Cuando Meghan y Harry dieron su explosiva entrevista con Oprah, se decía que el abismo que se había creado entre Harry y su hermano William duraría meses o quizás años en cerrarse. El hijo rebelde de Lady Di estremeció a la monarquía al lanzar acusaciones a diestra y siniestra, pero en el corazón de William atestó una certera puñalada.
El joven heredero al trono es quizás el mejor representante que tiene hoy la monarquía británica y a su vez su gran defensor. Con su pinta perfecta ha simbolizado el legado de los Windsor por años. Harry, sin embargo, dijo cosas ese día que eran difíciles de perdonar. Aseguró que su hermano estaba “atrapado” en el Palacio. Su esposa Meghan, a su vez, pintó a Kate como como una bruja que la había hecho llorar.
La pelea habría ido para largo de no ser por un suceso triste: la muerte de su abuelo, el duque de Edimburgo. Con esa noticia, Harry tuvo que volver a Londres. La presencia del joven era tan tensa en la realeza que sucedieron varias cosas. La primera que la reina Isabel para evitarle una humillación a su nieto prohibió los uniformes militares, pues Harry ya despojado de sus títulos no puede usarla. La segunda que se tomó la decisión de que Harry no andará tras el féretro de su abuelo junto a William. Entre los dos hermanos estaba su primo Peter Phillips.
La foto de los hermanos caminando tras el ataúd de su abuelo se convirtió así en una de las postales del sábado. Los dos caminaban lento, pero distanciados, del Land Rover que su abuelo diseño para su propio funeral.
Una pelea de vieja data
En el Reino Unido tienen un término un poco despectivo para designar al hermano menor de un heredero al trono: “the spare” (el repuesto). La expresión describe perfectamente el papel de esos príncipes: a sus hermanos mayores los preparan toda la vida para reinar, pero ellos permanecen en segundo plano, por si algo extraordinario ocurre.
Esa situación suele generar roces entre ellos. El rey Jorge VI, el papá de la reina Isabel, nunca le perdonó a Eduardo, su hermano mayor, que hubiera renunciado a la Corona, dejándole la responsabilidad inesperada de liderar a su país en una guerra mundial. Y The Crown, la serie de Netflix, ha mostrado las desavenencias entre la actual reina y su hermana, la princesa Margarita.
Con William y Harry, los hijos del príncipe Carlos y Lady Di, la cosa siempre pareció distinta. La trágica muerte de su madre y las imágenes de ellos creciendo juntos hacían pensar que tenían unos vínculos muy profundos. Pero lo sucedido en los últimos dos años desmintió la versión rosa: hoy están distanciados, casi no se hablan y, según Battle of Brothers, el libro de Robert Lacey, historiador real y consultor de The Crown, su pelea es “el conflicto más profundo visto en la realeza en varias generaciones”.
El libro tiene una hipótesis. Dice que es cierto que su conflicto estalló cuando Harry se casó con Meghan Markle, pero advierte que desde pequeños tenían desacuerdos casi en todo. “Los dos representan contradicciones que se remontan a su infancia e incluso al divorcio de sus padres”, explicó el autor a la revista “People”. Todo porque William, futuro rey, siempre ha estado más apegado a la institución y sus reglas, mientras que Harry ha sido más rebelde y crítico.
William y Harry parecían dos hermanos con un vínculo difícil de romper, sobre todo desde la trágica muerte de su madre, Lady Di.
Pese a que tuvieron siempre actitudes opuestas, eso nunca había sido un problema. Es cierto que Harry solía meterse en líos por sus locuras de adolescente, como al tomarse fotos desnudo con unos amigos o aparecer disfrazado de nazi en Halloween, pero William –mucho más sosegado– siempre había estado ahí para él.
El propio Harry lo explicó alguna vez, cuando habló de los problemas anímicos que le quedaron luego de la muerte de la princesa Diana: “Estuve muy cerca de un colapso nervioso en varias ocasiones, pero mi hermano, que Dios lo bendiga, fue un gran apoyo para mí”.
