Por años Britney Spears fue la definición del éxito americano. No había cumplido 17 años cuando su carrera musical despegó a finales de los 90. Con una mezcla de ternura y sensualidad conquistó al mundo. Era el ídolo de millones de jóvenes alrededor del mundo, la confirmación de que los sueños se cumplen. A donde iba llenaba estadios, su estilo era alabado por revistas de moda, su cara anunciaba decenas de productos. Era la princesa del pop, la imagen de la perfección.
Durante años Britney se refugió en su sonrisa. Los paparazzi la perseguían a donde fuera, los fans la encontraban en cualquier lugar. Todos los titulares hablaban sobre ella, sobre sus relaciones, su vestuario, su edad, su peso. No había movimiento que pasara desapercibido.
Una década después de su primer sencillo, Britney colapsó ante los ojos del mundo. Sentada en una cafetería con su bebé en brazos rompió en llanto frente a los fotógrafos. La imagen documentó el comienzo de una crisis personal que desafortunadamente vivió en público.
Britney manejando con su hijo de meses sentado sobre sus piernas, Britney rapándose la cabeza, Britney golpeando el vehículo de un paparazzi con una sombrilla. “¿Quieren una parte de mí?” repetía mientras rompía el vidrio panorámico de la camioneta gris que le había perseguido por horas. El episodio le costó la custodia de sus dos hijos y los derechos sobre su fortuna de $59 millones de dólares. Fue internada en un hospital psiquiátrico, la corte decidió que era incapaz de tomar decisiones y su padre, Jamie Spears, se convirtió en su guardián legal bajo el régimen de tutela. Desde entonces Britney no tiene control sobre sus propiedades, cuentas, inversiones o ganancias.
Hoy, 12 años después, Britney paga cerca de $1.1 millones de dólares al año en gastos legales relacionados con el régimen, según reportes de Business Insider. Entre esos un sueldo para su padre de casi $130.000 dólares anuales. En papel, el acuerdo sería para proteger a Britney de “malas decisiones financieras y personas tóxicas”. Reportes del mundo del espectáculo aseguran que bajo esta figura Britney no puede votar, casarse, tener hijos, gastar dinero o hablar en público sin autorización de sus guardianes.
Aunque ante los ojos del mundo Britney recuperó su carrera, realmente nunca recuperó sus derechos. Por cuatro años se presentó en Las Vegas, rompiendo récords de asistencia, en el último concierto recaudó $1.1 millones de dólares en boletería. En 2018 volvió al ruedo con la gira ‘Piece of me’ y recaudó más de $56.4 millones de dólares.
En los últimos años diseñó una línea de ropa, lanzó un perfume, fue la imagen de una campaña publicitaria y jurado en el Factor X. Todo supervisado por su padre y abogado. Sus fanáticos prendieron las alarmas en 2019, cuando Britney volvió al psiquiátrico. La declaración de su equipo legal afirmó que lo había hecho por voluntad propia, pero Andrew Gallery, un amigo cercano de la artista, publicó una carta escrita por ella en la que narraba el miedo con el que vivía constantemente. “Si habla, la amenazan” afirmó Gallery “le dicen que si habla no volverá a ver a sus hijos”.
Frente a esto, miles de fanáticos alrededor del mundo comenzaron una campaña en redes sociales. Con el hashtag #FreeBritney buscan respuestas sobre la verdadera situación de la cantante. Se preguntan por qué una mujer que ha reinventado su carrera requiere un régimen de tutela, cuando esta figura es usada generalmente para personas en estado de coma o personas con discapacidades cognitivas.
“El movimiento es un chiste” afirmó Jaime Spears en entrevista en Page Six “solo son teorías de la conspiración”. A finales del 2019 renunció temporalmente a sus facultades como guardián legal de Britney tras una pelea con uno de sus nietos. Los derechos pasaron entonces a manos de Jodi Montgomery, la administradora de los bienes de la cantante. En abril de este año la corte revisó el caso y decretó que la figura de régimen de tutela se seguirá aplicando “por lo menos hasta finales de agosto”. Britney deberá entonces demostrar que no necesita un guardián legal para seguir con su vida. “Mi hermana lleva años tratando de liberarse del acuerdo” confirmó Bryan Spears en un podcast, "es muy frustrante para ella no poder tomar sus propias decisiones”.