En un estante del que fuera su estudio y refugio de escritor por muchos años, Ana María Gaitán encontró un viejo libro escrito por su papá hace más de tres décadas. En esas páginas, Fernando Gaitán, uno de los más brillantes libretistas de Colombia, había plasmado el detrás de cámaras de Café con aroma de mujer, la telenovela que partió en dos no solo su vida, sino la historia de la televisión en el país.
Ana María, la segunda hija del matrimonio del libretista con Esperanza González, lo descubrió poco después de la muerte de su padre, en enero de 2019. “Para la niña más bella del planeta. Para la niña que junto a su hermana y su mamá han sido el mayor motivo de vivir”, se lee en la dedicatoria, de la que ella solo vino a enterarse en ese momento.
La lee en voz alta y enseguida aparecen las lágrimas. Pero dichas palabras fueron, en parte, la motivación para reeditar ese libro con su familia, en una nueva versión que incluye aspectos reveladores del reconocido libretista.
SEMANA: ¿Cómo nace la idea de rendirle un homenaje a Fernando Gaitán a través de este libro?
Ana María Gaitán: Nace del amor infinito de unos hijos hacia su papá, porque, claro, todos conocen al escritor, pero nosotros lo conocimos en otra dimensión: conocimos al chef, al DJ, al compositor de canciones. Es la reedición de un libro de mi papá, de 1994, basado en su telenovela Café con aroma de mujer, que fue su primer gran éxito. Pero alimentado con detalles, anécdotas e información que habían permanecido inéditos. Este 9 de noviembre él estaría cumpliendo años y con mis hermanos decidimos relanzar el libro para recordar su legado.
SEMANA: Ese libro llevaba una dedicatoria que usted nunca había visto...
A.G.: Sí, y descubrir esa dedicatoria fue muy emotivo para mí. Fue como un regalo del cielo, porque mi papá nunca me lo había mostrado. Esa también fue una motivación para relanzar el libro.
SEMANA: Con la figura de Fernando Gaitán pasó un asunto curioso: llegó a ser tanto o más famoso que los protagonistas de sus telenovelas. ¿Cómo fue aprender a vivir con eso?
A.G.: A veces era duro. Yo estaba muy niña en los tiempos de Café, pero recuerdo que mi papá salía con gorra a los centros comerciales para que no lo reconocieran. A veces salía en el horario de la novela para ver a la gente cómo reaccionaba en la calle, pero sin que notaran que él los veía, porque a pesar de la fama mi papá fue siempre un hombre muy tímido. Yo tendría unos 7 u 8 años y pensaba que a mi papá el café le daba superpoderes y por eso le llegaba a tanta gente. Era una persona a la que le gustaba escribir de una forma muy real a sus personajes. Ese fue el éxito detrás de Café y después se superó a sí mismo con Betty.
SEMANA: Siempre se dijo que Gaitán tenía un talento especial para crear personajes femeninos. ¿De dónde cree que le venía esa habilidad?
A.G.: Es que él creció rodeado de mujeres y eso hizo que las conociera muy bien. Mi abuela, mis tías, mi mamá, mi hermana y yo. No fue hasta que nacieron mi hermanito y mis hijos que mi papá se vio rodeado de hombres. Además, era un gran admirador de las mujeres. Si te fijas, las que él llevaba a la televisión eran fuertes y luchadoras. Parte de ese espíritu y templanza lo vio en mi mamá, Esperanza, que se entaconaba todos los días y salía a trabajar para sacarnos adelante en una época, cuando él perseguía su sueño de ser escritor, en la que él no ganaba mucho. Ella era comerciante, vendía cremas, ropa, todo puerta a puerta; vendió hasta carros. Fue de ese mundo que mi papá sacó después Hasta que la plata nos separe.
SEMANA: Siendo de orillas tan diferentes, ¿cómo lidiaba su mamá con ese mundo de la televisión?
