¿Quién dice que el Príncipe de las Tinieblas no podría reemplazar a Carlos de Inglaterra? Ozzy Osbourne, en todo caso, en menos aburrido y mentecato, y sus hijos, comparados con los del Príncipe británico, menos papanatas y bonitos pero mucho más populares (al menos dentro de sus contemporáneos): Kelly, su hija de cuerpo sin curvas, se hace una mesada millonaria y un puesto en la mercado de la música reencauchando un clásico de Madonna en formato neo punk; y Jack, con gafas de nerd y camiseta de "fuck the police", es cabeza de uno de los festivales mundiales de rock más importantes de los últimos diez años.Sumando a Sharon, esposa y manager de Ozzy y verdadera Dama de Hierro del heavy metal show business, los Osbourne constituyen una "realeza" de la industria del entretenimiento y de la cultura popular del nuevo siglo, "Familia Real" que no huye de los paparazzi sino que los usa directamente para sus planes promocionales. Su vida es, de hecho y actualmente, de conocimiento público para todos aquellos a quienes llega la señal de MTV y de su reality show The Osbournes, que a pesar de emplear libretos y señales de consumo como todos los programas de su tipo, muestra parte de la dinámica interpersonal de una casa lujosa y caótica donde a la hora del almuerzo se habla de sexo oral, drogas y rock n' roll.Un seno familiar ideal, finalmente, tanto como debe ser el de Keith Richards, guitarrista de los Stones, marcado por la sangre obrera del padre y el poder adquisitivo de los hijos. Y la idealización televisiva materializada de la empresa familiar que inició Ozzy una vez dejó a la mítica banda Black Sabbath, y que Sharon supo administrar y vender a las masas bajo el concepto de "si tienes dinero tienes derecho a espiar a Ozzy mientras se queda dormido en el retrete bebiendo champagne".Lo anterior no es un acto contra la moral sino un punto común entre Los Osbourne y la Realeza Británica:. Carlos y su mami también dejarían espiar a sus vecinos por dinero.*Editor de www.PressRiot.com, Disidencia y www.AlertaRoja.com.co. Colaborador de Free Music Magazine y Revista Shock