Desde que las autoridades encontraron muerto al multimillonario Jeffrey Epstein en su celda del Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, el pasado 10 de agosto, los corrillos políticos de Estados Unidos y los medios del mundo no han dejado de hablar del tema.
En las revistas aparecen reportajes sobre su lujosa vida, los noticieros siguen la pista de las acusaciones de tráfico y abuso sexual de menores que lo rondaban y los columnistas especulan sobre el misterio que envuelve a su aparente suicidio, que ha alborotado a su país. Sugerimos leer: Las incógnitas que dejó la autopsia de Jeffrey Epstein, el banquero de la isla de la pedofilia Y no es para menos. A muchos les parece increíble que un hombre acusado de delitos tan graves pudiera ahorcarse en una de las cárceles más seguras del mundo sin que nadie se diera cuenta. Esa sospecha, sumada al hecho de que Epstein solía rodearse de políticos, presidentes, empresarios, actores y miembros de la realeza, a quienes invitaba a sus fiestas y les guardaba secretos, ha disparado todo tipo de teorías de conspiración. Algunos especulan que en realidad alguien lo asesinó para encubrir a los poderosos involucrados en el escándalo sexual. Y hasta el alcalde de Nueva York y precandidato demócrata a la presidencia, Bill de Blasio, puso en duda la versión del suicidio: “Es demasiado conveniente. Hay muchas piezas que no encajan”, dijo. No terminó sus estudios en física y matemáticas, así que su carrera empezó dictándoles clase a los hijos de las familias acomodadas del Upper East Side de Manhattan Y es que la historia del millonario reúne todos los elementos de un thriller político: poder, corrupción, sexo, secretos y una muerte misteriosa. En el fondo de todo, además, hay una red para abusar de niñas menores de edad, que funcionó entre 2002 y 2005, y que podría arrastrar a muchos de sus amigos poderosos a la cárcel. Auge y caída de Jeffrey Epstein, amigo de Donald Trump y Bill Clinton Hasta hace unos 11 años, sin embargo, el relato era muy distinto. Muchos veían a Epstein como un ejemplo de superación, pues ese hombre de clase media baja había logrado romper las barreras para llegar a lo más alto del mundo empresarial. Sin haber terminado sus estudios en física y matemáticas, su carrera en el mundo de los números empezó cuando les dictaba clase a los hijos de las familias acomodadas del Upper East Side de Manhattan.
Durante los años noventa, Epstein se movía en los círculos políticos y sociales de Estados Unidos. En la foto, con su novia Ghislaine Maxwell, quien ahora está en el ojo del huracán. Dio el salto cuando uno de los padres lo recomendó para trabajar con el banco de inversiones Bear Stearns, adonde llegó en 1976. Allí comenzó un camino lleno de éxitos que lo llevó a crear una amplia red de contactos y a fundar su propia firma, J. Epstein & Co., seis años después. Para ese momento, y a punta de carisma y de actividades financieras que muchos llegaron a calificar de opacas, ya se movía con facilidad en el mundo de las élites empresariales, políticas y culturales de Estados Unidos. Se codeaba con personajes de la talla de Bill Clinton, el príncipe Andrés de Inglaterra, Woody Allen o Donald Trump, entonces solo un empresario neoyorquino. Puede interesarle también: Las preguntas sobre la muerte del multimillonario acusado de tráfico de menores Pero todo eso se vino abajo en 2005, cuando los padres de una menor de 14 años lo denunciaron ante la policía de Palm Beach, Florida, por supuestamente haber abusado de ella. Cuando las autoridades empezaron a investigar, encontraron algo impresionante: el multimillonario tenía montada una red, con algunos de sus empleados, para llevar menores de edad “particularmente vulnerables” a sus residencias en Manhattan y Palm Beach. Al parecer, las convencía de que las iba a convertir en modelos o de que les iba a pagar su universidad, y cuando estaban en su casa, simplemente les daba dinero a cambio de un masaje, que terminaba en manoseos, encuentros sexuales o con Epstein masturbándose mientras ellas lo tocaban. En esa época también salieron a la luz las fiestas o las orgías que hacía en su casa o en su isla privada, ubicada en las Islas Vírgenes, y a las que el millonario invitaba a sus amigos. Allá llevaba a varias de las niñas, a quienes transportaba en su avión privado, al que la prensa bautizó ‘Lolita Express’.
