En su visita oficial a Nueva Zelanda en 1981, la reina Isabel II saludaba a más de 3.500 personas que salieron a las calles de Dunedin cuando una bala pasó a centímetros de su cabeza. La monarca se estaba bajando de su Rolls-Royce para saludar a la gente que la recibía con entusiasmo en la ciudad más antigua de Nueva Zelanda, cuando un fuerte sonido interrumpió el ambiente de emoción. La reina continúo con su recorrido y sus actividades siguieron con normalidad, pero la idea de asesinarla obsesionaba la mente de un adolescente neozelandés. El diario inglés The Guardian reporta que inicialmente la policía le adjudicó el sonido a la caída de una señal de tránsito. Luego, tras la presión de la prensa, la versión cambió y se dijo que alguno de los asistentes había lanzado un volador. Nunca aceptaron que en realidad se trataba de un disparo que estuvo cerca de impactar a la reina de Inglaterra. Puede leer: La reina Isabel: una historia no tan felízUna semana después algunos agentes estaban investigando un robo no relacionado, buscando testigos de puerta en puerta cuando se encontraron con Geoffrey Rothwell, un joven que cuadraba con la descripción del ladrón. Rothwell trabaja en conjunto con otros tres jóvenes y los cuatro fueron interrogados en la comisaría.Uno de ellos era Christopher Lewis, quien confesó ser parte del ‘Ejercito guerrillero nacional imperial’ (N.I.G.A, por sus siglas en inglés), que meses antes había mandado cartas de amenaza a la policía sobre el tour de Springbok. Lewis tenía antecedentes, tortura a animales, iniciar incendios y robo armado, eran algunos de los cargos en su registro. El portal Stuff, de Nueva Zelanda, revela que en su apartamento encontraron fotografías de la familia real y un mapa detallado de la ruta que tomó la reina aquel 14 de octubre. Más tarde, el mismo Lewis condujo a la policía hasta el cubículo del baño desde el cual disparó, donde encontraron el rifle calibre 22 con el que había atentado contra la vida de la reina.Le puede interesar: "Me niego a ser el único príncipe que nunca tuvo una amante": Carlos a DianaDurante 13 días la policía entrevistó 8 veces al joven sobre su plan para asesinar a la reina Isabel. Lewis sostuvo que la mente maestra era ‘The Snowman’ (el hombre de nieve), un inglés que lideraba N.I.G.A y daba ordenes para “plantar terror y atemorizar a la población de Dunedin".A la policía no le convenció esta versión y continuó con las interrogaciones. Eventualmente Lewis confesó que el verdadero ‘Snowman’ estaba en su imaginación y que realmente él había planeado el atentado. Ese 14 de octubre, Lewis había llegado al edificio Adams en bicicleta. Se había puesto unos guantes y había cargado su rifle a la espera de que la reina bajara de su automóvil. La ventana de uno de los baños tenía una vista privilegiada hacia uno de los recorridos reales. Era ahora o nunca. Con el sombrero de la reina en la mira, Lewis se disponía a apretar el gatillo cuando dos policías de atravesaron en su línea de visibilidad. El tiro falló y en segundos la reina estaba fuera de su alcance.
Desde un baño en el quinto piso del edificio Adams, Lewis le disparó a la reina Isabel II. Foto: HAMISH McNEILLY vía StuffSu historia cambió varias veces y finalmente fue acusado de dos cargos: posesión de armas y descargo de un arma en vía pública. Lewis estaba decepcionado, esperaba cargos más llamativos. Los medios nunca reportaron lo ocurrido, porque los oficiales nunca hablaron del tema. Hasta ahora. El sargento Tom Lewis (sin relación con el acusado) sostiene que hubo un trabajo muy fuerte para encubrir los hechos. Según Lewis, quien inicialmente fue el encargado del caso, las órdenes de hacerlo vinieron del primer ministro Robert Muldoon, pues temía que si la información salía a la luz la familia real no volvería a Nueva Zelanda y la policía de ese país sería el chiste de la prensa británica. El portal Stuff publicó documentos oficiales sobre el caso, pero según el sargento Lewis no están completos. “Nunca encontrarán un documento completo sobre el caso. Fueron manipulados demasiadas veces”, afirmó Lewis al mismo portal.
"Diablos, fallé" le dijo Christopher Lewis a su compañero de celda cuando le contó la historia del día que quizo asesinar a la reina. Foto: StuffChristopher John Lewis fue puesto en custodia por las autoridades en Nueva Zelanda a sus 17 años. Pasó tres años en una guardia psiquiátrica, de la que intentó escapar en 1983 cuando el príncipe Carlos visitaba el país con su entonces esposa, Diana de Gales y su hijo mayor William. Le recomendamos: Carlos de Gales, un príncipe abusado y matoneadoDurante los siguientes trece años volvió varias veces a la cárcel por cargos de robo. Cuando la reina volvió a Nueva Zelanda en 1995, Lewis estaba libre e identificó rápidamente la ruta de la monarca. Sin embargo, la policía descubrió sus planes. Según The Guardian, las autoridades decidieron entonces enviarlo a un viaje todo pago a la Isla Gran Barrera al norte del país.Un año más tarde volvió a la cárcel. Esta vez acusado de asesinar a una ama de casa de Auckland. Lewis insiste en su inocencia, pero es puesto bajo custodia en la cárcel de Mt Eden, donde un año más tarde tomaría la decisión de quitarse la vida. El 23 de septiembre de 1997, los guardias encuentran a Christopher Lewis sin vida en su celda. Habría manipulado cables para electrocutarse, según el sargento Tom Lewis. El hombre que estuvo cerca de asesinar a la reina fue declarado muerto a las 3:15 p.m.