Harry tuvo el primer roce con su hermano en 2017 cuando le contó que había planes serios con Meghan y él le respondió que no se apresurara tanto.
Eso no cambio con la llegada de Kate Middleton a la vida de William. En realidad, ocurrió todo lo contrario: Harry se unió tanto a la pareja que la prensa británica hablaba de un trío fantástico. Sin embargo, todo indica que para ese entonces él ya se sentía desubicado y triste. Su hermano y su cuñada se perfilaban para un destino seguro en el trono. Pero él, como todos los ‘repuestos’, solo veía una incógnita en su futuro y no terminaba de encontrar su lugar.
Sus descontentos se cristalizaron al aparecer con Meghan Markle. De hecho, Harry tuvo el primer roce con su hermano en 2017 cuando le comentó que estaba saliendo con ella y le dijo que las cosas parecían serias. William no lo apoyó. Por el contrario, le pidió tomar las cosas con calma e ir más despacio. Harry se ofendió y siguió adelante con su relación. Poco tiempo después, anunció sus planes de boda.
El matrimonio no tranquilizó las cosas. La familia real hizo todo lo posible por recibir bien a Meghan, pero pronto comenzaron los malos entendidos, sobre todo con Kate Middleton. En el primer desacuerdo entre ambas acerca de los vestidos que debían llevar las pajecitas en la boda, Kate salió llorando. En la entrevista con Oprah, Meghan contó que fue al revés y que fue Kate quien la hizo llorar. Pero que luego le envió unas flores con una pequeña tarjeta pidiéndole perdón.
Luego, como ambas parejas vivían en el mismo palacio y tenían el mismo equipo de trabajo, hubo rumores de que Meghan trataba mal a algunos empleados de Kate y que incluso los gritaba.
Mientras William sabe que su futuro es ser rey, Harry no terminaba de encontrar su lugar. Esos desencuentros terminaron filtrados a la prensa, que comenzó a mostrar a Meghan como una persona difícil. Por supuesto, eso no le gustó a Harry.
Por esa época, además, la relación entre los dos hermanos pasaba por un mal momento. Casi no hablaban y solo se veían en eventos públicos. Katie Nicholl, periodista de Vanity Fair, incluso escribió que Harry se había quejado con William porque sentía que no estaba haciendo lo suficiente para recibir a Meghan en la familia. El tema terminó de explotar porque Harry y Meghan se mudaron a otro lugar, lejos de William y Kate, y separaron sus equipos de trabajo.
Al malestar de Meghan, que se sentía acosada por la prensa y mal recibida por la familia, se sumaron el descontento de Harry y las dudas ante su futuro. Su decisión de renunciar a sus labores en la casa real, el llamado “megxit”, empeoró las cosas, pues William solo se enteró una hora antes que el público.
Las personas cercanas a Harry y Meghan dicen que en ese momento terminaron de dañarse las cosas. Harry quedó con la sensación de que su hermano no hizo lo suficiente por apoyarlo. Además, considera injusta la solución que le ofreció su abuela, y con el apoyo de William: nadie podía estar solo medio tiempo en la realeza, y, si quería irse, tenía que hacerlo por completo.
Según el libro, William, quien será rey algún día, respeta mucho más las tradiciones y las reglas, a diferencia de su hermano. Eso, sin embargo, no había representado un problema hasta la llegada de Meghan.
En la familia, de hecho, están preocupados porque el esperado libro que contará la versión de Harry y Meghan, que saldrá en agosto, pintaría a William como el insensible malo del paseo. “Podría ser lo más perjudicial para la familia real desde la entrevista en la que la princesa Diana dijo que Carlos no estaba capacitado para ser rey”, dijo una fuente a The Sun. Finalmente, el libro no hizo daño, pero la entrevista de Meghan y Harry sí es comparada con esa cita que tuvo su madre con la BBC en la que contó todos sus dolores y de la cual la realeza puede no reponerse.