Gran conmoción causó James Parnell Spears, de 69 años, el pasado 12 de agosto cuando anunció que está dispuesto a renunciar a la tutela legal sobre su hija, quien desde los años dos mil es llamada la Princesa del Pop; aunque es preciso decir que de todo ha tenido la vida de la cantante en los últimos tiempos, menos los visos de un cuento de hadas.

Fue en 2007 cuando se acumularon las dificultades para Britney. Aparte del incisivo acoso de los paparazzi y la prensa, comenzaron los rumores sobre un desequilibrio mental; se sospecha que pudo ocurrir por una depresión posparto no tratada, abuso de drogas y la pelea legal por la custodia de sus dos hijos, Sean y Jayden Federline.

Para el año siguiente, esto desencadenó una grave crisis mental y emocional en la cantante de Oops!... I Did It Again. En ese momento, una corte de Estados Unidos determinó que ella debía estar bajo vigilancia y asistencia de otras personas. Así, el abogado Andrew Wallet y James Spears, su padre, pidieron la tutela conjunta.

Tiempo después, Wallet renunció, y Spears pasó a ser tutor exclusivo; pero en 2019 se retiró temporalmente de su rol por problemas de salud, lo que hizo que Jodi Montgomery, una profesional de este tipo de custodias, pasara a ser la responsable del bienestar médico y personal de la cantante. En todo caso, James sigue siendo el único custodio de la fortuna de Britney, administra sus finanzas, y por esto recibe una mensualidad estipulada en 16.000 dólares.

Eso no es lo único que obtiene. Él se ha lucrado con un porcentaje de las ganancias fruto del trabajo musical de su hija, incluidos los álbumes Femme Fatale (2011) y Britney Jean (2013), de lejos los menos exitosos de su discografía, y el show Piece of Me, presentado en Las Vegas, con el que se calcula el recaudo de 500.000 dólares por cada función realizada entre 2013 y 2017.

Hoy, a 13 años de estar bajo tutela y con 39 de edad, la artista, quien ha vendido millones de álbumes alrededor del mundo, que en el pasado apareció en una presentación con una boa en sus hombros y hasta paralizó al mundo al darse un beso en la boca con Madonna, aún debe obedecer las decisiones de su padre.

Ahora, él se ha mostrado dispuesto a ceder, asegurando que “no cree que una batalla pública con su hija por su servicio continuo como su tutor sea lo mejor para ella”. Así lo expresaron sus abogados, quienes manifestaron sus intenciones de hacerse a un lado.

Pero esto no ha sido fortuito, sino el resultado de un año de intentos legales de la intérprete de éxitos como Toxic, que quiere liberarse. Según Britney, si ha estado en capacidad para seguir cantando y actuando en millonarias presentaciones como la de Las Vegas, está en capacidad para tomar sus propias decisiones. A ella la respalda una legión de fieles seguidores que desde 2019 la apoyan bajo el lema y hashtag de redes sociales #FreeBritney, que ha logrado unir a su causa a varias celebridades.

James lleva más de diez años disponiendo de la fortuna de la estrella del pop. Según Forbes, asciende a 60 millones de dólares, poco si se compara con otras artistas de su género, como Katy Perry o Rihanna. En parte, muchos creen que la tutela, figura legal que en Estados Unidos se implementa sobre personas incapaces de hacerse cargo de sus vidas, ha sido la causa del descenso en la carrera de la artista, y ella misma señaló el año pasado a su padre y aseguró que no volvería a pararse en un escenario mientras él siguiera a cargo.

En 2008 estalló la crisis personal de Britney que hizo que su padre solicitara la tutela temporal. Trece años después, a causa de ello, la relación familiar con él, su madre (Lynne Spears) y sus hermanos (Brian y Jamie Lynn) es distante.

En archivos oficiales que se han revelado del proceso legal, se encontró que Britney pidió desde 2014 que su padre no sea más su tutor. Manifestó que le teme y que la tutela solo ha dado pie a comportamientos abusivos de él. Así es como se sabe que le prohibieron cosas tan mundanas como irse de vacaciones, manejar su propio auto y visitar a los amigos. Esto se suma a la grave revelación sobre cómo le suministraban litio para controlar su estado mental y emocional mientras era obligada a laborar. “Trabajaba siete días a la semana. Era como tráfico sexual. No tenía tarjeta de crédito, efectivo ni pasaporte”, dijo ella hace un par de meses en audiencia en Los Ángeles, donde alarmó al declarar que también le han impedido casarse y quedar embarazada nuevamente.

