El poder de una linda voz es incalculable. De esto puede dar fe Helena Citronova, prisionera eslovaca de Auschwitz. El 21 de marzo de 1942 fue condenada a muerte, como más de 1 millón de personas en el campo de concentración más letal de la Segunda Guerra Mundial. Pero antes de entrar a la cámara de gas, le ordenaron cantar en el cumpleaños del oficial nazi Franz Wunsch. La prisionera entonó lo mejor que pudo y maravilló al oficial. A tal punto que este olvidó que ella era judía, que él era nazi y que enamorarse de ella podía costarle la vida. Nada le importó y detuvo la ejecución. Citronova siguió con vida en ese infierno, trabajando en la bodega ‘Canadá’ donde se clasificaban las pertenencias de los cientos de miles de víctimas del gas Zylon-B que se enviaban de vuelta a Berlín. En esa bodega recibió días después la primera carta de amor de Wunsch. Este se la lanzó con cuidado, ella la recogió y la destruyó justo después de leerla. Decía, “Amor, me he enamorado de ti”. Citronova pensó entonces que “primero muerta” antes que involucrarse sentimentalmente con un hombre de las SS. “Durante mucho tiempo sentí solo odio. No podía ni mirarlo a los ojos”, recuerda. Pero el paso del tiempo cam-bió los sentimientos de esta mujer judía. Wunsch se fijaba en ella y le expresaba su cariño con cartas y bizcochos. Helena, quien en un programa de 2003 confesó recordar cada instante de la relación, aseguró que en un comienzo su instinto de supervivencia alimentó ‘sentimientos’ hacia él, mientras que para él siempre fue un amor por el cual no dudaría en arriesgar su vida. Esta relación inspiró la novela For Such a Time, que ha agitado el escenario literario estadounidense. El libro de la escritora primeriza Kate Breslin ha generado un profundo rechazo por parte de la comunidad judía, por el hecho de que su protagonista se convierte al cristianismo y también porque glorifica a un criminal de las SS. Pero la polémica no resta verdad al relato de Citronova. Para ella, un detalle resultó más significativo que todos los previos y cambió su perspectiva. Cuando su hermana Rozinka y sus dos hijos llegaron a Auschwitz y fueron condenados a las cámaras de gas, Wunsch intercedió en favor de su hermana y le salvó la vida. Los dos pequeños murieron pues el oficial no tenía el poder suficiente para convencer a alguien de que los niños trabajarían en la bodega. Pero en medio de la desolación, la vida de su hermana hizo una enorme diferencia. Desde ese momento la relación se afianzó y se hicieron amantes. En medio de las peores condiciones imaginables vivieron algo parecido al amor, lo que le representó peligros al oficial y también consecuencias a Helena. “Me convertí en algo distinto y todo el mundo conocía la historia. Yo estaba manchada pues él era un hombre de la SS”, aseguró. La relación solo tuvo lugar dentro del campamento. Ambas escaparon de la muerte segura, gracias a quien amaba a Helena a escondidas de sus superiores. Helena dijo con franqueza: “El hecho es que conservé mi vida gracias a él. No lo escogí, solo sucedió”. Las hermanas no olvidaron los detalles que Wunsch tuvo con ellas. Por eso testificaron a favor de él cuando lo juzgaron en Viena en 1972. Ellas dos fueron quizás las únicas voces a favor del nazi, pues quienes lo conocieron lo describieron como un hombre que odiaba profundamente a los judíos y solía golpear brutalmente a los prisioneros. En su propia defensa Wunsch declaró: “El deseo cambió mi brutal comportamiento. Me enamoré de Helena Citronova y eso me cambió. Su influencia me hizo alguien distinto”. Wunsch era austriaco de nacimiento y murió en 2009. Citronova falleció cuatro años antes pero declaró poco antes de su deceso que en su relación con el guardia nazi hubo momentos especiales. Así dimensionó el amor que vivieron: “Él hizo algo increíble. Por momentos olvidé que era judía y él no lo era y, honestamente, al final lo amé”.