La familia Gucci, dueña de una de las firmas de moda más prestigiosas en el mundo, sigue protagonizando escándalos de talla mayor. Los estelariza sobre todo Patrizia Reggiani, quien pasó 16 años en la cárcel por ordenar el asesinato de su marido, Maurizio Gucci, en 1995, y hoy continúa acechando su herencia. La viuda negra de Italia salió en 2013, y por ley debería recibir un millón de euros anuales como compensación por su divorcio. Pero desde entonces, Allegra y Alessandra Gucci, sus hijas mayores y herederas del emporio de moda, han querido quitarle ese derecho. A la causa de las Gucci se sumó esta semana su abuela Silvana Barbero, la madre de Patrizia. La semana pasada, a sus 90 años, Barbero declaró en un tribunal que el juez debería nombrar a un administrador que gestione los bienes, pues su hija es muy influenciable y sigue con las malas compañías que frecuentaba cuando mandó a matar a su marido. Todo indica que a esta novela todavía le faltan varios capítulos, pues todos quieren ver caer a Reggiani y ella no renunciará a lo que cree suyo.