Convencido de que todas las personas tienen un doble en algún rincón del mundo, el fotógrafo François Brunelle comenzó hace 14 años a buscar parejas idénticas que no tuvieran lazo sanguíneo alguno. Al principio pensaba que era una locura, pues quería encontrar gente del común, no dobles de famosos que viven de parecerse a actores, cantantes, deportistas o políticos. El canadiense halló las primeras gracias a las sugerencias de amigos y familiares. Algunos medios locales de Montreal también lo ayudaron a difundir su propuesta, pero al cabo de cinco años apenas había conseguido unos 20 participantes. Con el tiempo su página de internet y el voz a voz empezaron a dar resultados. Hoy reposan en su archivo imágenes de 230 duplas de diferentes nacionalidades, razas, edades y género. Brunelle ha llevado su proyecto a Estados Unidos, Francia, Alemania, Suiza, Italia, Reino Unido, entre otros. Siempre había querido venir a América Latina y ahora, tras una larga espera, Colombia es su primer destino. “Es una gran oportunidad estar aquí –le dijo a SEMANA durante la sesión de fotos en Bogotá–. “Dimos con parejas muy buenas y en algunos casos, excepcionales”. Los resultados se conocerán en una exposición itinerante y un documental que el público podrá ver entre julio y agosto. La convocatoria se abrió en marzo a través de la página www.elotrosoyyo.com, una iniciativa del publicista francés Guy Mijola, quien vive en Colombia desde los años noventa. Como gran admirador del trabajo de Brunelle, Mijola decidió escribirle e invitarlo al país hace unos meses. Al canadiense le gustó la idea y, para hacer la búsqueda más rápida y efectiva, usaron un software de reconocimiento facial que evalúa los rasgos físicos de cada candidato. Los interesados solo debían subir una foto al sitio y esperar a que el programa identificara las coincidencias. En total hubo más de 25.000 inscritos de Bogotá, Cali, Medellín, Neiva, Pasto, Tunja, Santa Marta, Buga, Palmira, Popayán y Bucaramanga. Tras preseleccionar 80 finalistas, los usuarios votaron por sus favoritos. Brunelle y Mijola dieron la última palabra y escogieron 23 parejas. De esas, solo una combina hombre y mujer, un caso todavía más raro. Justamente uno de los momentos más emocionantes del proceso sucedió cuando los elegidos se vieron por primera vez. Todos, nerviosos al llegar al estudio, debían ponerse frente a frente durante unos minutos, como si estuvieran mirándose a un espejo. El objetivo era que rompieran el hielo antes de arrancar la sesión de fotos, que tardó casi dos horas. En ningún momento hubo maquillaje, vestuario ni retoques digitales, pues mientras más naturales y sencillos se vieran los participantes, más auténticas quedan las fotos. “Conocer a tu doble puede cambiarte la vida –explica Brunelle–. Me acuerdo, por ejemplo, de dos hombres calvos que llegaron al estudio, se saludaron, empezaron a hablar y de repente uno le pregunta al otro: ‘Bueno, y, ¿estás casado?’. Y el otro le dice: ‘Sí, mi esposa se llama Francine’. Y el primero le responde: ‘¡La mía también!’. Desde ese día los cuatro se volvieron muy buenos amigos”. Para él, ese tipo de coincidencias, que van más allá de lo físico, justifican todo el esfuerzo. “Soy un artista y no sé científicamente por qué sucede esto. Tengo una gran colección de dobles, pero cada vez quiero más. Es una fascinación inexplicable”, añade. Además, todo empezó de la manera más inocente posible. Hace unos años Brunelle, que entonces trabajaba como fotógrafo de publicidad y tenía el pelo corto, solía escuchar comentarios de la gente sobre su parecido con Rowan Atkinson, famoso por su papel de Mr. Bean. Un día, mientras veía televisión, confirmó eso que tanto le decían. Entonces intentó contactar en vano al actor británico, hasta que decidió viajar a Londres para conseguir una foto con él. Allí, después de mucha insistencia, convenció a la secretaria de entregarle su portafolio y una carta de cinco páginas en la que le explicaba su trabajo. Atkinson al parecer leyó la carta, pero rechazó la oferta porque sorprendentemente es “muy tímido frente a las cámaras”. Esa decepción animó aún más a Brunelle a continuar su búsqueda y hoy asegura que tiene dos dobles en Canadá. El fenómeno, mejor conocido como Doppelgänger, una expresión alemana que traduce “el doble que camina al lado”, solo se puede explicar estadísticamente. Dado que existen más de 7.000 millones de seres humanos y hay un número limitado de combinaciones genéticas, por azar dos personas pueden tener los mismos rasgos sin ser familiares. Las asociaciones que crea el cerebro a partir de las experiencias pasadas también son claves para entender por qué un completo extraño de repente parece conocido. Para el fotógrafo, la cuestión es casi filosófica: “Me pregunto si alguien más ve lo mismo que yo cuando me paro frente al espejo todas las mañanas”.