, cuyos 72 años insinúan que la suya será una era corta, aunque decisiva para la monarquía. Isabel es elogiada por su hazaña de mantener a flote una institución tan anacrónica, pero hay serias dudas sobre si su hijo preservará ese legado. En contra, tiene su costumbre de entrometerse u opinar sobre asuntos vedados para la monarquía.
Aunque parece liberado de su funesto pasado con Lady Di, no gusta tampoco su estilo tan principesco, que lo hace llevar su propio inodoro a sus viajes, por ejemplo. Pero sí puede operar en su favor el deseo de reducir al mínimo a la familia real, en aras de bajar la carga de la monarquía para los contribuyentes. Sus detractores, no obstante, afirman que ello hará que la realeza esté en menos contacto con la gente, una clave del éxito de Isabel.
Especialistas, como el periodista Clive Irving, conceptúan que el ascenso de William y George depende de cómo le vaya a Carlos. Eso sí, no duda de que los Windsor deberían preocuparse desde ya, dado que, si bien la monarquía sigue teniendo una alta favorabilidad, las encuestas reflejan que los jóvenes, sobre quienes William y su hijo reinarían, no encuentran muy relevante la figura del rey.
El desenlace aún se demorará décadas. Dada la longevidad de los Windsor, es probable que Carlos le ceda el trono a William cuando esté entre los 50 y los 60 años, a los cuales habría que sumarles al menos otros 20 de reinado.
En fin, solo en las postrimerías de este siglo le tocaría a George llevar la corona, y de aquí allá, tal como va el mundo, podría ser que el país ya no se llame Reino Unido, sino República Unida de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y no quiera cantar más God Save the King como himno nacional.