A.G.: A mi mamá nunca le gustó figurar en absolutamente nada. Cuando el éxito de Café, fue difícil para el matrimonio porque de repente mi papá comenzó a recibir muchísima atención y hay mujeres que no respetan mucho. A veces eso le daba celos a mi mamá, pero el matrimonio resistió. Creo que mis papás lograron esquivar la fama para que no les dañara su relación, fue un matrimonio de 26 años. Luego, se separaron en pleno éxito de Yo soy Betty, la fea. Fue duro, pero mi papá se fue a vivir a una casa cercana y siempre se las arregló para ser un papá presente en la vida de sus hijas.
SEMANA: ¿Las historias de las novelas se volvían también un tema de familia?
A.G.: Sí, sobre todo porque mi papá solía llevar a las novelas muchas cosas de la familia y de su vida. Y mi mamá las descubría, porque, además, metía en los personajes dichos de ella: “Deme un aguardiente doble con cara de triple”. Como familia, sabíamos que era un papá que trabajaba mucho; salía muy temprano en la mañana y solo lo veíamos hasta la noche, cuando llegaba a la casa, en el barrio La Carolina, justo a la hora en la que daban la novela para verla con mi mamá. Trabajaba mucho y recuerdo que siempre le cogía la tarde para entregar los libretos.
SEMANA: ¿Cómo era Fernando Gaitán papá?
A.G.: Como don Hermes, el papá de Betty, muy sobreprotector. Muy de las llevo y las traigo, de quiero conocer a sus amigos, no coja taxi en la calle y esas cosas. Era un papá cómplice también, con quien era una delicia irse de rumba, le gustaban el jazz, la bossa nova, el blues, la salsa, los tangos. Un papá al que le gustaba bailar. Recuerdo que los dos nos poníamos una botella en la cabeza y bailaba conmigo hasta que a alguno de los dos se nos cayera. Solo lo interrumpían cuando alguien se le acercaba con una frase que él temía: “Te tengo una historia”. Mucha gente se le acercaba a contarle una idea que creían genial, y mi papá no era capaz de decirle a nadie que no.
SEMANA: ¿Quién de ustedes heredó ese talento de Gaitán?
A.G.: Yo lo acompañé muy de cerca en la parte creativa, a través de una empresa familiar, Inversiones Gaitán González. Teníamos un teatro, un hotel. Mi mamá y mi hermana, en la parte administrativa, y mi papá y yo, creando ideas. Fue a raíz de eso que estudié Producción Escénica y Visual y me especialicé en escenografías para teatro. Desde su muerte, yo me he encargado de cuidar su legado. En su estudio, él dejó un baúl que había heredado de mi abuela y allí encontré muchas cosas que él escribía, ideas para personajes. Quizá para él fueron cosas para desechar, para mí hoy son tesoros.
SEMANA: La muerte de Gaitán, hace casi cinco años, tomó por sorpresa a todos. ¿Estaba enfermo? ¿Qué cree que precipitó su partida?
A.G.: Creo que mi papá murió muy estresado y con muchas angustias. Se le juntaron muchos problemas al mismo tiempo y que lo sacaron de RCN. También estaba el tema de un teatro, La Trama, en el que él invirtió todo, pero eso al final no resultó, porque el edificio donde se iba a montar no era apto y le tocó emprender un proceso con abogados. La última vez que lo vi fue en su casa, y esa mañana lo vi como cansado. Se me hizo raro verlo un martes, comienzo de semana, así, pero supuse que se había trasnochado escribiendo. Él no estaba enfermo, hacía poco se había hecho exámenes y no le salió nada raro. Antes de despedirme, lo miré desde el ascensor y le pedí que descansara un poquito más. Él siempre solía llevar a su hijo menor (volvió a ser papá a los 56 años) y a mi hija, que son de la misma edad, al colegio, pero ese día no lo hizo. Y fue la niñera quien precisamente lo encontró desmayado. Agradezco que se haya ido de este mundo así, como sin darse cuenta, sin dolor, sin sufrir.
SEMANA: Como hija, ¿ha disfrutado de las versiones nuevas que se han hecho de grandes novelas de su padre, como la secuela de Betty, la fea?
A.G.: Me vas a hacer meter en problemas. No sentí el espíritu de mi papá en esas nuevas producciones, la verdad. Siento que para muchos al final importa más el tema comercial que la creatividad, algo con lo que mi papá nunca estuvo de acuerdo.