En esa misma ocasión ante el tribunal, Britney cuestionó la idoneidad de su progenitor como tutor, resaltando los problemas de este con el alcohol y su difícil temperamento, por el que ha enfrentado en el pasado acusaciones de abuso físico y verbal. A pesar de ello, personas cercanas a la familia Spears, como una fuente citada por The Telegraph, aseguran que la decisión del padre de hacerse cargo de la vida de su hija después de la crisis no fue más que un intento sincero por ayudarla.

“Fue probablemente lo correcto en ese periodo porque ella no estaba pasando por un buen momento… pero ha durado demasiado”, registró el diario. Eso ha provocado que la prensa del espectáculo indague más sobre el pasado del padre de la estrella, de quien se sabía muy poco hasta hace unos años, y de quien su representante legal, Vivian Lee Thoreen, ha dicho en varios medios que es “un padre ferozmente leal, amoroso y dedicado, que rescató a su hija de una situación que amenazaba su vida”.

James Spears es original de Kentwood, un pequeño pueblo en Luisiana, Estados Unidos, donde creció sobreviviendo una tragedia tras otra. De su padre se sabe que fue un hombre estricto y exigente, y su madre se suicidó sobre la tumba de otro de sus hijos cuando él tenía tan solo 13 años. A los 17, James sobrevivió a un accidente automovilístico en el que murió un amigo, y a los 22 enfrentó problemas con la ley por conducir bajo el efecto del alcohol y las drogas.

Tuvo un matrimonio fallido con Debbie Sanders Cross, quien, al ser indagada por The New York Times sobre él, expresó: “Realmente creo que es por eso que está tratando de ser protector con Britney”, en referencia a su duro pasado personal.

La defensa de James argumenta que fue él quien salvó a la artista “del desastre, la apoyó cuando más lo necesitaba y la protegió a ella y a su reputación de daños, al tiempo que facilitó la restauración de su carrera”. | Foto: 2011 Bauer-Griffin

Se casó por segunda vez en 1976 con Lynne, la madre de Britney, quien intentó separarse de él a los cuatro años por su actitud violenta. Aun así, continuaron juntos hasta 2002, momento en el que Britney afirmó que el divorcio entre sus padres era lo mejor que le podía pasar a la familia. En 2004, James acudió a rehabilitación por sus problemas con el alcohol debido a la exigencia de su famosa hija. Cuatro años después de eso, Lynne hablaría un poco más sobre la relación de pareja en sus memorias, haciendo referencia al abuso verbal y abandono que sufrió de su entonces esposo.

Quizás por eso, a pesar de que mostraron un frente unido en el peor momento de su célebre hija, aún hay alguna rencilla entre ellos, y James ha señalado a su esposa de descuidada frente a lo que ha ocurrido durante estos años con la segunda de su tres hijos, pues Lynne se ha mantenido al margen de todo el lío legal desde que él solicitó ser el guardián de Britney. A este prontuario se sumó que en 2019, por cuenta de un altercado con su nieto Sean, el padre de este y exesposo de Britney, Kevin Federline, presentó una queja contra James ante la Policía y pidió una orden de restricción, aún vigente, para que su exsuegro no pueda acercarse a sus hijos.

Todavía falta ver qué más se destapa en este drama familiar, en el que el poder y el dinero han jugado un papel definitivo. No en vano, Mathew S. Rosengart, nuevo abogado de Britney, aseguró que persigue una “enérgica investigación sobre la conducta del señor Spears y otros, durante los últimos 13 años, mientras él cosechó millones de dólares de la herencia de su hija”.

Rosengart espera que Spears tenga que declarar en la corte y responder a las inquisidoras preguntas que por años llevan haciendo los más fieles seguidores de la artista sobre qué es lo que realmente ha ocurrido entre ellos tras bambalinas.