Epstein con el hoy presidente Donald Trump, quien llegó a decir una vez que era "un gran tipo". Ahora lo niega. Incluso muchos pusieron en contexto declaraciones de varios de sus amigos, que ya habían hablado de su afición por las mujeres jóvenes. Por ejemplo, Donald Trump le había dicho a la revista New York en 2002 que Epstein era “un tipo estupendo. Se dice que le gustan las mujeres hermosas, como a mí, y muchas de ellas están entre las más jóvenes”. El caso llegó a los estrados y en 2006 un fiscal acusó formalmente al personaje por tener relaciones con una menor. En su defensa dijo que siempre creyó que se trataba de mujeres mayores de 18 años y que ellas consentían en cuanto al sexo. Epstein tenía montada una red para llevar engañadas a niñas menores de edad a sus residencias y a sus fiestas, donde solía tener relaciones con ellas. El escándalo amenazaba con mandarlo a la cárcel de por vida, pero se enfrió cuando el entonces fiscal federal de Miami, Alexander Acosta, negoció con los abogados de Epstein para que se declarara culpable de haber prostituido a una menor y aceptara quedar incluido en el registro federal de delincuentes sexuales, a cambio de parar los otros cargos. Puede leer también: Una víctima de los presuntos abusos sexuales de Epstein demandó a sus herederos El acuerdo secreto, criticado por las familias de las menores, los medios y la sociedad por su falta de transparencia, terminó con el millonario en la cárcel en junio de 2008. Pero tenía condiciones bastante favorables: solo estuvo 13 meses en prisión y lo dejaban salir a su oficina durante 12 horas al día, seis días a la semana. Cuando salió libre ya no tenía los mismos amigos que antes, pero intentó limpiar su imagen. Asistía a cenas de millonarios, donaba plata a la caridad y en las entrevistas decía que no era un depredador sexual, pues solo había cometido un delito: “Es la diferencia entre un asesino y una persona que robó una rosquilla”, le dijo a The New York Post en 2011. La muerte de Epstein: ¿Suicidio o complot? Sin embargo, todo volvió a salir a la luz en noviembre de 2018, cuando Julie K. Brown, periodista del diario The Miami Herald, tuvo acceso al acuerdo que le había garantizado su libertad y a los documentos de la primera investigación. Publicó un reportaje en el que mostraba el entramado que habían descubierto las autoridades sobre el millonario, los secretos sobre su primer juicio y los testimonios de varias víctimas.
Durante el juicio actual, en una corte de Nueva York, varias mujeres asistieron en calidad de víctimas. Denunciaban que Epstein las reclutó con engaños y les pagaba por hacerle masajes, que luego terminaban en abuso sexual. Eso metió en problemas a Alexander Acosta, quien como fiscal había avalado el acuerdo secreto, y ahora tuvo que renunciar a su cargo como secretario de Trabajo en la administración de Donald Trump, que ejercía desde 2017. Además, impulsó a otras mujeres a denunciar a Epstein de nuevo, esta vez en Nueva York. Por eso, el 6 de julio, cuando regresaba a la ciudad luego de sus vacaciones en París, las autoridades arrestaron al millonario. Esta vez, decididos a actuar con todo el peso de la ley, agentes del FBI allanaron su casa de Manhattan y encontraron una caja fuerte con un CD que tenía fotos de muchas de sus víctimas, algunas de ellas desnudas. La noche de su muerte, los guardias no siguieron ningún procedimiento y lo dejaron solo. Tenían órdenes de mantenerlo siempre acompañado. El multimillonario intentó obtener libertad bajo fianza, pero se la negaron por considerarlo un peligro para la sociedad. A cambio, lo mandaron al Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, una de las cárceles más seguras del mundo. Sugerimos también: Sigue la maldición: Nieta de 22 años de Bob Kennedy murió por supuesta sobredosis Hace tres semanas, sin embargo, comenzaron a pasar cosas extrañas. Epstein apareció herido en el piso de su celda, con hematomas en su cuello, en un aparente fallido intento de suicidio. Las autoridades activaron el protocolo y lo pusieron en observación las 24 horas con exámenes psiquiátricos diarios. Pero el 1 de agosto regresó a su celda sin ningún tipo de vigilancia. Diez días después, cuando apareció muerto con señales de haberse colgado, surgieron otros datos que hoy generan alarma. Por ejemplo, esa noche los guardias no siguieron el procedimiento de rutina, que indicaba pasar a vigilarlo cada 30 minutos, y Epstein estuvo solo en su celda, cuando las políticas de la cárcel indican que debía estar acompañado. El propio fiscal general de Estados Unidos, William P. Barr, dijo que había muchas irregularidades, y un exconvicto que estuvo en las mismas celdas le manifestó a The New York Post que no había forma de colgarse allí adentro: “Es imposible, porque entre el piso y el techo hay como 8 o 9 pies (entre 2 y 3 metros)”. Los enredados por el caso Epstein
Epstein fue amigo del príncipe Andrés y de Bill Clinton. Alexander Acosta tuvo que renunciar al gabinete por firmar como fiscal un acuerdo judicial benéfico para el abusador. Con la muerte de Epstein no termina la investigación. En su juicio seguramente saldrían a la luz nuevos secretos sobre la red y todo indicaba que podían aparecer otras personas involucradas. Sobre todo quienes participaron en sus fiestas y sus orgías con niñas menores de edad. Un día antes de su supuesto suicidio, un juez había publicado cientos de documentos sobre el caso que enlodaban a otras personalidades. Incluso el expresidente colombiano Andrés Pastrana tuvo que dar explicaciones por aparecer en un listado de pasajeros del avión del millonario. Puede leer: Los mejores amigos, así es la relación entre George Clooney y Barack Obama Ahora los ojos están puestos en otras personas. Una de ellas es Ghislaine Maxwell, la hija del fallecido magnate de los medios Robert Maxwell, quien fue novia de Epstein y por muchos años trabajó a su lado como su mano derecha. Las autoridades la acusan de coordinar la red de menores de edad y de conseguirle al millonario las niñas que solicitaba. También está pasando por una situación difícil el príncipe Andrés, hijo menor de la reina Isabel. Una de las víctimas lo acusa de haberse acostado con ella cuando tenía 17 años. Menos involucrados, pero igual de preocupados, están los que tuvieron una relación cercana con Epstein y ahora lo rechazan, como Clinton y Trump. Este último, incluso, llegó a decir que no le hablaba hace 15 años y que nunca le había caído bien en realidad, aunque existen evidencias de que simpatizaba con él. Lo cierto es que con su muerte Epstein cerró un capítulo nefasto, pero abrió otro que podría ser aún más grande y escandaloso, y que solo ahora comienza.